Dolores Redondo
La escritora explica las claves de Todo esto te daré, la novela sobre los más oscuros secretos de una poderosa familia de la Ribeira Sacra gallega, con la que ha ganado el Premio Planeta 2016.
Pregunta.- El germen de la novela ya tiene unos años, y sin embargo el eje de la codicia parece de plena actualidad.
Respuesta.- Es que la codicia, por desgracia, es algo que lleva muchos años siendo un tema de actualidad. Siempre nos vamos a encontrar con ese tipo de comportamientos porque es algo muy propio de nuestro país. Es algo muy nuestro, por una parte que haya ese tipo de gente que están convencidos de que tienen derecho a unos privilegios superiores a los demás, de que se van a librar siempre; y por otra que nosotros, el resto, asumamos también que es así, porque creo que es una conversación que todos hemos tenido, el "a este no le va a pasar nada" porque es de esta familia o de este grupo... No está bien que ni unos ni otros aceptemos esa realidad como inmutable.
P.- La novela negra es tradicionalmente un género urbano, ¿por qué ambientar la novela en la Ribeira Sacra gallega?
R.- Para mí la elección del escenario nunca es casual, no puede ser cualquiera. Los lugares que elijo para contar una historia tienen que fundirse con el personaje, afectarle de alguna manera. Es cierto que la novela negra suele estar ambientada en paisajes urbanos y desoladores, pero ya elegí el rural para ambientar la Trilogía de Batzán y ahora lo vuelvo a hacer. Se puede contar una historia oscura, negra, en un tipo de escenario que reúna esa hostilidad sin ser el típico ambiente urbano. Los paisajes que encuentro bellos literariamente son ese tipo de escenario que tiene una rudeza, una hostilidad, que fuerzan a sus habitantes a adaptarse a sus condiciones. Ocurre en la Ribeira Sacra, que es un lugar que el hombre ha tratado de domar durante siglos pero que para disfrutar de él han tenido que dejarse la piel de forma literal. Estos lugares atan a su gente de una manera muy poderosa, exigen que te pliegues a ellos.
P.- Las tramas familiares también son recurrentes en su narrativa, ¿de dónde nace esta reflexión?
R.- Precisamente uno de los motivos de que la novela transcurra en Galicia es hacer un homenaje a mi familia, de orígenes gallegos. El tema de la familia lo heredo de las historias que me gustaban tanto y que me llevaron un poco hacia la novela negra, historias en las que todo lo marca pertenecer a una familia, como El Padrino, de Matio Puzzo, donde aunque intentes vivir de otra manera estás marcado por quién eres. Es una especie como de sentencia. Otro homenaje que quería realizar es a las novelas de crímenes en mansiones, pero claro yo no iba a escribir sobre un crimen en una mansión del campo británico y con nobles victorianos al estilo Agatha Christie. No es necesario, porque tenemos maravillosos pazos en Galicia para encajar una historia como esta, además con familias que se corresponden perfectamente con esos nobles ingleses, que son nuestros nobles de aquí.
P.- Plantea un conflicto familiar que no se da con el propio miembro de la familia, sino con su pareja, ¿por qué?
R.- Manuel no sabía nada de los parientes de Álvaro, y se encuentra con un rechazo frontal por parte de su familia política. Todo le parece sospechoso y a la muerte de su pareja se juntan varios dolores como ese menosprecio de la familia, el estar en un lugar desconocido y hostil... Me pareció mucho más rico explorar todos esos matices. El hecho de que Álvaro y Manuel sean homosexuales, me da una coartada perfecta en este sentido porque es cierto que hay muchas personas en sus circunstancias que se vieron obligados a vivir una vida separados de su familia por el rechazo que en un momento dado pudo tener su tendencia sexual.
P.- Además Manuel es escritor, ¿le sirve para reflexionar sobre ciertos aspectos de su profesión?
R.- Manuel también es un hombre que tiene detrás una dura historia personal y se ha refugiado en la escritura, que para él es algo terapéutico, su modo de vida. En este sentido no se parece a mí, pero es cierto que escribir esto era un poco hacer un ejercicio de introspección al que he añadido lo que he recogido de las parejas de otros autores. Las parejas de los escritores son los encargados de la vida real, mientras nosotros nos ocupamos de la vida imaginaria. Ellos pagan los impuestos, hacen las compras, se ocupan de todo lo real. Ocurre que en la medida en la que tu trabajo como escritor va creciendo, la dependencia de estas personas es total. Manuel está refugiado en ese parapeto que le proporciona el mundo de escritor, se escuda tras su escritura para no querer implicarse demasiado en las realidades, en lo más vulgar, y al morir su pareja se encuentra con que hay cosas de su propia vida que no sabe ni controla.
P.- La parte policial del relato corre a cargo de un guardia civil, ¿cómo es este personaje y cómo casa en el relato?
R.- Nogueira no es un guardia civil al uso en el sentido de que no está con el poder. Es él quien convence a Manuel para quedarse diciéndole que la familia de su pareja no puede quedar impune, pues sospecha que esta no es la primera muerte del entorno de esos nobles a los que no puede ver. Además ya no está en activo, porque quería huir de la típica novela policiaca con cuarteles, comisarias, forenses... Mi intención era afrontar una investigación más en la línea de los clásicos del misterio, sin investigación policial como tal, sino más relacionada con las indagaciones y los descubrimientos dentro de la vida familiar. Porque al fin y al cabo todo tiene que ver con secretos que se han ido ocultando y con por qué se han ocultado.
P.-También introduce el personaje de un cura, ¿qué aporta a la novela?
R.- El cura representa a un personaje muy común y muy importante en la zona, y en toda Galicia. Está al frente de uno de esos santuarios con muchísima tradición, por algo es la Ribeira Sacra, en eliminar meigallos y conjuros, y aporta un poco la visión mística y religiosa. Además es amigo desde la infancia del fallecido y se mueve horrorizado entre la defensa a ultranza de sus convicciones y las verdades que le van siendo arrojadas a la cara.
P.- Y con estos dos personajes tan dispares forma el protagonista un tándem en donde reside la fuerza de la novela, ¿qué les une?
R.- El triángulo es poderosísimo, es un choque de trenes porque estamos hablando de tres personajes totalmente incompatibles. Por distintas razones, cada uno por una motivación personal propia, quiere saber qué ha pasado y a fuerza de chocar se van puliendo y llega un momento en el que son capaces de vencer las reticencias iniciales y los clichés mentales que tienen sobre lo que es cada uno, y se produce un crecimiento y un descubrimiento mutuo. La inesperada amistad de estos tres hombres sin ninguna afinidad aparente les ata en una búsqueda de la verdad y de la justicia que es el eje, el mensaje de la novela.