Doce propuestas para el III Congreso Internacional de la Lengua Española
Filólogos y escritores proponen ideas para el encuentro que comienza el 17 de noviembre en Rosario
11 noviembre, 2004 01:00Ilustración de Ajubel
Comienza en Rosario (Argentina) el III Congreso Internacional de la Lengua Española, dedicado en esta ocasión a analizar los problemas y los retos del idioma español bajo el lema "Identidad lingüística y globalización". Son cientos los estudiosos y escritores, los académicos y periodistas argentinos, mexicanos, colombianos, españoles... convocados para debatir en tres secciones los aspectos ideológicos y sociales de la identidad lingöística; la identidad y lengua en la creación literaria y el español internacional y la internacionalización del español. Pero antes de que comiencen las sesiones, El Cultural ha invitado a doce destacados lingüistas y escritores de las dos orillas para que planteen algunas de las conclusiones para ellos indispensables de este encuentro. El presidente-director de la Academia Argentina, Pedro Barcia; los académicos españoles Ignacio Bosque, Claudio Guillén y Guillermo Rojo; el argentino Mempo Giardinelli; Álex Grijelmo; Germán Gullón; Luis Landero; Juan Ramón Lodares; Julio Ortega; Cristina Peri-Rossi y Ricardo Senabre toman la palabra.
Considero esencial:
1. Que se consolide una creciente conciencia lingüística, en todos los niveles de la sociedad hispanohablante, del valioso patrimonio de la lengua que poseemos como bien común, instrumento que posibilita la educación, la comunicación, la negociación y toda relación humana en la que se hace puente la palabra.
2. Que los medios de comunicación y las industrias culturales asuman, en su grado, la responsabilidad que les cabe en colaborar a la unidad de la lengua española, y en mantener lejos la pobreza y la vulgaridad expresivas.
3. Que los gobiernos de los países hispano hablantes se decidan por la propuesta de políticas lingöísticas adecuadas para reafirmar la unidad de la lengua y la diversidad de las propias variedades regionales, y vean en ella un factor vital para reafirmar la identidad cultural de cada país de la comunidad panhispánica.
4. Que todos, desde sus diversos planos de acción, contribuyan a promover el manejo competente, gustoso y responsable de la lengua, verdadero tejido conjuntivo de toda la trama social. Pedro Luis BARCIA
No más posturas ambiguas
No sé si de este Congreso saldrá alguna conclusión importante, pero me gustaría, como supongo que a muchos, que la Real Academia procurase en lo sucesivo reducir al mínimo los grandes acontecimientos, los ademanes ampulosos, la letra mayúscula, y aplicara su influencia y sus orientaciones a denunciar y frenar con firmeza el deterioro del idioma en los orígenes del problema y en los terrenos más dañados: la enseñanza, ya desde la escuela primaria, donde comienza todo, y los medios de comunicación. Hay que establecer, por otra parte, una gramática normativa -que es necesaria y no tiene por qué ser un tratado de lingöística-, así como recobrar una ortografía también normativa, donde no haya lugar a la libre elección de quien escribe, porque, si cada uno decide en numerosos casos y de acuerdo con su peculiar criterio si debe acentuar una palabra o no -por ejemplo-, no habrá más remedio que preguntarse para qué sirve la ortografía, académica o de cualquier tipo. Lo que el hablante espera son normas y orientaciones precisas, no posturas ambiguas y tolerantes que a veces parecen emanadas del temor de la institución a ser tachada de rancia por unos cuantos gacetilleros aficionados al tiro al blanco. Puede la Real Academia exhibir una dignísima ejecutoria que debe honrar día a día, reprimiendo cualquier peligrosa deriva. Si del Congreso sale alguna decisión en este sentido, todos saldremos ganando. De lo contrario, nos sumaremos a la corriente, cada vez más caudalosa, de la retórica del gesto. Ricardo SENABRE
Aumentar la capacidad de influencia del español
Es imposible anticipar los resultados de un encuentro de esta importancia, pero a mí me gustaría que en las sesiones se analizara con extensión y profundidad el hecho de que la presencia del español en el mundo no es consecuencia del número de personas que lo hablan, sino de la fuerza y el vigor que tengan la ciencia, el arte, el pensamiento y en general la cultura hispánica. Es fundamental que crezca el número de libros escritos en español que se traduzcan a otras lenguas (más que al contrario), el número de publicaciones científicas de primera fila en las que los profesionales de países no hispánicos consideren prestigioso publicar, el número de películas en español que se exhiban en países no hispanohablantes, el número de congresos científicos organizados en países hispánicos en los que participen profesionales reconocidos internacionalmente, el número de carreras universitarias que desean cursar en países hispánicos estudiantes que no tengan el español como lengua materna, y otros muchos índices similares. Todos ellos ponen de manifiesto que la presencia internacional de una lengua es el reflejo que tienen la ciencia, el arte y el pensamiento que en ella se crean. Su capacidad de influencia en el mundo es, en lo esencial, consecuencia directa del alcance y la trascendencia de todas esas creaciones.
