E. L. Doctorow. Foto: Francesca Magnani

Aquí puedes leer y descargar "La depuradora", uno de los relatos incluidos en el volumen

Para E. L. Doctorow (1931-2015), "una novela puede nacer en tu cabeza en forma de imagen evocadora, y por tanto el acto de escribir tiene carácter de exploración". Los relatos, en cambio, "se imponen, se anuncian a sí mismos, su voz y sus circunstancias están ya decididos y son inmutables". Doctorow, fallecido el pasado 21 de julio, pertenecía a la tradición de novelistas norteamericanos cuyas incursiones en lo breve nunca son meros ensayos, ni métodos para desatascar la imaginación cuando un gran empeño los ha dejado secos o exhaustos. Era, como dice Eduardo Lago en el prólogo a sus Cuentos Completos (Malpaso), un verdadero conocedor ("un maestro") de los resortes de la narrativa breve, capaz de provocar en el lector "una experiencia estética desasosegante".



"Como autor de relatos breves -escribe Lago-, Doctorow fue un escritor más directo, poético y fugaz; más emotivo y cercano; más íntimo y elusivo; más profundo y misterioso; y, a la postre, mucho más desconcertante".



La edición de Malpaso es la primera que incluye toda la producción cuentística del norteamericano, dimensión que para muchos había permanecido oculta hasta ahora. Ni siquiera en inglés existe una edición así. Doctorow, que publicó únicamente tres volúmenes de relatos en toda su vida, colaboró con el proyecto de la editorial española y eligió él mismo el orden de los textos, que no es cronológico ni está dividido en libros, como si el autor hubiera encontrado un extraño orden interno ("una lógica superior", se apunta en el prólogo) para toda su narrativa breve.



El autor de Llámame Brooklin asegura que las ambiciosas novelas de Doctorow, algunas, dice, "entre lo mejor de la narrativa norteamericana de las últimas décadas", podrían haber hecho palidecer "la calidad excepcional" de sus piezas breves. "No falta nada en estos relatos, y sin embargo dejan en el lector una desazón muy profunda, como si exigieran que ocurriera algo más, cosa que de hecho sucede, sólo que, extrañamente, fuera de la página". El escritor norteamericano, descendiente de emigrantes judíos instalados en El Bronx, heredó la afición a los relatos de su padre, que le llamó Edgar como homenaje al autor de La caída de la Casa Usher.



En 1980, cinco años después de dar a la imprenta Ragtime -para muchos su obra maestra-, Doctorow publicó Vidas de poetas, su primera compilación de cuentos, en donde incluía seis relatos y una nouvelle que cierra el volumen de ahora -como el de entonces- a modo de "epifanía final apoteósica". Se trata de un "resumen magistral", opina Lago. La novelita apunta a direcciones esbozadas en los anteriores relatos, cuyos personajes se ven afectados por circunstancias casi siempre escamoteadas al lector. Ahí podemos leer "El escritor en la familia", cuento en el que el narrador, para prolongar un engaño, se ve obligado a escribir cartas haciéndose pasar por su padre muerto; "Willi", una trágica historia familiar ocurrida en Galitzia en 1910; o "El cazador", acerca de una maestra con problemas psiquiátricos cuya tragedia es de nuevo sugerida, más que narrada.



Se incluyen también los cuentos de Sweet Land Stories, de 2004, para Lago uno de los libros más perfectos de Doctorow. Aunque éste le valió algún desencuentro con la crítica. "Salvo el anhelo estético que mueve el lenguaje, no hay en estas historias despiadadas e inquietantes el menor ánimo de redención moral", dice el escritor y catedrático español. Este rasgo, que años antes le había criticado el novelista John Gardner, hizo que John Updike llegara a acusar a Doctorow de "sadismo narrativo".



El último volumen de relatos incluido, y el tercero de toda su producción, es Todo el tiempo del mundo, de 2011. De éstos cuentos dijo el crítico de El Cultural José Antonio Gurpegui que recreaban "idéntico zeitgeist al de sus novelas más emblemáticas"; y destacaba sus personajes "singulares, literariamente atractivos". Algunos textos habían sido publicados antes en The New Yorker, e incluía seis inéditos. Leemos, por ejemplo, "Glosas a las canciones de Billy Bathgate", uno de los primeros escritos del autor, de 1968, y que sería el germen de su novela Billy Bathgate, publicada veinte años más tarde. O "El atraco", que se convertiría después en la novela La ciudad de Dios.



Además de aparecer todos reunidos por primera vez, cuatro de los 31 relatos del libro nunca habían sido publicados en español. Toda una oportunidad, concluye Eduardo Lago, "para adentrarse sin restricciones en lo más hondo del lado secreto de la imaginación de un cuentista excepcional que da la casualidad de que se llama exactamente igual que un novelista a quien llevábamos muchos años leyendo con admiración: Edgar Lawrence Doctorow".



@albertogordom

Aquí puedes leer y descargar "La depuradora", uno de los relatos incluidos en el volumen