Además de leer, el latín legere significa recolectar, desplegar las velas, valorar e hilar. De este último sentido del término derivan las palabras texto (tejido) y línea (lino). Esta curiosidad etimológica, junto a otras muchas perlas, esperan al bibliófilo en Leer contra la nada, de Antonio Basanta. El libro, que es a su vez una de las perlas engarzadas en la colección de pequeño formato Biblioteca de ensayo de Siruela, es una muestra de gratitud hacia la lectura escrita por un hombre que ha saldado con creces a lo largo de su vida la deuda contraída: Basanta ha sido docente, editor y, durante 25 años, director general de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, consagrada al fomento de la lectura.



Basanta refuerza e intercala sus reflexiones sobre la lectura con decenas de citas de escritores de todas las épocas sobre el hecho de escribir y de leer y de la relación íntima entre el autor y el libro, entre el libro y el lector, entre el autor y el lector y de cada cual consigo mismo. Igual que Heráclito decía que una persona no puede bañarse dos veces en el mismo río, Basanta cree que "uno no puede leer dos veces el mismo libro, porque al volver a hacerlo ya no será la misma persona". Los libros que leemos hablan de nosotros, sacan a la luz aspectos de nuestro carácter que desconocíamos y los moldean, en un intercambio en el que, dice Basanta, no es posible saber quién lee a quién. El escritor, crítico y profesor Lionel Trilling lo explicaba así: "Yo he sido leído por los poemas de Eliot, por el Ulises, por En busca del tiempo perdido, por El castillo... Durante muchos años, desde mi temprana juventud. Al principio, algunos de estos libros me rechazaron, les aburrí. Pero, con el paso del tiempo, fueron conociéndome mejor, me tomaron cada vez más simpatía, y entendieron paulatinamente los ocultos significados de mi persona".



Contra el bulo de la escasa lectura

En cuanto al futuro de la lectura, Basanta adopta la postura de un optimista convencido y bien informado. "Es obvio que en estos momentos estamos viviendo una transformación importante en el terreno de los soportes de la lectura, y es una absoluta equivocación cerrar la puerta a las nuevas formas de lectura que los nuevos soportes ofrecen. Debemos evitar polémicas absurdas y ponernos a trabajar en ello", explica a El Cultural. Y como considera que "leer no es solo un procedimiento, sino que determina nuestra capacidad de atención, de interpretación y de transformación de la realidad", cree que enseñar a leer de verdad es una "enorme responsabilidad social".



No le alarman las cifras que cada año reflejan las encuestas de hábitos de lectura. "La célebre afirmación de que cada vez se lee menos en España es falsa, no se sostiene en las encuestas demográficas ni en la realidad editorial. Jamás se ha leído tanto en España como ahora". Basanta recuerda también que en 1982 apenas el 35 % de la población se declaraba lector frecuente y ahora lo hace el 56 %. "En los últimos 30 años ha habido un avance importante, no hay más que visitar las bibliotecas, que han sufrido una transformación extraordinaria. De ser lugares oscuros y apartados, en muchas poblaciones se han convertido en el eje y motor de la vida cultural; y los bibliotecarios han pasado de ser perseguidores de los lectores a dinamizadores culturales".



La importancia de la lectura infantil

Si Basanta viajase al pasado para anunciarse a sí mismo que dedicaría su vida a los libros, el pequeño Antonio no le habría creído. Él, que ganó en clase la "medalla al penúltimo en lectura" y que consiguió con mucho esfuerzo superar la dislexia.



Hace tan solo una década la doctora Maryanne Wolf describió lo que ocurre en nuestro cerebro cuando leemos en Cómo aprendemos a leer: Historia y ciencia del cerebro y la lectura (una serie de procesos que Basanta reproduce en Leer contra la nada). En su libro, la neurocientífica especializada en lingüística explica también que el cerebro humano no está genéticamente diseñado para la lectura alfabética, sino que esta es posible gracias a un maravilloso ejercicio de reprogramación neuronal.



Fascinado aún por aquella lectura, Basanta pone el énfasis en la importancia de la educación infantil y primaria a la hora de formar lectores. Considera difícil que un niño no lector se convierta en un adulto lector. "El momento en que el cerebro tiene más plasticidad se da entre el nacimiento y los 16 años. En esa etapa tiene las ventanas abiertas al cien por cien, por eso lo que más debería preocuparnos es lo que ocurre en la etapa infantil. Ahí deberían concentrarse los mejores educadores, con el máximo reconocimiento y el máximo salario, como ocurre en Finlandia".



"La lectura requiere tiempo, constancia y metodología, y ahí la educación ha hecho un dibujo equivocado", continúa Basanta. "Se dedica un tiempo largo a la adquisición de las destrezas básicas, pero lo va acortando y eliminando cuando la destreza se domina. Es como si nos enseñaran a montar en bicicleta y después no la volviéramos a coger nunca más".



