Marc Bolan, líder de T. Rex fue uno de los pioneros del glam rock

Definición corta del glam rock: "El rock de machos se convirtió en rock de mechas". Para la definición larga debemos acudir a Como un golpe de rayo, donde el crítico musical Simon Reynolds traza la historia del género que marcó el rumbo del pop en los 70 con figuras como David Bowie, Marc Bolan, Roxy Music o Alice Cooper.

Definición corta del glam rock: "El rock de machos se convirtió en rock de mechas". Para la definición larga (casi 700 páginas de tipografía compacta), acúdase a Como un golpe de rayo. El glam y su legado, de los setenta al siglo XXI. El autor de ambas es el prestigioso crítico musical Simon Reynolds (Londres, 1963), conocido por sus sesudos análisis sobre los géneros de la música popular del siglo XX en relación con la filosofía, la historia, la cultura, la economía o la sociología. Lo edita el sello argentino Caja Negra con traducción de Hugo Salas, a quien debemos el mencionado juego de palabras que traduce "cock rock became coquette rock" y una labor compleja no exenta de algunos errores.



El libro repasa la historia y las características tanto musicales como sociológicas del fenómeno del glam rock, tomando como hilo conductor las trayectorias de un buen puñado de bandas y solistas en su mayoría británicos, con especial atención a Marc Bolan (T. Rex), Brian Eno y Brian Ferry (Roxy Music), Alice Cooper, The New York Dolls y, por supuesto, David Bowie, al que dedica cuatro capítulos. Si el lector se encuentra en Barcelona o tiene previsto viajar a la ciudad, puede aprovechar para completar la lectura con una visita a David Bowie is, la exposición procedente del Victoria and Albert Museum de Londres que todavía puede verse en el Museu del Disseny.



Reynolds señala que el glam supuso una ruptura con la música de la cultura hippie de finales de los sesenta: "Abandonando el fallido ethos comunitario de la cultura alternativa, los artistas glam no estaban interesados en unirse para cambiar el mundo, sino en encontrar un escape individual de la realidad hacia una eterna fantasía de fama y excentricidad".



Simon Reynolds conjuga en el libro su habitual seriedad con la fascinación que causó en él sus primeras contemplaciones del glam rock a través de una televisión en blanco y negro cuando tenía 8 años. Su descubrimiento del pop coincidió con el auge del glam, así que el crítico asumió la suma extravagancia, frivolidad y ambigüedad sexual de esta corriente -cuyos orígenes sitúa en la cultura camp y el warholismo- como una condición natural de cualquier forma de pop: "Uno de mis primeros recuerdos pop es la conmoción ante la imagen y el sonido de Marc Bolan cantando "Children of the Revolution", o acaso fuera "Solid Gold Easy Action", en Top of the Pops. Lo que me hipnotizó fue el look de Bolan, mucho más que la ominosa sensualidad del sonido de T. Rex. El cabello encrespado y eléctrico, las mejillas salpicadas de purpurina, el abrigo que parecía hecho de metal... Marc era un guerrero del espacio exterior".



Tras la revuelta universitaria y contracultural de 1968, "la música había descuidado a dos grandes grupos: los varones adolescentes de la clase trabajadora y las púberes y adolescentes". Como reacción, en el periodo inmediatamente posterior, entre 1971 y 1973, resurgió el espíritu adolescente en la música con tres singles: "Teenage Lament '74", de Alice Cooper; "Teenage Dream", de Marc Bolan y T. Rex; y "Teenage Rampage", de The Sweet.



Tras la introducción, Reynolds centra el primer capítulo en Marc Bolan, líder de T. Rex, la primera estrella musical que fue plenamente autoconsciente de que para cautivar a las quinceañeras la imagen era más importante que la música.



El camaleónico David Bowie también vivió su etapa glam

Después Reynolds entra en profundidad en la vida y la carrera artística de Bowie, destacando su vertiente de "artista multipropósito", que se acercó al rock como un actor pero que en entrevistas posteriores declaró no sentirse nada apegado al género.



En su atormentada búsqueda de una identidad, Bowie siguió a dos gurús: el bailarín y mimo Lindsay Kemp y, más tarde, al maestro budista Chimme Yong Dong Rinpoche. El artista sufría por su carácter cambiante, pero acabó aceptando que la esencia de su yo consistía en ese permanente cambio. Una visión que Reynolds resume así: "Dado que representar la verdad en el escenario o en una canción es un intento vano, y que el personaje de la interpretación no puede ser sino una máscara, lo más honesto es decir mentiras".



Así fue como Bowie se fue alejando de su intento por encajar en la contracultura hippie, defensora de la autenticidad y presuntamente enemiga del artificio. Ya en 1974, en una conversación con el escritor William S. Burroughs, Bowie confiesa: "Por lo general, no suelo estar de acuerdo con lo que digo durante mucho tiempo. Soy un gran mentiroso". Este carácter camaleónico de Bowie resultó transgresor en su momento, pero como señala Reynolds "la costumbre de cambiar de sonido e imagen en cada disco se ha convertido en una práctica [...] habitual para el pop" gracias a Bowie.



