Svetlana Aleksiévich durante su visita a Madrid. Foto: Begoña Rivas.
Tras su paso por Barcelona, adonde regresa mañana, la intensa gira española de Svetlana Aleksiévich ha llevado a Madrid a la escritora y periodista, última ganadora del Premio Nobel de Literatura. En un coloquio organizado esta mañana por la sucursal española de Aspen Institute -entidad sin ánimo de lucro dedicada a fomentar el debate en la sociedad civil- en el auditorio del bufete Uría Menéndez, Aleksiévich ha congregado a periodistas e invitados para disertar sobre ese mural panorámico del "hombre rojo" que es su obra: cinco libros que ilustran con cientos de testimonios, un siglo de historia desde el inicio del régimen soviético hasta la Rusia postcomunista de hoy. Por la tarde la autora mantendrá otro encuentro en la Fundación Telefónica, dentro del ciclo "Hay vida en martes", en el que responderá a las preguntas de jóvenes entre 14 y 18 años y que se retransmitirá en directo en la web de la fundación. Envuelta en ese halo de expectación que rodea a las estrellas mediáticas, la autora ha hablado una vez más de los temas principales de sus obras: la ilusión por el cambio que tenían los jóvenes soviéticos durante la Perestroika, la decepción de los viejos comunistas de entonces, la decepción general de un pueblo que no estaba preparado para la libertad ni para su perversión en forma de consumismo, el encumbramiento de "los bandidos y los cínicos", el enorme poder de Putin y el regreso de los jóvenes rusos, que no conocieron los gulags, a las ideas comunistas. En esta ocasión, la autora ha estado flanqueada por el director de programas de Aspen Institute, David Blázquez, y la periodista Pilar Bonet, que ha desarrollado la mayor parte de su carrera como corresponsal en Moscú. Aleksiévich, acostumbrada a responder más o menos las mismas preguntas en cada encuentro, tiene la ventaja de poder ilustrar cada vez sus respuestas con una gavilla diferente de anécdotas entre las miles de horas de conversación mantenidas con los protagonistas de todas esas aspiraciones y decepciones. La propia Aleksiévich es una de las voces autorizadas para recordar aquellos años de cambio que presidió Gorbachov. Tras el intento de golpe de estado de agosto de 1991 por parte de la facción dura del Partido Comunista, algunos ciudadanos se echaron a las plazas para mostrar su repulsa. "No queríamos el capitalismo, sino un socialismo con rostro humano, los rostros de los líderes intelectuales de la Perestroika, como Lijachov o Adamovich", recuerda la escritora. El problema de Rusia, considera Aleksiévich, es que "pasó del feudalismo al comunismo sin estar preparada para ese gran cambio", y luego volvió a suceder cuando se cambió el comunismo por el capitalismo. En ese contexto, "los que mejor se desenvolvieron fueron "los que habían servido con cinismo al Estado soviético, gente que no creía en nada. Ellos formaron una oligarquía y de este modo el 7% de la población se dedicó a robar al resto", afirma la autora de Voces de Chernóbil. Aleksiévich considera que esta es la razón por la que muchos jóvenes rusos han sido seducidos de nuevo por las ideas comunistas. "Ahora la gran idea que mueve a la gente es salvar el mundo ruso, crear una gran Rusia. Hace poco una profesora joven, muy guapa, me dijo que Europa y América nos quieren escarmentar. ¿Escarmentar de qué? El gobierno, como ocurre tantas veces, ha conseguido orientar el descontento hacia un enemigo exterior", lamenta la escritora, que insiste en que Putin no es solo un individuo, sino la personificación de los deseos y las ideas de un colectivo muy importante dentro de la población rusa, del clásico "hombre rojo". En esta comparecencia, la autora de La guerra no tiene rostro de mujer ha compartido también su opinión sobre la situación actual de su país natal: "Bielorrusia es una nación retardada. Lukashenko [presidente del país desde su independencia de la URSS, en 1994] ha rusificado el país y Putin no va a permitir que Bielorrusia, su principal aliado, se integre en la Unión Europea". Como relatan algunas voces de El fin del "Homo sovieticus", el dinero nunca fue importante para la gente corriente en la Unión Soviética, pero ahora, señala Aleksiévich, es un instrumento del miedo. "La sociedad rusa ha superado la prueba del gulag, pero no la del dólar. Antes la gente no tenía nada que perder, ahora sí. Por eso, la mitad de la élite rusa está al servicio del poder y la otra mitad está desorientada. Además, la propaganda quiere confundirnos para que no podamos discernir entre el bien y el mal". Tras su acto en la Fundación Telefónica este martes por la tarde, Aleksiévich regresará a Barcelona, donde mantendrá su cuarto coloquio público en España. Será en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) junto al escritor y conocedor de su obra Francesc Serés. @FDQuijano
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