Andanzas del impresor Zollinger
Pablo d’Ors
6 noviembre, 2003 01:00Pablo d’Ors. Foto: Lluis Gené
De entre todos los axiomas que confirman el significado literario de un escrito hay uno que nutre de manera sustantiva el estilo de un autor: lo importante de contar no está en el argumento, sino en la voz que cuenta. Estas Andanzas... son casi un cuento, irónico y tierno, que narra la peripecia vital de un joven desde que expresa su única ambición, la de ser impresor en su ciudad natal, hasta que lo logra. Pablo d’Ors (Madrid, 1963), autor de otros dos libros de merecido reconocimiento (los relatos de El estreno y la novela Las ideas puras) va camino de conquistar un espacio propio en la nueva narrativa española. Es mucho lo que cabe esperar de la ancha experiencia de lo humano que acreditan sus escritos, y de una sensibilidad literaria que da cuenta de su gran conocimiento de la mejor literatura europea del siglo XX.Eran reconocibles en sus primeros libros los tonos de Kafka, Broch, Musil, Nabokov, impregnando una ficción que con ellos adquiría nuevos significados. Esa estrategia reaparece en este cuento fabuloso fiel al esquema y sentido de los apólogos de J. Roth y Hrabal. En él, a través de las andanzas de Zollinger, narra episodios vitales imprescindibles para quien aspira a hacer realidad un sueño. Arrancan de una pequeña ciudad austríaca en la que vive ese protagonista ingenuo al que un suceso inesperado obliga a partir hacia otros lugares en los que ejercerá distintos oficios. Será ferroviario, soldado, zapatero.., todo lo que parece alejarle de su objetivo de ser impresor. Y mientras aprende a llenar la soledad de ruidos necesarios, descubre el amor y sus efectos, forja su leyenda de bebedor triste, recorre una ruta simbólica que le acercará a sí mismo.
Una trama llena de encanto y aparente simplicidad, de episodios ocurrentes e ingeniosos incidentes, sólo posible si detrás está una imaginación capaz de trasladar a la ficción, con humor y un hábil manejo de la parodia, los valores humanos esenciales que traducen las Andanzas... No hay que perdérselas: no son tantas las ocasiones que reconcilian de manera tan fres-ca y ejemplar la vida y la literatura.