Si Que concierne (2015), el anterior libro de Julieta Valero (Madrid, 1971), era entre otras cosas escritura de una gestación, ahora Los tres primeros años que nombra el título son los transcurridos desde el parto, la lactancia, el balbucear primero, etc. Pero ese tiempo es también el de muchos otros acontecimientos, personales o no tanto, y el discurso los incluye en una voz tan característica de la escritura de Valero, que termina por ser la palabra del mundo: a fin de cuentas, la suya es una voz de voces que buscaría superar el yo inevitable del decir.
Un decir, pues, que fuerza el decurso de las palabras, la sintaxis de la lengua, hasta el límite de la agramaticalidad, lo que naturalmente repercute sobre la significación. ¿Decir extraño? Sin duda, pero similar al de algunos otros de la historia de la poesía, por ejemplo Arthur Rimbaud, que ponen en crisis algunas de las máximas de la comunicación cotidiana. Algo que es privilegio, o consigna, de la poesía, y también de su violación. Decir extraño que es decir propio, respondiendo en último término al poder creativo del lenguaje, al poiein griego.
Es como si Valero respondiese aquí a la pregunta ¿para qué decir lo ya dicho y decirlo tal y como ya se dijo? De esto deducimos que aquí no hay repetición, sino un gesto de hacer lenguaje que alcanza incluso a la forma de los textos. Que tiene un efecto en el lector de fascinación por situarlo no ante un reconocimiento, sino ante un momento que se diría inaugural de la palabra. Esa magia se le debe a Julieta Valero, una de las poetas más significativas del ahora, como la crítica ha venido señalando desde su primer libro de 2003, Altar de los días parados, y su inclusión en las antologías más relevantes es un síntoma de su extraordinario poetizar. Fascinante.