Libro de las caídas
Andrés Barba y Pablo Angulo
2 abril, 2010 02:00Andrés Barba. Foto: Antonio Moreno
No hay en él más acción que la que connotan los "saltos" (expresión del deseo que impulsa a alcanzar algo) y la "caída" (constatación de la inercia que mueve el absurdo de la existencia hacia la nada), sugeridos en cada uno de los 30 dibujos que componen cada una de las dos partes: a base de impresiones casi oníricas la primera, de mayor calado narrativo la segunda. Sobre ellos se cifra el contenido emocional: el dolor, el fracaso, la desdicha, el abandono… No hay más personajes que el hombre y la mujer, sin atributos, sin otra perspectiva que la que media entre ser y dejar de ser, entre cada uno y su salto, su caída, la muerte. No hay más voz que la que se dirige desde la "bóveda de la conciencia" a uno y a otro. Ni más signo expresivo que la interrogación constante.
Este es un libro imprescindible para ese gran puñado de lectores necesitados de estos paréntesis donde la creación acoge el diálogo entre dos lenguajes expresando, con emociones mudas, la belleza esencial, la extrañeza irreversible y absurda, de la condición humana. ¿Qué les animó a ello? Porque ni los dibujos se hicieron pensando en ilustrar textos, ni los escritos en comentar las instantáneas reflejadas en cada escena. Sólo la intuición de que el mismo estado de ánimo, lúcido y consciente, desde diferentes ángulos, frente a la misma idea, daría como resultado un encuentro colmado de connotaciones, de sobrentendidos y silencios largos. Las figuras de Angulo parafrasean la idea de Artaud que sirve de cita inicial, retratar "una sensación cogida al vuelo", "dibujar desnudo el movimiento de la muerte". Los textos de Barba son pequeños poemas en prosa que nos sitúan frente a un escritor incuestionable manejando la ambigüedad, calificando con epítetos insólitos lo inexplicable. Prosa indagadora, cobijada entre antítesis y paradojas, con resonancias nihilistas en la ausencia de dirección. Así, la gravedad de las consideraciones perturba, al tiempo que la belleza contenida, tan misterioso como envolvente, enmudece y conmueve.