Isabel Bono
Isabel Bono (Málaga, 1964) odiaba la lengua y la literatura en su etapa de estudiante. Esto es lo primero que ha confesado tras irrumpir desde los ventanales del Café Gijón hasta la mesa del jurado que acababa de citar su nombre en la lectura del fallo. Inmediatamente, ha tenido que matizar sus palabras ante el estupor de algunos de los periodistas que cubrían el acto. Lo que detestaba Isabel era la asignatura de Lengua y Literatura incluida en el programa académico que siguen todos los centros educativos de secundaria en España. "No me gustaba que me lo impusieran", ha aclarado con el gracejo andaluz exhibido durante toda su intervención. Así debió ser, pues si no sería inconcebible que con sólo siete años escribiera su primer cuento, con nueve comenzara una serie de relatos basada en sus propios sueños, y hoy cuente con 14 poemarios publicados. La literatura estaba dentro de Isabel Bono, pero el origen se encontraba más allá de los límites escolares.Una casa en Bleturge es la obra presentada por la autora, una estudiante de Económicas que abandonó la carrera y se fue a Madrid a cursar Estilismo y Coordinación de moda. "Yo soy de ciencias -reconoce- y en vez de un santo en la cartera, llevo una tabla periódica". No obstante, la escritura le ha servido siempre para estar en otro lugar. "Eso es lo que me salva. De hecho, no entiendo cómo no escribe todo el mundo", ha dicho. Mientras escribía poemas y relatos, pensaba en lo que podría ser su primera novela. Ha llegado, por fin, con el Premio Café Gijón bajo el brazo, uno de los reconocimientos literarios más importantes de España -dotado con 20.000 euros-, y con la aclamación del Jurado, compuesto por Mercedes Monmany, Antonio Colinas, Marcos Giralt Torrente, José María Guelbenzu y Rosa Regás, en calidad de presidenta. Se ha destacado la "indudable calidad literaria y el carácter sumamente original y exigente que tiene la obra". Respecto al tono, Isabel Bono "ha sabido elegir perfectamente" el que le correspondía a cada personaje. Por último, el Jurado ha subrayado la verosimilitud que transmite el conjunto de la obra, desde las situaciones vividas por los personajes hasta "las manías y los miedos que padecen". En definitiva, una obra "que resulta tierna, cruel y realmente emocionante".
La propia autora ha hablado de su novela, la historia de un matrimonio que ha perdido a su hijo prematuramente, un hecho que se convertirá en el eje sobre el que gira la familia, arrastrada por la culpabilidad y el odio soterrado. "Es una novela que habla de la soledad y del dolor, precisamente dos temas que no se gastan nunca", ha comentado Isabel Bono, que incluyó en la historia la muerte de un hijo "porque es lo que mejor representaba ese dolor". Respecto al fallo del jurado, se mostró muy emocionada, tanto que dejó escapar un suspiro cuando alguien a su lado le dijo que era la elegida entre casi mil novelas, nada menos. Pero también asustada: "Ya sí que no estoy tranquila ni por dentro ni por fuera", ha reconocido la autora, que dudó si enviar el manuscrito hasta el último momento, recordando que el día anterior no fue localizada para comunicarle su victoria hasta las 23:30 horas. La culpa de su demora para responder al teléfono sería de su incompatibilidad con las nuevas tecnologías: "Yo soy simpática, pero no me gustan las redes sociales ni nada de eso", ha bromeado. Bono había sido antes pre-jurado en premios de poesía y reconoce que "alguno me decepcionó" por haber sido persuadida a tomar decisiones no individuales. De su poesía, ha dicho, "no es para declamar, sino intimista. Para leer en casa, tranquilo".
Preguntada por su método de trabajo, Isabel Bono ha contado que construye la ficción a partir de momentos que rescata de la vida cotidiana, así como lo harían entonces autores que han sido una referencia para la autora: Samuel Becket (el que más le emociona), Kafka, Dostoievski o Raymond Caver en narrativa; Rafael Pérez de Estrada en poesía. "Si quiero pintar, la mano se me va a la escritura", ha reconocido la autora, que ya forma parte del prestigioso grupo de escritores que ha ganado el Premio Café Gijón de Novela. Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Eduardo Mendicutti, Leonardo Padura o Carmen Boullosa han sido merecedores de este premio, creado por Fernando Fernán Gómez en 1949 -se convirtió en mecenas, haciéndose cargo de todos los gastos y de la publicación de los ganadores- para replicar el Nadal de Barcelona. Desde hace diez años, la editorial Siruela se hace cargo de la publicación de las obras ganadoras, como la del año pasado: Todos los miedos, de Miguel Ángel González.
@JaimeCedilloMar