El músico y cantante brasileño João Gilberto murió en la tarde del sábado a los 88 años en su apartamento de Río de Janeiro. Fue uno de los principales fundadores, a finales de los años 50, de la bossa nova (nueva ola), que revolucionó la música popular brasileña y se convirtió en uno de los géneros musicales más apreciados dentro y fuera de su país de origen.
Este lunes, en una capilla ardiente instalada en el teatro municipal de la capital brasileña, el pueblo carioca se despide del gran artista que colocó a Brasil bajo el foco de atención de los melómanos de todo el mundo. Un genio que vivió la última etapa de su vida solo, acosado por los problemas económicos y familiares.
En los últimos años no dio conciertos ni entrevistas. Hace unos meses ganó un juicio contra Universal Music por derechos de autor de sus primeros discos reeditados por la compañía, que Gilberto además consideraba mal remasterizados. En 2017, una hija de Gilberto, Bebel Gilberto, también cantante, intentó inhabilitar judicialmente a su padre por sus problemas económicos, que hicieron que incluso fuera desahuciado de su apartamento.
Gilberto nació en Juazeiro, en el estado de Bahía, en 1931, en el seno de una familia acomodada. Aprendió a tocar la guitarra de manera autodidacta y comenzó su carrera musical como cantante a los 18 años, antes de conocer en Río de Janeiro a Tom Jobim, que trabajaba como compositor, arreglista y productor para Odeon Records y quedó impresionado con la nueva forma de tocar la guitarra de Gilberto. Así comenzó una fructífera relación musical que duró décadas.
Gilberto pasará a la historia por ser el alquimista que fusionó el género estrella del folklore brasileño, el samba, con la riqueza armónica del jazz, y convertirlo en una música seductora y delicada, con su característico ritmo sincopado de guitarra y su cantar cargado de una dulce nostalgia.
Si el samba era la música de las clases pobres, la bossa fue el producto refinado de la clase media blanca del sur de Río de Janeiro. El músico y compositor Tom Jobim y el letrista Vinícius de Moraes fueron sus otros grandes artífices, pero fue Gilberto quien inventó la manera de tocar la guitarra y de cantar que dio sus señas de identidad al género, que triunfó rápidamente dentro y fuera de Brasil.
El disco que hizo despegar a Gilberto y a la recién creada bossa nova fue Chega de Saudade (1959), que incluía composiciones de Jobim y De Moraes, pero el punto de inflexión que impulsó la fama internacional del género llegó en 1963, cuando el saxofonista estadounidense de jazz Stan Getz invitó a Gilberto y a Jobim a grabar un disco de fusión de bossa nova y jazz, Getz/Gilberto, que vendió millones de copias en todo el mundo y recibió varios premios Grammy. El álbum incluía la versión en inglés de "Garota de Ipanema" ("The Girl from Ipanema"), cantada por la entonces esposa de Gilberto, Astrud Gilberto. La canción fue un éxito inmediato y se ha convertido con el tiempo en una de las canciones más populares y con más versiones de la historia de la música popular del siglo XX.
El padre de la bossa nova también se relacionó con la siguiente generación de músicos que siguieron su estela, como Caetano Veloso, Maria Bethânia y Gilberto Gil, con quienes grabó en 1979 el disco Brasil.
Gilberto grabó una treintena de álbumes en su larga carrera, tanto en estudio como en directo. Uno de sus últimos discos más celebrados fue João Voz e Violão, del año 2000, que ganó el Grammy al mejor álbum de world music. En 2001 ingresó en el International Latin Music Hall of Fame de Nueva York y en 2017 la Universidad de Columbia decidió otorgarle un doctorado honorífico en música, aunque el artista no llegó a pronunciar su discurso de aceptación.