La Biblioteca Nacional inaugura con el apoyo de AC/E la exposición Lope y el Teatro del Siglo de Oro, un completo recorrido por la trayectoria del genial dramaturgo y por un patrimonio cultural que sigue muy vivo cinco siglos después.
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y escribo por el arte que inventaron
los que el vulgar aplauso pretendieron,
porque, como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.
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Con estas ya famosas palabras recogidas en su Arte nuevo de hacer comedias pretendía Lope de Vega (Madrid, 1562-1635) defender un teatro basado en el gusto de la época, pero sin enfrentarse para ello con la tradición académica. Ahondando en los preceptos de antecesores como Lope de Rueda y demostrando su conocimiento de los precedentes clásicos y renacentistas, Lope abogaba por mezclar en un complicado cóctel el interés del pueblo llano, sus espectadores al fin y al cabo, con las exigencias de calidad estilística de los más instruidos. Básicamente, el dramaturgo intenta interpretar los intereses, sentimientos y valores del público y componer con ellos sus obras, de acuerdo con el tiempo que le ha tocado vivir. Y no cabe duda de que lo consiguió, capitaneando a una brillante generación de dramaturgos que mantendrían el teatro español en la cúspide mundial durante casi un siglo.
De la desmesurada y atractiva biografía y producción de Lope, así como de su nutrido grupo de talentosos contemporáneos, se ocupa la exposición Lope y el Teatro del Siglo de Oro, organizada por la Biblioteca Nacional con el apoyo de Acción Cultural Española, que recorre el panorama teatral de la época en el que el arte nuevo de hacer comedias se constituyó en un fenómeno de gran popularidad y pujanza. "Esta muestra remarca que el teatro clásico del Siglo de Oro no es un elemento polvoriento guardado en un cajón sino un elemento vivo y eminentemente popular", asegura Ibán García del Blanco, Presidente de AC/E. Un patrimonio del que, como afirma su directora Ana Santos Aramburo, la BNE guarda "la mejor colección del mundo, que ha generado las mayores investigaciones, como el hallazgo hace dos años de la obra de Lope Mujeres y criados, en torno a ese gran fenómeno cultural que hoy sigue llenando los teatros.
Es indudable que el teatro del Siglo de Oro constituye uno de los capítulos más destacados del pasado cultural español y de la dramaturgia universal por sus cualidades artísticas, sus imponentes cifras de autores y obras (el propio Lope se atribuía haber escrito más de 1500 comedias, 334 de las cuales tienen copia impresa de época en la BNE, y de Calderón se han documentado más de 100 comedias y de 70 autos sacramentales, entre otras obras), su penetración en las distintas capas de la sociedad, su capacidad de expansión e influencia y su vigorosa pervivencia escénica hasta hoy en día. De hecho, uno de los aspectos más llamativos de este teatro es, en palabras del comisario, Germán Vega, de la Universidad de Valladolid, a quien ayuda Ramón Valdés, investigador principal de PROLOPE y profesor de la UAB, que "todavía hoy consigue lo que logró en su época, ser un fenómeno de masas, que la gente pague por escuchar historias escritas en verso".
Un "Monstruo de la naturaleza"
Por eso, aunando el estudio histórico con su realidad actual, Lope y el Teatro del Siglo de Oro) tiene como objetivos principales mostrar las claves de ese teatro en su época y su constitución en un valioso patrimonio cultural, a la vez que incide en su actualidad en los escenarios. La muestra se articula sobre una base cronológica en cuatro secciones que trazan un recorrido de casi 500 años. La primera, trata de enmarcar el contexto, prestando atención a los antecedentes literarios y las infraestructuras, como los corrales de comedias, que posibilitaron el nacimiento y desarrollo del fenómeno de la comedia nueva. Se centra luego en la figura de Lope, con su amplia producción teatral, que según Vega "fue una de las claves de su éxito, además de la calidad artística. La muestra presenta un panel con las versiones más antiguas de las 334 obras impresas conservadas de Lope, además una imponente colección de 23 manuscritos autógrafos única en el mundo, no ya por la concentración de manuscritos de Lope, sino por su singularidad en el teatro de la época: no se conservan autógrafos de Shakespeare, Molière, Racine o Cervantes", explica. "También hay varios de Calderón, de Tirso de Molina y de otros representantes de la época".