Lo que sucede es que tal planteamiento nos lleva -irremediablemente- a analizar la organización de nuestras sociedades, porque seguramente es en ellas, más que en la lengua que compartimos y que nos une, donde habrán de producirse los cambios necesarios para alcanzar todas esas metas. Ignacio BOSQUE
Dinero, cuidar la educación...
Lo mejor que podría salir de este Congreso es algo tan tópico como necesario: la convicción de que tenemos un patrimonio maravilloso y la responsabilidad de hacerlo valer en el mundo, de jugar las cartas que supone un idioma con la fuerza del nuestro. Si el francés tuviera la fuera que tiene el español, qué no harían los franceses... El nuestro es un idioma que es llave de cultura, pero también de comercio, de poder. Hace falta conciencia y política para invertir en nuestro mejor patrimonio de una forma que no suponga mirarse al ombligo, hacer autobombo, sino llevar a cabo proyectos eficaces. En Brasil el español es ahora idioma obligatorio: ¿por qué esa noticia, que debería haber sido portada de diarios, no ha tenido ninguna repercusión?
Es necesaria inversión, hace falta dinero, invertir en el mejor yacimiento que tenemos: el idioma. Y también es necesario cuidar la educación, que los niños aprendan a amar su lengua, a leer y escribir bien. El idioma es algo delicado y a la vez muy poderoso. Somos muy poco eficaces: a menudo estos congresos se agotan en su propia pirotecnia. Luis LANDERO
Acabemos con el becerro de los anglicismos innecesarios
Ojalá salga de este congreso el convencimiento general de que el español es la suma de todas las maneras de hablarlo, y la solicitud de que en los colegios de España, Guinea y América Latina se instruya a los alumnos sobre la riqueza que suponen esas variedades de nuestra lengua, de modo que las conozcan y las tomen como propias. También me gustaría que se pidiera a los medios de comunicación escritos en español su compromiso con este patrimonio que es el idioma, de modo que fomenten su cohesión, la difusión de su inmenso caudal léxico y su buen uso. Sólo podemos pensar con palabras, y así sea de extenso nuestro vocabulario así mejorará nuestro pensamiento y así podremos construir mejor nuestras razones. Los periodistas tenemos una gran responsabilidad en eso.
También confío en que este encuentro sea la consagración de otra forma de ver nuestro idioma, ajena ya por entero al centralismo español y respetuosa de todas aquellas culturas con las que convive el castellano.
Al mismo tiempo, deseo que el Congreso de la lengua Española sirva para afirmar la alegría de haber heredado este bien cultural construido y mejorado durante siglos, y que contribuya a reducir el complejo de inferioridad que sufrimos ahora los hispanos frente al inglés, una lengua también necesaria para nosotros pero que no debe convertirnos en seres de peor condición. Creerse superior a alguien no le hace a uno superior a él; pero sentirse inferior a otro sí le convierte automáticamente en inferior. ése, y no otro, es el auténtico problema de nuestra adoración al becerro de los anglicismos innecesarios y de considerarlos más prestigiosos que nuestras propias palabras. Álex GRIJELMO
La lengua no debe ser sólo adorno de las instituciones
Debatir sobre la importancia del español en el mundo supone regresar a una estación pasada. Discutir en torno a las diferencias entre el español hablado a ambos lados del Atlántico también. El puesto del idioma castellano en el mundo parece consolidado, pues en todos los países europeos y en los de habla inglesa existe un verdadero interés social por nuestra lengua. El debate se debe centrar en otros reconocimientos de mayor calado, como es el de la multiplicidad actual de los centros del idioma, que ya no son sólo los habituales, Madrid, Ciudad de México o Buenos Aires, ni los obvios puntos geográficos hispanizados, como Los ángeles o Miami, sino la inclusión de todos los puntos a donde llega el idioma gracias a las nuevas tecnologías como internet, que han incorporado a la geografía cultural idiomática un sustancial número de hablan tes. Quizás haya que enunciarlo con mayor claridad: la lengua debe entenderse como ligada al hablante particular y no de adorno o bandera de las instituciones que la formalizan o estudian, sea la Real Academia o las universidades.Urge también situar al español en el centro del debate sobre el paradigma cultural en estos momentos de intensa globalización. Las palabras no pueden ser una mera adaptación del inglés, debemos establecer un discurso en nuestra lengua que permita hablar desde la perspectiva y valores propios. El inglés se adueñó del lenguaje científico; el español no puede cederle también otras esferas. El idioma de Cervantes disputó al racionalismo su poder, quizás hoy podemos con el de Gabriel García Márquez luchar por que los ámbitos personales y sociales se digan en nuestro idioma. Germán GULLóN
Un plan hispanoamericano de revalorización del español
Este Tercer Congreso de la Lengua, a celebrarse en Rosario, me parece una extraordinaria oportunidad para replantear la cuestión del lenguaje coloquial del pueblo argentino, que se ha venido empobreciendo de manera dramática en las últimas décadas. Creo que ése es el sentido más importante que puede tener este encuentro para nosotros: ayudar a que todos los argentinos seamos concientes de que aquí se habla mal, con una mínima utilización de las enormes posibilidades de nuestro idioma, lo cual tiene consecuencias indeseables concretas y cotidianas. Hablar bien, con propiedad y corrección, es el camino más seguro para pensar mejor. Y pensar mejor es la vía más segura para obrar mejor.
