Muere Francisco González Ledesma
Francisco González Ledesma. Foto: Domenec Umbert
El escritor y periodista barcelonés, uno de los grandes nombres de la literatura policíaca de España, ha fallecido a los 88 años
Coartado por la dictadura, comenzó a escribir, bajo el seudónimo 'Silver Kane', novelas populares para Editorial Bruguera, donde pasó la mayor parte de sus años de juventud. En su carrera, Ledesma ha escrito ocasionalmente tras el seudónimo 'Enrique Moriel', extraído del nombre del protagonista de su primera novela, Sombras viejas; aunque se hizo célebre su seudónimo 'Silver Kane', que en sus primeros años le permitió costearse la carrera de Derecho, llegando a escribir alrededor de 400 novelas, a veces dos por semana. "La verdad es que he trabajado de una manera sobrehumana, como un esclavo casi", explicaba a El Cultural.
Desencantado de la abogacía, estudió después periodismo e inició una nueva etapa profesional en El Correo Catalán y, más tarde, en La Vanguardia, alcanzando en ambos medios el cargo de redactor jefe. En 1959 nació su hijo el periodista Enric González, y en 1966 fue uno de los doce fundadores del Grupo Democrático de Periodistas, asociación clandestina durante la dictadura en defensa de la libertad de prensa.
En 1977, con la consolidación democrática, publicó Los Napoleones y en 1983 El expediente Barcelona, novela con que quedó finalista del Premio Blasco Ibáñez y en la que apareció por vez primera su personaje emblemático, el inspector Ricardo Méndez, que inauguró la saga de una decena de novelas. En 1984 obtuvo el Premio Planeta con Crónica sentimental en rojo, lo que significó para Ledesma su consagración definitiva como autor.
La dedicación durante años a la literatura de quiosco, que exige crear y desarrollar una historia y unos personajes en setenta páginas, aportó al autor esa concisa precisión que parece dejar al descubierto los mecanismos del relato, reducidos casi a una agilísima y compacta mezcla de osamenta y nervios, al compás de un ritmo cambiante manejado con infrecuente destreza y que a veces precipita al lector en un vértigo, favorecido por la rapidísima sucesión de enunciados mínimos.
Era capaz de articular diálogos espléndidos, de narrar o describir un lugar o una situación con una simple yuxtaposición de breves enunciados nominales -a la manera del mejor Simenon-, o bien de cambiar de voces y estilos narrativos en el interior de una misma secuencia, englobando vertiginosamente perspectivas distintas. La inesperada originalidad de muchos símiles y humorísticas hipérboles, tanto en el relato como en los diálogos, remiten inevitablemente al Marlowe de Chandler.
Sin embargo, no hay en Méndez, ese antihéroe que protagonizó muchas de sus historias, nada que se antoje mimético respecto a otros modelos de investigadores del género. González Ledesma creó un personaje original, sólido, sin fisuras, que fue creciendo en densidad novela tras novela; un policía "de calle", cercano a la jubilación y nada científico, que prefiere la justicia a la ley cuando, como sucede a menudo, ambas parecen entrar en conflicto. Méndez es, además, la representación de una Barcelona que se desvanece, de barrios populares, bares modestos, casas mugrientas y prostíbulos llenos de historias, y arrastra consigo la nostalgia de un mundo en liquidación. "Yo siento una nostalgia muy viva de la vieja Barcelona", comentaba Ledesma en una entrevista a El Cultural. "Aunque desde el punto de vista urbanístico es evidente que ha mejorado mucho, añoro esa Barcelona que era muy roja, y muy pobre, pero en la que había solidaridad, esperanza por un mundo mejor y un espíritu de lucha que hoy están desapareciendo".
Entre sus galardones más recientes se encuentra el II Premio José Luis Sampedro (2011) del festival de novela policíaca Getafe Negro, el francés Mystère (2007); el Internacional RBA de Novela Negra (2007); el I Pepe Carvalho (2006), y el Dashiell Hammett (2003) de la asociación Internacional de escritores policíacos. Como abogado recibió el premio Roda Ventura y como periodista el premio El Ciervo, mientras que en 2010 la Generalitat le otorgó la Creu de Sant Jordi por su trayectoria informativa y por la calidad de su obra, de proyección internacional, y en 2009 la ciudad de Toulouse le reconoció con su Medalla de Oro.
Sus últimas novelas publicadas han sido El adoquín azul (Menoscuarto Ediciones, 2014); Peores maneras de morir (Planeta, 2013); Barcelona Noir (Akashic Books, 2011); No hay que morir dos veces (Planeta, 2009), Una novela de barrio (Planeta, 2007), Méndez (Almuzara, 2007)Historia de mis calles (Planeta, 2006) y Cinco mujeres y media (Planeta, 2005)