David López Sandoval (Córdoba, 1975) es autor de una novela y de varios libros de poesía. Con Cuenta atrás ganó el Premio Jaén, uno de los más limpios del panorama. En él se agrupan cincuenta y un poemas que van numerados en orden inverso, aunque cada cual tiene su título. La unidad del conjunto está marcada por una voz particular (muy conseguida) y por un asunto categórico: la muerte. Pero que nadie se asuste, el tono es más hímnico que elegíaco y no falta desparpajo (del serio) a la hora de abordar tan espinoso tema.
Llama la atención, desde el principio, la importancia del ritmo, de la musicalidad del verso en esta poesía que se quiere clara, pero que está cargada de literatura y de otras referencias artísticas. La emoción es otra de las claves. En poemas como "En otro universo", "Uno de los grandes" o "Humaniora" (dedicado a su maestro Pepe Perona), donde afloran, como en distintas composiciones, la memoria y los recuerdos.
Poemas breves donde lo cotidiano sirve de inspiración y apoyatura. Lo mismo da que se trate de un pájaro (el "Carricero común" de la cubierta), la democracia ("La eternidad también es democrática") o los monstruos infantiles, uno de tantos miedos.
"Sé elegante, frío", leemos, y algo de eso hay en estos versos sin embargo cálidos. Al fin y al cabo, dice en "De una pieza", "todo cuanto os ocurre lo conoces, / es único por eso y para siempre". Y termina: "Sé valiente, / ofrécete y ten algo que ofrecer. / Es así como llegan de una pieza / los corazones que han amado mucho".
Hablé antes del humor (y de su envés, la ironía). En "Tintín contra Astérix", cuando parafrasea a Gil de Biedma ("no volver a ser joven ni de broma"), en "Retórica" ("Joven poeta, / no la caves ya más / que así es la fosa.") o en "Contra la novela". Entre esas referencias cultas, Plath, Mishima y Dora Carrington (tres suicidas), Cavafis e Issa.
De la voluntad filológica del libro dan buena cuenta los cinco sonetos que se incluyen, que no desentonan, al contrario. Basta con leer los tercetos de "Se apaga el viejo fuego". A la excelencia se suman poemas tan logrados como "Limerencia", "Sal del cesto" y "Antes del viaje", el que cierra el libro. Con el verso: "atrévete a quemar toda tu obra", lo que es innecesario.