Ha hecho el profesor Julio Neira lo que se podría llamar un gran libro factual. Es decir, un pormenorizado repaso en datos -a veces hasta minucioso- por la vida y la actividad literaria del jerezano José Manuel Caballero Bonald, que nació el 11 de noviembre de 1926. Yo diría (como elogio) que se trata de un gran trabajo, riquísimo en datos -sabemos el día y los acompañantes de Pepe Caballero en tal o cual mesa redonda- y algo menos rico en interpretación.
Quizá el profesor Neira ha querido arriesgar menos en ese punto, tal vez porque el volumen ya es grande o acaso porque es siempre evidente el talante amistoso y admirativo del biógrafo para con su biografiado. Como dicen algunos especialistas británicos en esto que ahora llamamos “literatura del yo” mientras un autor vive no hay, no puede haber, biografía perfecta. No obstante lo cual, Memorial de disidencias (un título ya cercano a Caballero) será un referente para todo el que quiera documentarse con detalle sobre la vida y el hacer de nuestro poeta y novelista, desde sus lejanos inicios (años 40) en el eje Jerez-Cádiz hasta su éxito mayor, con muchos andares y vicisitudes, y éxitos o fracasos que se miran siempre desde el lado positivo, que fue sin duda la concesión del premio Cervantes en 2012. Por medio toda una vida (86 años) y cientos de nombres de mayor o menor envergadura.
La opción de Julio Neira ha sido más el acopio de datos que analizar temas literarios o íntimos
Es cierto que Neira da datos digamos “no bienpensantes” del autor, aunque la mayoría eran sabidos: Pepe abusó mucho del alcohol —como otros de su generación— y visitó prostíbulos, nada raro en su juventud. Entre sus líos de faldas estuvo Rosario Conde, la primera mujer de Cela, en los primeros 50, cuando el poeta hacía labores de factótum para Camilo (que no dejó de ayudarlo) y era secretario de redacción de Papeles de Son Armadans, la notable revista de Cela en Mallorca. Pepe en esos años hizo mil y un trabajos de pluma para salir de la necesidad, y el secreto lo contó la propia Rosario, acaso como venganza lejana hacia su exmarido.
También sabemos que aunque propenso a la melancolía y con depresiones en su haber (alguna con leve tratamiento psiquiátrico) Pepe es hombre muy temperamental, que algunas veces se ha excedido incluso con cierta violencia, y aunque él diga sentirse mal con esa deriva de su temperamento, es muy cierto que lo tiene y que llega a querer más o menos a algunos amigos o cercanos, por temporadas. Se habla de su poco interés en los “novísimos”, lo que la mayoría de los interesados conoce; igual le pasaba a otro miembro de su generación y amigo suyo, Ángel González. Quizá algo más de este análisis se eche en falta, entre tanta riqueza de datos. A Pepe no le gustaba la obra de Ángel (y viceversa) pero fueron excelentes amigos en las largas noches etílicas.
El caso Gil de Biedma -muy interesante- se apunta: “Su amistad con el autor de Moralidades nunca fue estrecha y se aflojó aún más cuando ya en Bogotá -Pepe y su mujer pasaron un año en Colombia- José Manuel escribió un artículo sobre su poesía que él estimó poco elogioso.” Dirimir la amistad aparente y el desencuentro literario (que pervive) entre Gil de Biedma y Caballero Bonald se me hace fecundo y sabroso. Pero la opción de Neira ha sido más el acopio de datos (casi exhaustivo) mejor que analizar temas literarios o íntimos, que habrían dado para otro tomo y otro libro. Obra -con sus límites- más que sólida.