En el reciente especial de El Cultural sobre literatura infantil y juvenil, el escritor Alfredo Gómez Cerdá y el director de la revista Babar, Pablo Cruz, opinaron que los libros dirigidos a los primeros lectores a menudo se administran "como si fueran medicamentos" para vencer los miedos o fomentar determinados valores en detrimento de "la parte más literaria, lúdica y creativa" de la literatura infantil. En la misma línea, Basanta cree "firmemente que nuestra sociedad está demasiado infectada de utilidad" y que es un error renunciar al "valor de la palabra hecha arte", ya que, "precisamente, el lenguaje literario es el que requiere un mayor esfuerzo intelectual".



Leer es interpretar, por eso la lectura de verdad (la que comprende, asimila, interpreta, discierne) se convierte hoy en una herramienta fundamental para manejarse en un mundo en el que sobreabunda la información. "La Biblioteca Nacional de España tiene siete millones de documentos. La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos tiene 150 millones, y en internet hay aproximadamente 20.000 millones de documentos con la capacidad de renovar continuamente la información". Ya no tiene sentido memorizar a la carrera un sinfín de datos sin que llegen a convertirse en auténtico conocimiento. No sirve de nada que las clases de literatura sigan siendo iguales que hace cincuenta o cien años. "Cursé literatura sin leer una sola obra en su integridad. Como mucho, pequeños fragmentos salpicados a tresbolillo, entre una innumerable retahíla de autores, movimientos, argumentos y estilos [...]. A la postre, un campo regado de cadáveres literarios y un insufrible aburrimiento", recuerda Basanta en Leer contra la nada. Y quien escribe estas líneas tuvo la misma experiencia escolar más de treinta años después. Por eso, en lugar de obligarles a memorizar sin orden ni concierto, Basanta propone "enseñar a los niños a buscar información verificable en ese mar de datos que es internet". Así habrá más tiempo para leer de verdad. "Los niños tendrían que ir al colegio con la misma ilusión con la que salen", sentencia el escritor.



@FDQuijano

El futuro de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez

Basanta es doctor en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid. Empezó su carrera profesional como docente en un colegio de Majadahonda donde se volcó junto a otros profesores en el fomento de la lectura, hasta el punto de que la editorial Anaya le propuso convertir el centro en banco de pruebas de su conocida colección juvenil "Tus Libros". En aquel momento, Basanta era el director de Bachillerato y COU del colegio. "Durante un año entero pudimos elegir títulos, autores, tipografías y hasta el papel de los libros. La colección fue un bombazo editorial", recuerda el autor de Leer contra la nada. Así fue como conoció a Germán Sánchez Ruipérez, el dueño de Anaya, que le ofreció entrar en el mundo editorial. Basanta se incorporó a la empresa en 1980 y conoció también al eminente académico Fernando Lázaro Carreter, director del departamento de lengua y literatura del grupo Anaya además de íntimo amigo y asesor de Sánchez Ruipérez. Cuando este decidió crear la fundación que lleva su nombre, Basanta contribuyó a su puesta en marcha. En los años siguientes fue director de colecciones y editoriales del grupo y, tras un grave problema de salud que en 1998 le obligó a delegar responsabilidades, abandonó la parte ejecutiva de la edición y se centró en la labor de la fundación, donde ocupó la dirección general hasta 2016. Ahora sigue vinculado a ella como vicepresidente y miembro del patronato.



Germán Sánchez Ruipérez murió en 2012 y ese mismo año la fundación inauguró en Matadero Madrid la Casa del Lector, un centro dedicado al fomento de la lectura y la organización de exposiciones sobre literatura que ha estado dirigido durante sus primeros cinco años de vida por César Antonio Molina, quien renunció a su cargo hace unos meses a la vez que se anunciaba un cambio de rumbo del centro, que a partir de ahora renunciará a actividades de gran presupuesto.



En 2013 la Fundación Germán Sánchez Ruipérez cerró su sede principal de Salamanca, que albergaba el Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil, y trasladó a sus trabajadores precisamente a la Casa del Lector de Madrid. La fundación también contaba hasta ahora con un Centro de Desarrollo Sociocultural en Peñaranda de Bracamonte, localidad natal de Sánchez Ruipérez, pero hace un año despidió a sus últimos cinco trabajadores y acaba de donar el centro (y los gastos que conlleva) al ayuntamiento del municipio. Basanta niega que estos movimientos formen parte de una voladura controlada de la fundación por parte de los herederos de Sánchez Ruipérez: "La mejor manera de conocer la situación y el futuro de la fundación es acudir a sus centros, que siguen llenos de actividad, y sacar conclusiones propias. El objetivo de la fundacioón sigue siendo el mismo que cuando se fundó, pero ha tenido que hacer un dolorosísimo ejercicio de reacondicionamiento, como casi todas las instituciones, y ahora se encuentra en la mejor condición para otro ciclo de permanencia y prosperidad. Además hay que tener en cuenta que la fundación ha cubierto un importante vacío institucional durante la crisis y el equipo de Ce´sar Antonio Molina ha hecho un trabajo extraordinario poniendo la Casa del Lector, que fue una apuesta decisiva de la fundación por la vanguardia, en el circuito cultural de Madrid. La retirada de César Antonio tiene que ver con un proceso biológico, como la mía. Las personas que han tomado nuestro relevo tienen toda mi confianza y estoy seguro de que mejorarán lo que hemos hecho nosotros".