Durante años, nadie contestó la hegemonía de Lope, el más representado, el mejor pagado, el más prolífico y aplaudido, aunque en su vejez, pero cercano a su muerte, ya empezaban a retarlo los nuevos ingenios, a los que él llamó "pájaros nuevos" y a los que enfrentó en una de sus mejores obras,El castigo sin venganza; entre los que despuntaba Calderón, que sería a la postre su sucesor, y cuya muerte en 1681 marca el fin del periodo aurisecular. Sin embargo, su éxito también suscitó envidias, por ejemplo de Cervantes, que se refirió a él como "el monstruo de la naturaleza", que "alzóse con la monarquía cómica, avasalló y puso debajo de su jurisdicción a todos los farsantes". "Es la cita de un envidioso", afirma Vega. "A Cervantes le habría gustado ser Lope, cuyas obras se vendían muy caras. Lope era un hombre rico, que cobraba 500 reales por pieza mientras que Cervantes era un fracasado, que aunque es hoy considerado un gran dramaturgo, en su época nadie le hacía caso".
Esta sección se cierra con un caso paradigmático que resume la vitalidad del teatro del Siglo de Oro, la comedia La dama boba. De ella se muestra el recorrido de la obra desde el manuscrito autógrafo hasta la última versión de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. "La dama boba es una parábola del Teatro del siglo de Oro", asegura Vega, "siempre ha estado en los escenarios. Encarnaron a su protagonista María Guerrero, que fue inmortalizada por Sorolla, o Margarita Xirgu, para la que Lorca escribió una adaptación, y el año pasado la JCNTC protagonizó la enésima versión".
Un legado pentasecular
Esta vitalidad y pervivencia sigue siendo el centro de interés de la segunda sección, que se ocupa de la expansión temporal y espacial de este teatro. "Su difusión era impresionante ya a principios del siglo XVII, estando ya presente en Italia, Francia o Inglaterra. Además, en los años 30 está documentado también en las colonias americanas", explica Vega. Por ejemplo, en Ámsterdam Lope fue el autor más apreciado hasta bien entrado el siglo XVIII, y se aprecia la influencia de los autores españoles en autores como Molière, Corneille, John Fletcher o Shirley. También Goethe y el Romanticismo alemán se fijaron en Calderón, cuyas piezas pasaron a ser de repertorio en los Estados alemanes, y en Rusia hizo furor Fuenteovejuna. "El surgimiento del mito de don Juan es una de las mejores muestras de la repercusión del teatro español del Siglo de Oro. Son innumerables las reescrituras que ha alcanzado, dentro del mundo del teatro y más allá en obras como las de Mozart".
La tercera sección nos transporta ya al siglo XX para evidenciar el vigor actual del teatro del Siglo de Oro. El camino tiene hitos importantes como La Barraca de Lorca o la compañía de Alejandro Casona, la Compañía Lope de Vega, que José Tamayo mantuvo durante la dictadura, o las más recientes creaciones del Festival de Almagro o la Compañía Nacional de Teatro Clásico. También la adaptación cinematográfica de El perro del hortelano que realizó Pilar Miró o los trabajos de Estudio 1. Como cierre, la cuarta parte de la muestras se centra en cómo están llegando las tecnologías a las diferentes esferas del teatro del Siglo de Oro, desde la gestión bibliotecaria y digitalización de manuscritos e impresos, un hercúleo trabajo de la BNE, que nos permite consultarlos desde cualquier lugar del mundo, a nuevas herramientas de búsqueda y de transcripción automática, e incluso de autentificación.
Como explica Vega, "la estilometría, la aplicación de la estadística infoasistida a la lengua que caracteriza el estilo de los autores permite detectar frecuencias léxicas o de combinaciones de palabras y giros estilísticos, nos ayuda en el estudio de obras de autoría dudosa, para confirmar o descartar una determinada autoría". Por ejemplo, ayudó a atribuir a Lope la citada Mujeres y criados, pero también ha puesto en duda otras obras consideradas canónicas, "como El burlador de Sevilla, que ninguna prueba de orden filológico o documental, más allá de la tradición, atribuye a Tirso. Ocurre también con varias obras de Rojas Zorrilla o del propio Lope, pues no debemos olvidar que esto fue un fenómeno comercial, y el interés del nombre podía dar más ventas", ironiza el experto. No obstante, los comisarios advierten de que la tecnología ha implicado grandes cambios a la hora de investigar y difundir los clásicos, pero que, aunque es necesario sumarse a ellos para ser más efectivos, "lo más importante será siempre seguir yendo al teatro".