En este país se han dilapidado no solamente recursos económicos en las últimas dos o tres décadas, sino que entre el autoritarismo militar y la debilidad de la democracia nos hemos empobrecido también en materia lingöística. Y ese empobrecimiento, aunque aparentemente se nota poco y nuestro pueblo no lo advierte, ha producido y está produciendo graves daños en nuestra sociedad.
Por lo tanto, lo que a mí más me interesa de este Congreso es que nos sirva (a escritores, académicos y críticos, pero también a la sociedad toda) para generalizar la conciencia de -y hacer contribuciones para- que el castellano que se habla en nuestros países sea mejor y más propio, más rico y más fuerte, capaz de expresar cabalmente a nuestros pueblos latinoamericanos, pero, a la vez, haciendo que nuestros pueblos se expresen mejor, piensen mejor y procedan mejor.
La conclusión fundamental que yo espero de este Congreso en Rosario, entonces, sería la puesta en marcha de un plan hispanoamericano de revalorización de esta lengua que es parte fundamental de nuestra identidad. Mempo GIARDINELLI
Que se reconozca el español como lengua franca de nuestra cultura, para preservar además las diferencias
Cuando la Real Academia Española me pidió coordinar una sesión dedicada a la literatura latinoamericana, acepte encantado ese reto periódico. Tuve a mi cargo la organización de sesiones similares en los dos congresos anteriores; y he llegado a creer que es sintomático que el de México terminara postergándose a consecuencia de la insurrección Zapatista, y que el de Valladolid fuese conmovido por el asalto terrorista a Nueva York. Se diría que estas celebraciones de nuestro idioma inevitablemente coinciden con la historia actual; y por ello mismo, no hay que eludir su afincamiento en el presente sino, más bien, asumirlo.
Esta vez mi tema es el español como lengua de contacto en la literatura hispanoamericana. Nada más actual, diría yo, y menos burocrático: el español en contacto con el quechua andino, con el zapoteca mexicano, con el aymara boliviano y con la gauchesca argentina. En América Latina, la historia más actual pertenece a la reconstrucción nacional propuesta desde los movimientos indigenas y populares. Su literatura está hecha en la mezcla, y su lengua es el español con vocación de futuro. La mejor conclusión, quiero decir, no es una declaración más sino un trabajo creativamente mutuo.
Sin embargo, creo que una conclusión necesaria sería que el español sea reconocido como instrumento de mediación entre las lenguas regionales de la península y los idiomas nativos de las Américas, esto es, como la lengua franca de nuestra cultura hispánica y, por eso mismo, con la tarea de preservar las diferencias en una epoca que insiste en borrarlas. Julio ORTEGA
Trazar una política lingöística panhispánica
Los Congresos internacionales de la lengua española son ocasiones especiales en las que personas procedentes de los ámbitos literario, humanístico, tecnológico y lingöístico se reúnen con representantes de los medios de comunicación y los poderes públicos para discutir cuestiones de muy diversa naturaleza, pero vinculadas siempre a la situación actual y al futuro del español en el mundo. Dada la notoriedad de los participantes y la resonancia que adquiere en los medios, es fácil dejarse llevar por la carga simbólica que siempre existe en este tipo de acontecimientos y considerar que de ese encuentro deben surgir las directrices que guíen la actuación de todos los implicados en los años siguientes.