Como señala Reynolds, el amaneramiento está presente en el rock and roll desde sus orígenes, especialmente a partir de Little Richard, pero se volvió un rasgo muy marcado en el pop británico. Para el autor, esto se explica en parte por "el ambiente de las escuelas de arte, que insufló en la escena del rock británico una laxitud bohemia en lo concerniente a la apariencia física y la cultura sexual". Esta ambigüedad ya estaba presente en The Kinks y en The Rolling Stones. De hecho, según Reynolds, Jagger y compañía "tienen más derecho que nadie a arrogarse el título de precursores del glam".



La estética y la música de Roxy Music condensaron la vía de escpae de una generación

El futurismo retro de Roxy Music

Roxy Music fue otro de los grupos capitales del glam, introduciendo un elemento propio muy marcado, lo que hoy se conoce como "futurismo retro" pero que a principios de los 70 la crítica no sabía definir con una palabra. El gusto de Bryan Ferry y compañía por el glamour de la vieja aristocracia y del Hollywood anterior a la Segunda Guerra Mundial quedó reflejado en el propio nombre de la banda, ya que Roxy era el gran palacio del cine de Nueva York construido en los años 20, un espacio colosal y lujoso donde las masas podían escapar momentáneamente de sus vidas rutinarias para soñar con las estrellas. La misma vía de escape que muchos jóvenes hijos de la Inglaterra industrial y obrera, como el propio Ferry, buscaron con ansia 'aristocratizante'.



Como señala Reynolds, en aquella música que bebía del rock and roll de los 50 y del rock progresivo de los 60, el matiz vanguardista lo ponía Brian Eno, encargado de los sintetizadores y efectos electrónicos de procesamiento del sonido. Bryan Ferry fue el fundador de la banda y autor de la letra y la estructura musical de las canciones, pero Reynolds considera que en el sonido de la banda fueron decisivas las aportaciones de los demás miembros, volviendo "aún más borrosos los límites de por sí difusos entre composición y arreglo", algo bastante habitual en el rock, "un género en el cual el sonido, la energía, el espíritu y la potencia de la banda como motor rítmico tienen igual importancia que la melodía o las letras a la hora de seducir y deleitar a los oyentes". Por eso, el autor del libro considera un error que Ferry firmase como único autor de las canciones, dejando al resto de la banda sin su trozo de pastel en los beneficios por derechos de autor. Su autoridad dentro del grupo quedó patente también cuando decidió expulsar a Eno de la banda por miedo a perder el protagonismo, ya que muchos fans y periodistas empezaban a fijarse más en Eno que en Ferry.



Glam americano: de Alice Cooper a New York Dolls

Para Reynolds, Alice Cooper "tiene tanto derecho como Bolan o Bowie a ser considerado uno de los grandes innovadores del glam", pero a diferencia de estos, no explotaba su potencial de "bomba sexual", sino de "bomba mortal", con su apariencia cadavérica, sus letras gore y los falsos ahorcamientos y decapitaciones a los que se sometía en sus conciertos (uno de ellos, por cierto, salió mal y casi le cuesta la vida de verdad, al fallar el mecanismo que detenía a tiempo el nudo corredizo de la soga). Por tanto, los puntos de unión entre Cooper y sus dos colegas británicos era el travestismo y la provocación, aunque entendidos de una manera bien distinta. "Tampoco es posible decir que Alice Cooper haya inventado la teatralidad en el rock ni el shock rock, pero sí que se ocupó de acentuar estas tendencias a un grado tal que algunos de los comentaristas más exasperados de la época comenzaron a preguntarse a cuánto estaban de que un artista de rock decidiese matarse, o matar a otra persona, en escena".



Alice Cooper continúa manteniendo una estética transgresora en la actualidad

En Estados Unidos, la vertiente teatral o espectacular del rock, que comenzó con las calaveras y los féretros de Screamin' Jay Hawkins y el piano en llamas de Jerry Lee Lewis, dio paso a mediados de los sesenta a un rock serio que se convirtió en "un asunto honesto de grandes aspiraciones artísticas e ideología contracultural", explica el musicólogo. No obstante, durante esta época hubo excepciones, como Dr. John o The Doors, que hacían rituales o gestos exagerados durante sus shows. De hecho, Alice Cooper reconoció como influencia a Jim Morrison, a quien consideraba "mejor como actor que como cantante". En cambio, en Gran Bretaña, la teatralidad de los comienzos continuó en la década de los sesenta con bandas como The Who, The Creation y John's Children, y más adelante con grupos como The Crazy World of Arthur Brown.



Reynolds también traza las conexiones del glam con otros fenómenos en auge en aquella época en Estados Unidos como la cultura camp y drag, la Factory de Warhol, el teatro de lo ridículo y las películas de John Waters y Divine con su gusto por el oropel y lo escatológico, todo lo cual traza un cruce de caminos con el punk en el que se sitúan bandas como Queen Elizabeth o New York Dolls.



@FDQuijano