Elvira Sastre: "Hay cierto rechazo a experimentar la tristeza y la melancolía cuando también hay belleza ahí"
Elvira Sastre
En Días sin ti, Premio Biblioteca Breve 2019, la poeta da el salto del verso a la narrativa con una primera novela en la que explora las claves para reponerse a las heridas a partir de la complicidad entre un nieto y su abuela.
Entre tres y cuatro años le ha llevado terminar esta novela en la que Sastre construye un relato de complicidad entre Dora, una maestra en tiempos de la República, y su nieto Gael, una historia sobre el modo que tenemos de recuperarnos del desamor y de las heridas que tiene su origen en los versos de su libro de poesía, Baluarte.
Pregunta. Acostumbrada a escribir poesía, ¿cómo afrontó la escritura de esta novela?
Respuesta. No tiene nada que ver. Lo que más destaco es la disciplina, al final la poesía me sale muy sola y la escribo cuando la necesito y cuando lo siento dentro. El desahogo está ahí pero con la narrativa es distinto, te tienes que poner, te tienes que sentar y tienes que tener muchísima más constancia y también un poco de creencia en ti mismo de que puedes sacar algo de ahí. No obstante, la narrativa era algo que me daba mucho respeto y la sensación era parecida a cuando escribí mi primer poemario y lo publiqué que yo pensaba que no era mi lugar. El hecho de haber conseguido acabarla ya de por sí para mí ha sido un mérito y me ha servido para seguir aprendiendo de las palabras y de la escritura.
P. ¿Cómo surgió la idea?
R. Yo había escrito algo en Baluarte, unos versos intercalados entre los poemas, donde resumía las etapas y las fases que tiene una ruptura desde que te rompes hasta que te recuperas, porque me parecía que aunque sea algo muy nombrado, no está tan explorado, no está claro qué es lo que tiene que pasarte. La idea de la novela era ponerle unos personajes, diálogos, frases y cara a esa etapa y reflejarlo en ellos.
P. ¿Le interesaba indagar en ese amor y desamor que se vive en Días sin ti?
R. El tema del amor y el desamor es algo más colateral. Lo que me interesa más, tanto cuando escribo poesía, como cuando he escrito esta novela, era indagar un poco en las emociones y en los sentimientos y en esa gestión emocional de la que muchos carecen y no saben cómo hacer cuando alguien se ausenta o falta, ese dolor y esa tristeza... no tenemos las herramientas para saber cómo afrontarlo. Eso era un poco lo que me interesaba. Buscar un poco el diálogo con uno mismo.
P. Además, toca uno de los temas muy presentes en su obra como lo es la belleza en el dolor, ¿no?
R. Es lo que decía. Hay cierto rechazo a experimentar la tristeza y la melancolía y parece que no podemos decir que estamos mal o que estamos tristes porque entonces es que nos pasa algo o que estamos enfermos. Creo que ese rechazo no sirve de mucho y que al final, pues también hay belleza cuando uno está triste o cuando hay una ausencia.
P. Dedicada a sus abuelos, en su novela reivindica la figura de las personas mayores, ¿qué peso han tenido en su vida?
R. Mis abuelos y mi abuela son personas claves en mi familia. Me han inculcado desde pequeña a tener ese respeto y ese cariño. Es una suerte contar con abuelos que están vivos y que nos pueden contar las cosas que han vivido, que nos pueden ayudar y nos pueden ir dando las herramientas para ver lo que vamos a vivir nosotros en no tanto tiempo.
P. ¿Piensa que no lo valoramos lo suficiente?
R. No, está claro que no. Hay mucha falta de cariño y de respeto hacia nuestros mayores, no solamente hacia nuestros abuelos, y no solamente nosotros, sino la sociedad en general los tiene muy relegados y muy olvidados y es algo que me da bastante pena.
P. En ese sentido, es inevitable hablar también de la importancia de la memoria, ¿no?
R. Sí, es algo básico, es lo mismo. Igual que creo que un abuelo es nuestro futuro, su pasado también es el nuestro. Y es importante volver a esos momentos, saber lo que hemos aprendido de ellos e intentar sacar una enseñanza siempre de todo.
P. Dora es una maestra que vive en la época de la República, ¿cómo fue el proceso de documentación histórico y qué peso le ha dado a la hora de construir la novela?
R. He tenido bastante cuidado con eso. Me he documentado mucho porque, aunque sea una época reciente que más o menos todos controlamos, hay muchos detalles que si no los has vivido, no tienes. A mí me ha ayudado mucho Juan Camacho, que es un profesor de Historia con el que contacté por internet. Sabe mucho de toda esta época, y me ha ayudado a la hora de establecer un contexto y sobre todo me ha facilitado muchos detalles, que era lo más complicado. También estuve en contacto con Luis García Montero que me ayudó a darle un poco de dirección al asunto y a resolverme ciertas dudas que tenía, su visión fue bastante importante. Y luego la editorial, por supuesto, que cuenta con gente que sabe de todo.
P. En Días sin ti, hay además una mención especial a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, ¿qué descubrió cuando se puso en contacto con ellos?
R. Hablé con ellos porque quería saber exactamente el número de personas desaparecidas de las que todavía no se han recuperado sus cuerpos ni sus identidades y me lo había dejado para el final. Fue una conversación que me dejó bastante helada porque te lo cuenta alguien que está trabajando en eso y que está haciendo frente a muchos problemas. Que te lo cuente alguien que vive con ello día a día y que te diga cómo hay ancianos a los que les preguntas por ello y se callan y les cruza el miedo por la cara a mí, no sé, me dejó bastante tocada. Entonces sí que pensé que esa mención era necesaria.
P. Días sin ti está protagonizada por dos personajes, Dora y Gael, abuela y nieto, ¿le interesaba reflejar ese salto entre dos generaciones?
R. Sí, era también algo interesante que me llamaba la atención a la hora de crear dos personajes, a priori muy distintos, que no tuvieran nada que ver, y luego en realidad te das cuenta de que tampoco hay tantas diferencias. Hay muchas cosas comunes a todos los seres humanos y no porque nos saquen cincuenta años de vida vivimos las cosas de diferente manera.
P. Por último, ¿qué lecturas le influyeron en su proceso de escritura?
R. Tuve una época que ya leía tanta poesía que echaba en falta la narrativa y volví un poco a ella. Me gusta mucho la narrativa francesa sobre todo porque publican muchos libros que a priori son muy sencillos pero son narrados de una manera muy bonita y en este caso hay un libro fundamental que para mí es la base de todo que es La delicadeza, de Foenkinos. Me encanta porque es una historia sencilla, que no simple, contada de una manera con una prosa muy bonita. Cuando leí ese libro pensé que me gustaría que fuera una novela que se pareciera a eso.
@mailouti