El trabajo es, sin duda, el que se hace día a día, pero en la medida en que estas ocasiones especiales deben servir para fijar objetivos generales, creo que la conclusión obligada e imprescindible en esta ocasión es considerar que lo que las Academias integradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española llaman la política lingöística panhispánica constituye la orientación adecuada del trabajo que están realizando y la que traza con toda claridad la línea que deben seguir en el futuro. Es, para decirlo en muy pocas palabras, la labor conjunta de todas las Academias con la intención de lograr que el español siga siendo una lengua cohesionada, básicamente unitaria, pero sin que ello suponga la negación de las diferencias que inevitablemente tienen que existir en cualquier lengua. Guillermo ROJO
Equívocos de la identidad
Espero que podamos disipar los equívocos de la identidad cultural. La identidad, como la verdad, no es una cosa, sino un enunciado verbal, o un sentimiento acerca de las cosas. La cultura es una cualidad de la persona, o un conjunto de prácticas y obras artísticas o intelectuales, o en la acepción antropológica los usos, costumbres y creencias que comparten los miembros de una sociedad. En ninguno de estos sentidos cabe decir que los hispanohablantes compartimos una cultura única o una sola identidad cultural. Sí vivimos a través de la lengua una profundísima experiencia de comunidad, más espontánea y feliz que institucional.
Esperamos que el devenir de esta comunidad sea cada día más fecundo y que para ello funciona una red de relaciones y comunicaciones mutuas. Nuestra comunidad no puede basarse en el desconocimiento mutuo. Claudio GUILLÉN
Que proyecte una imagen de grupo lingöístico prestigioso
En mi opinión, hay dos conclusiones -entre otras muchas- para no olvidar. Una pertenece al terreno ideológico y político: debe reforzarse el concepto de que una gran comunidad lingöística, como la que se expresa en español, facilita la transmisión de ideas a larga distancia, hace más difícil su control y, por eso mismo, lejos de ser uniformadora tiende a todo lo contrario: favorece la diversidad de opiniones y la participación popular a la hora de generarlas, exponerlas, comprenderlas o discutirlas. Es posible que en algunos ámbitos ideológicos muy conservadores (como los nacionalistas o los indigenistas) resulte difícil entender esto; para hacérselo entender diplomáticamente están congresos como el de Rosario. Si se aprovechan.
Otra conclusión pertenece al terreno de la imagen: francamente, no sé por qué los países hispanohablantes son tan aficionados a proyectar una imagen de sí mismos que va de lo pintoresco a lo caótico; esto se traslada a la concepción que los otros tienen sobre nuestra lengua a la que ven como un idioma, en el fondo, insustancial; dicen maliciosamente algunos anglohablantes: ¿Conoces a alguien que hable español y con el que estés desesperado por comunicarte? Rosario brinda una oportunidad más para proyectar todo lo contrario: una imagen de grupo lingöístico prestigioso, capaz de generar ideas claras y útiles para la comunicación en el mundo moderno y poco aficionado a la retórica hueca (que suele ser nuestra especialidad). Si el español quiere tener presencia internacional en el futuro, no hay otro camino. Juan Ramón LODARES
Necesitamos un proyecto de coediciones
El español es uno de los idiomas más ricos e importantes del mundo, no sólo por el número cada vez mayor de hablantes sino por la riqueza de su literatura, especialmente en el siglo XX, su segundo siglo de Oro. Además, es una lengua en permanente crecimiento. Las incorporaciones de la Real Academia han sido fundamentales para la actualización y modernización de ese instrumento maravilloso que es nuestra lengua: pibe, quilombo, mono... Aun así, hay algunos problemas específicos a resolver, como la falta de comunicación fluida entre Hispanoamérica y España. La mayoría de los libros que se editan en España llegan a precios prohibitivos a Hispanoamérica, y los libros que se editan allí no llegan a España. No es un problema que ataña directamente a la Real Academia; sin embargo, yo creo que tendría que intervenir para conseguir un intercambio mucho más estimulante, enriquecedor y fluido. Intercambio de obras, coediciones, intercambio de autores, de profesores y de alumnos. España e Hispanoamérica tienen una lengua común, pero realidades diferentes y el conocimiento profundo y mutuo influiría en la expansión de la lengua, en su desarrollo y en la difusión de una literatura de enorme pujanza.
Cuando desde los centros de la globalización se habla de la muerte de la literatura como forma de expresión, sustituida por los medios audiovisuales (ya sabemos: si la poesía ha muerto en Francia ha muerto para el mundo, tal es el eurocentrismo), España e Hipsanoamérica están en inmejorables condiciones para replicar que la literatura ha muerto o agoniza posiblemente en Estados Unidos o en Tokio, pero está muy viva en Argentina, en Uruguay y en España.
Espero de este congreso un esfuerzo para unir nuestras culturas: una literatura que tiene una lengua en común, con todas sus diferencias de léxico, es un pasaporte para la universalidad. Espero, también, que surja un proyecto de coediciones que favorezca la publicación de autores poco conocidos en España y en sus propios países, porque donde no hay para comer, difícilmente hay para editar libros. Los países ricos no leen porque son ricos; los pobres, quieren leer, pero no tienen ni bibliotecas, ni libros. Cristina PERI-ROSSI