La imagen representa al arcángel Gabriel señalando al profeta Mahoma y revelándole los primeros versículos del Corán, la palabra sagrada de Alá. Está incluida en una de las primeras historias islámicas ilustradas del mundo, el Compendio de crónicas de Rashid-al-Din (1247-1318), un manuscrito persa elaborado a principios del siglo XIV. A simple vista, un observador occidental quizá no encuentre nada reseñable. Para un musulmán, sin embargo, la escena puede ser entendida como un sacrilegio: sus creencias religiosas prohíben representar al fundador del islam por temor a que se le adore a él y no al dios que servía.
La obra de arte medieval, que se conserva en la Universidad de Edimburgo y está considerada como una obra maestra de la pintura manuscrita persa, iba a ser analizada el pasado otoño en una clase online de historia del arte por Erika López Prater, profesora adjunta en la Universidad de Hamline, un pequeño centro privado en St. Paul, Minnesota (Estados Unidos), con unos 1.800 estudiantes.
Ante las reacciones que podría suscitar, avisó a sus alumnos de que la imagen de Mahoma iba a ser incluida en la lección. Incluso unos minutos antes de proyectar la diapositiva invitó a salirse a cualquier asistente que no se sintiese cómodo. Nadie manifestó ninguna queja, pero la docente ha perdido su trabajo por un caso calificado por las autoridades universitarias como "irrespetuoso e islamófobo".
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La polémica que enfrenta a los defensores de la libertad académica y de expresión contra quienes justifican que no se puede mostrar la imagen de Mahoma ha saltado ya a los medios de comunicación de todo el mundo. El caso se desató tras la denuncia de un alumno ante la dirección de la universidad, que rápidamente tomó medidas: señalar a la profesora y decirle que no contaba con ella para el próximo semestre.
"Hemos aprendido, durante muchos años, que el conocimiento se puede compartir en una multitud de formas responsables, reflexivas y respetuosas", justificaba el presidente de Hamline, Fayneese Miller, en un escrito remitido al campus. "Nuestra respuesta al evento del aula no ignora ni minimiza la importancia de la libertad académica. Establece que el respeto, la decencia y la apreciación de las diferencias religiosas y de otro tipo deben prevalecer cuando sabemos que lo que enseñamos causará daño".
"No es nuestra intención culpar; más bien, es nuestra intención señalar que en el incidente -se proyectó en una pantalla una imagen prohibida para que los musulmanes la miraran y se dejó durante muchos minutos-, el respeto por los estudiantes musulmanes debería haber reemplazado la libertad académica", se añadía en el texto. Según informa The New York Times, en un foro sobre islamofobia celebrado unas semanas después de que estallase el caso, un miembro de un grupo musulmán de derechos civiles equiparó la muestra de esta imagen con "enseñar que Hitler era bueno".
Un artículo en el portal New Lines firmado por Christiane Gruber, historiadora del arte especializada en el periodo islámico, inauguró la campaña de los defensores de la libertad de expresión y de la profesora López Prater. "La pintura es una auténtica e insustituible obra de arte (...) Sin duda se realizó para ensalzar la profecía de Mahoma y las revelaciones coránicas, lo que la convierte en una creación artística islamófila tanto para su creador como para los que la iban a contemplar. Por lo tanto, la imagen cae en el otro lado de la moneda de la islamofobia tanto en intención como en impacto".
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En una entrevista el mes pasado con el periódico universitario, la estudiante que denunció los hechos, de nombre Aram Wedatalla, describió su sorpresa al observar la imagen. "Como musulmana y negra, no siento que pertenezca, y no creo que alguna vez lo haga, a una comunidad donde no me valoran como miembro y donde no muestran el mismo respeto que yo les muestro".
La profesora Gruber opinó que estudiar el arte islámico sin la pintura del Compendio de crónicas "sería como prescindir del David de Miguel Ángel". Omid Safi, profesor de Estudios de Asia y Oriente Medio en la Universidad de Duke, ha apuntado que regularmente muestra en sus clases imágenes del profeta Mahoma directamente, sin los mecanismos de contención que empleó López Prater, para explicar que estas imágenes fueron obras de devoción creadas a instancias de gobernantes devotos. "Es a lo que quiero que se enfrenten mis alumnos: ¿cómo algo que viene del epicentro mismo de la tradición termina después como algo marginal o prohibido?".