Luis González y César Antonio Molina
El nuevo responsable, que no ostentará el cargo de director, se hace cargo de la institución, que reorienta su programación hacia talleres de lectura y tecnologías aplicadas.
La marcha de Molina se veía venir desde el pasado diciembre, cuando se intensificaron los rumores sobre los problemas económicos que atravesaba el centro, razón por la que ya se anunció un cambio en su modelo y estructura. González, que no tendrá el cargo de director que desempeñó Molina, será el responsable de una institución que reorienta su programación más hacia talleres de lectura y tecnologías aplicadas, perdiendo la vocación de relevancia de la gestión que fue marca de la casa con el equipo de Molina en la sede del madrileño Paseo de la Chopera. El nuevo gestor ha declarado que el objetivo en esta etapa es "seguir sorprendiendo y abrir nuevos horizontes para la lectura porque es la herramienta fundamental en la sociedad digital en la que estamos", y ha apostado "por ir hacia un centro de innovación y buscar conexiones entre el mundo tradicional del libro y las nuevas fronteras".
El gestor, que ha calificado de "excelente" la labor de su predecesor, asegura que por ese motivo, "sería incoherente cambiar la filosofía de un centro cultural que ha trabajado tan bien", y precisa que "lo correcto ahora es construir sobre lo que ya se ha hecho desde que la Casa del Lector abrió sus puertas". Además, también ha manifestado "la necesidad de colaborar con otras organizaciones" y, sin embargo, ha señalado que "habrá menos hueco para exposiciones monotemáticas, como ha ocurrido en estos cinco años, porque en Madrid hay otros centros maravillosos que lo hacen muy bien".
"Nosotros hemos disfrutado muchísimo de grandes exposiciones, pero este año tenemos previstas exposiciones de otra naturaleza", concreta González, que pone como ejemplo la muestra que inaugura Casa del Lector el 11 de mayo, Spirou en Madrid, que se centra en el famoso personaje de cómic y que, desde su punto de vista, "es perfecta para trabajar en talleres con niños y chicos". En manos de su nuevo responsable, los programas venideros de la Casa del Lector estarán más centrados en cumplir con el objetivo de "innovar y experimentar en todo lo relacionado con el mundo de la lectura y hacerlo de manera transversal, de forma que, además, tengan cabida todos los públicos y, especialmente, niños y jóvenes".
La ambiciosa apuesta por este centro tuvo un coste de 28 millones de euros solo en la remodelación de las instalaciones en Matadero, en un acuerdo con el Ayuntamiento de la capital firmado por un periodo de 25 años. Pero pocos años después, aires de cambio en el consistorio madrileño han diseñado un destino diferente para el centro cultural, como pudo apreciarse tras la polémica por la programación y el cambio de nombre de las salas teatrales de las Naves de Matadero, lo que también ha dejado, parece por el momento, sin sentido, "la relevancia nacional e internacional de este centro", a la que aludía en su carta Molina y que con este nuevo giro temático abandona La Casa del Lector.