Si Nietzsche decretó la muerte de Dios, en algún momento de la historia debía llegarle la hora a las musas. Pues bien, ese momento ya ha llegado con Nao Albet (Barcelona, 1990) y Marcel Borràs (Olot, 1989), el tándem que ha revolucionado el circuito teatral con propuestas únicas y desconcertantes, cargadas de humor y ejecutando la la autoría, la dirección, la interpretación y la producción.
Como el genio de Röcken con la tragedia, Albet y Borràs han dado una apariencia onírica a sus trabajos y han transmutado los valores, dejando sobre el escenario joyas como Guns, Childs and videogames (2009), La monja enterrada en vida (2012), Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach (2013), Mammón (2015) y Falsestuff, esta última estrenada en 2018 en el Grec e integrante de una trilogía junto a las dos anteriores.
El 12 de mayo llegará al CDN de Alfredo Sanzol, al Teatro Valle-Inclán, para cuestionar, de la manera más rebelde y gamberra posible, la función de las musas en la creación actual y el valor de la originalidad y la copia, conceptos, según explica Albet a El Cultural, que son muy cuestionados: "Nos preguntamos si hoy es posible ser original. La copia está vista como algo ilícito pero eso habría que replantearlo. ¿Por qué no es lícito copiar y sí lo es hacer una referencia o un homenaje? Cuando creamos, siempre surge algo a partir de la copia".
"Hemos conjugado estilos con centenares de referentes escénicos".
Nao Albet
André Fêikiêvich (interpretado por Borràs) es un falsificador de arte empeñado en captar a la perfección y la esencia de las obras que falsifica. Esta práctica llegará a convertirse en una obsesión que lo llevará hasta límites desconocidos... Sus actos fraudulentos despertarán la furia de Boris Kacznski (Johnny Melville), un reconocido y peligroso connaisseur de arte que, en el intento de atraparlo, se dará cuenta de que las pistas que sigue han sido falsificadas también, hasta el punto de que le resultará imposible distinguir lo real de lo falso.
"Es un montaje muy ecléctico –añade Albet, que afirma con la cabeza cuando oye hablar del "teatro tedioso" que predomina en nuestras tablas–. Hemos conjugado muchos estilos en los que se dan cita centenares de referentes de la escena que nos han llevado a lugares inconcebibles. El público se encontrará muchos efectos icónicos. Lo fake sobrevuela el argumento de la obra pero diría que no es el tema central, nos dirigimos más hacia la falsificación más generalizada".
Para Borràs, todo empezó una temporada en la que no paraban de ver en la cartelera teatral las mismas ideas repetidas, como si los creadores se hubiesen puesto de acuerdo en una especie de grupo de whatsapp. Todo eran castillos hinchables, ‘lecciones de anatomía’ de Rembrandt, cabezudos al estilo de las fiestas de pueblo... ¿Por qué ocurría todo aquello? Responde irónico: "La posibilidad de que detrás de todo aquello hubiera un complot pergeñado entre los artistas para reírse de nosotros (incultos espectadores) nos satisfacía mucho más que la triste realidad. ¿Y si la aparición repetitiva de esos cabezudos lo único que hacía era vaticinar el fin del arte tal y como lo conocemos?".
Ni Albet ni Borràs se ponen solemnes. Siempre aparece la "bromita", algo que no se busca pero que está ahí, entre la aparente sencillez de un tejido en el que las frases saltan de un lado al otro de su red creativa como en un partido de ping pong donde al final se perfila la obra, se arma y se lanza al público como un artefacto "original". Según Albet, las "bromas anodinas" son inevitables: "Nos salen solas. Aunque hay momentos en los que la comedia o la burla parece que no vayan a estar, pero siempre nos las apañamos para que entre alguna".
Originales, siempre originales. Y esa es su revolución. Aunque abjuren del concepto. Aunque nieguen tres veces el carácter inédito de sus propuestas. Aunque Falsestuff reflexione, con Pedro Azara en el papel de intelectual, de historiador del arte, sobre lo que hay en escena, sobre la verdad y la mentira de esa... ¿autenticidad? "Nosotros básicamente copiamos. Cuando vamos al teatro, al cine o leemos un libro, siempre copiamos. ¿Nuestra revolución? No somos quién para llamarnos revolucionarios pero sí que pretendemos realizar una especie de innovación formal, reformular la manera de entender el teatro, tanto en contenido como en forma. Ahora bien, también somos clásicos porque contamos historias".
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Además de los actores mencionados, estarán sobre el escenario del CDN, con una escenografía pilotada por Adrià Pinar, Naby Dakhli, Thomas Kasebacher, Joe Manjón, Diana Sakalauskaité y Sau-Ching Wong. "Buena parte de la puesta en escena recae sobre los actores", añade Borràs, para quien la obra también tiene pequeñas dosis de thriller: "Hemos intentado en todo momento buscar nuestra propia voz y, aunque no es el motivo principal, sí realizar alguna reflexión sobre el teatro. No hemos inventado nada. Nuestro teatro es también popular".
Así, "decapitando a las musas", tanto Albet como Borrás presentarán en Madrid el penúltimo espectáculo antes de separarse. Ambos anuncian para el próximo año un montaje sobre su separación. Sí, será su última entrega, la obra con la que se despedirán definitivamente de las tablas como tándem escénico. Adiós a las musas y adiós al teatro juntos. Sea como sea, y volviendo a Nietzsche, seguro que todas las formas les seguirán hablando: "No hay nada indiferente ni innecesario".