Anna Politkóvskaya. Foto: AP
El precio del libro Soló la verdad es 29,90 euros. A su autora, Anna Politkóvskaya, le costó mucho más: su propia vida. Primero intentaron envenenarla con un té servido en un avión. Pero sobrevivió. Luego, para que la ejecución no volviera a fallar, le dispararon a quemarropa cuatro tiros en el ascensor de su casa: dos en el pecho, otro en el hombro y uno más en la cabeza. Su cuerpo horadado por el plomo era el de una periodista que decidió no callarse en la Rusia de Putin. A sus asesinos no les importó mucho el escándalo mediático que provocaría su muerte, porque Politkóvskaya gozaba ya de un gran prestigio internacional. Había recibido los premios de Amnistía Internacional, el Leerte Ulises, el Olof Palme y el Vázquez Montalbán de periodismo (el Guillermo Cano de la UNESCO se le concedió a título póstumo).Algunas de estas instituciones sabían que estaba en el punto de mira y, con su reconocimiento, pretendían blindarla. Pero no funcionó. Politkóvskaya era demasiado incómoda. Había metido sus curiosas y valientes narices en muchos agujeros negros de la política y las finanzas de su país: la guerra de Chechenia, el terrorismo de los nacionalistas de esta levantisca región caucásica (llegó a ser mediadora entre el Gobierno ruso y los terroristas que secuestraron el teatro de Moscú), el surgimiento de mafias que se apoyaron en las viejas estructuras e inercias del régimen comunista... Destapó en sus artículos los entramados corruptos tejidos por oligarcas, políticos, empresarios... Para Politkóvskaya los paralelismos entre el gobierno de Putin y la tiranía staliniana eran excesivos.
Una buena parte de esos textos, escritos para el diario Novaya Gazeta entre 1999 y 2006, componen el volumen Sólo la verdad, editado en España por Debate (en librerías a partir del jueves 1 de septiembre). El libro se completa además con algunas de la entrevistas que realizó a diversos jerifaltes del escenario político internacional: Tony Blair, George W. Bush, Lionel Jospin... Y a figuras del exilio ruso como Boris Berezovsky, Akhmed Zakaev y Vladimir Bukovsky. Politkóvskaya escribió y escribió sin descanso, a pesar de que las amenazas -por mail, por teléfono, expresada directamente a la cara- intentaban agrietar su voluntad de hacer bien su trabajo: de contar lo que sabía, lo que veía, lo que descubría...
Nada ni nadie la calló. Tuvieron que asesinarla para conseguirlo. Su determinación no vaciló nunca, ni en los momentos en que comprobaba como otros compañeros del mundillo periodístico, de la noche a la mañana, empezaban a rehuirla. En el prólogo de Sólo la verdad la abogada y activista política británica Helenna Kennedy recuerda el día que le entregó un premio del PEN club a principios de 2005. Tras la ceremonia y la celebración, cuando llegó el momento de la despedida, Kennedy le preguntó si no había pensado alguna vez abandonar Rusia. Su respuesta fue directa, definitiva: "El exilio no es para mí. De ese modo, ellos ganarían".
El crimen ("un crimen terrible contra todo el país", según Gorbachov) está envuelto en un manto de confusiones, contradicciones, silencios, sospechas no confirmadas y dudosas coartadas. En 2009 se celebró un juicio en el que todos lo imputados salieron absueltos. Este miércoles se abrieron nuevas esperanzas de conocer a sus ideólogos, con la detención de un teniente coronel de la policía rusa, presunto organizador de su vil fusilamiento.
Rusia tiene pendiente el deber cívico y moral de aclararlo cuanto antes porque, como dice la cantante chechena Liza Umárova, Politkóvskaya "representó el honor y la conciencia del país".
FRAGMENTOS DE UNA VERDAD INCÓMODA
Sobre el conflico entre Rusia y Chechenia
"El Krenlim sigue con su minchurinista labor de cultivar y abonar la guerra civil en Chechenia con la misma dedicación que el padre de la hibridación soviética. Su contribución más reciente la hizo el 8 de junio, cuando el presidente firmó una orden designando a Ajmat-Hadji Kadírov, de cuarenta y nueve años, "jefe de Chechenia", es decir, director de la administración provisional. Para la mayoría de la población, el nombre de Kadírov es sinónimo de conflicto y división. Lo llaman "el muftí intermediario", y es el enlace entre los bandidos chechenos y esos influyentes ciudadanos de Moscú cuya principal prioridad consiste en prolongar la política de intimidación en el Cáucaso Norte" [...]
Sobre el conflicto entre Rusia y Georgia
"Como sabemos, en los días que siguieron a la pesadilla de Beslán, a los señores Putin e Ivánov (el que es ministro de Defensa) no se les ocurrió nada mejor que imitar a Bush y a sus colaboradores y prometieron efectuar ataques preventivos contra las bases de los terroristas y los propios terroristas sin importar dónde estuvieran. Para todo el mundo quedó claro que se referían a Georgia -que, sin Shevardnadze, cada día se escapa más al control del Krenlim- y en concreto al territorio de Pankisi Gorge, colindante con Chechenia. ¿Por qué odia tanto el Krenlim?" [...]