Cuentos con Rita
Enriqueta Antolín
20 noviembre, 2003 01:00Enriqueta Antolín. Foto: Juan M. Espinosa
Enriqueta Antolín (Palencia, 1941), autora de cuatro novelas publicadas en los años 90, más un libro de conversaciones con Francisco Ayala y tres narraciones destinadas al público juvenil, ha reunido en Cuentos con Rita quince relatos escritos a lo largo de casi dos décadas, desde que El País le encargó el primero en 1986.Son textos con elementos sorprendentes que rozan lo fantástico indagando en los pliegues misteriosos de la vida cotidiana, con una fuerte implicación autorial bien diluida tras los diferentes narradores. Por eso en ellos se cumple la fidelidad proclamada por su autora en estas palabras: "Si no puedo ver lo que ven mis personajes, ni sentir lo que ellos sienten, si no puedo hacerme partícipe de una historia, no la escribo. Me creo profundamente mis historias, y si a veces los finales parecen abiertos es porque yo misma no sé más acerca de esa historia". Constituyen un variado asedio crítico a las relaciones humanas, generalmente de pareja, con los sentimientos de amor y desamor como eje vertebrador de la totalidad. Esta buscada unidad se intensifica con la presencia de Rita en el título del libro y en todos los cuentos, con el mismo nombre de mujer cambiante que encierra diversas figuras representativas de diferentes mujeres en la sociedad actual.
El mérito literario cambia de unos cuentos a otros. Pero casi todos mantienen un alto grado de interés por el arte de sugerir muy cuidado en su convergencia en un sencillo efecto final cargado de significaciones, por la elaboración de una prosa ajustada a los conflictos relatados y las situaciones descritas (con acertado empleo del estilo indirecto libre y directo libre como recurso privilegiado de acceso a la intimidad de los personajes) y también por la perspicacia con que se abordan conflictos de la vida afectiva y amorosa, con personajes inmersos en la vida diaria, entreverada de intuiciones de lo misterioso y lo fantástico.
De los cuentos más extensos destaca la expresión de desconcierto y la soledad en una estructura policiaca en "La fotógrafa". El último funciona como cierre, con su triángulo amoroso a partir de un matrimonio agostado y la narración de los dos cónyuges por separado como signo de su incomunicación. Los otros son más breves, también de mayor intensidad y hondura. "Parques y jardines" ofrece un juego bien construido entre realidad y ficción en dos planos: el pasado que se evoca y el presente real. Dos planos articulan el recuerdo de la juventud en "La fiesta ha sido un éxito". En otros el realismo se hace más palpable. Así "La mirada" y, sobre todo, "Regalo de adiós", cuya sorpresa final realza el compromiso con los más desfavorecidos. El problema de la emigración aparece en "Luna llena", uno de los mejores, por su gradual transición del amor a la soledad y el triste final. El realismo predomina también en el triángulo amoroso renovado por la mujer casada que pasa a defender su territorio en "Al caer la tarde". La fantasía parece imponerse en las figuraciones de una noche toledana vista desde una perspectiva infantil en "Miedo a la pantera". También hay textos con cierto carácter metanarrativo como "Pinocho es inocente" en donde, a la vez que se escribe el cuento, se reflexiona sobre el arte de mentir y la diferencia entre mentira y engaño.