La compañía T de Teatre, fundada en 1991 por cinco actrices tras graduarse en el Institut de Teatre de Barcelona, opera como ojeadora de la cartelera. Y allí donde ve talento pone el visor telescópico. Mediante este procedimiento, ha convocado para entregarles sus riendas a figuras como Alfredo Sanzol (Delicadas y ¡Aventura!), Javier Daulte (Cómo es posible que te quiera tanto), Julio Manrique (E.V.A.)... Mamen Duch, una de sus componentes, se quedó prendada de Un tercer lugar, la comedia romántico-filosófica de Denise Despeyroux. Y tuvo claro que ella debía ser la próxima autora-directora por la que apostar para armar un nuevo montaje. Terminó siendo Canción para volver a casa, que veremos en el Teatro Valle-Inclán a partir de este miércoles y en junio en el Arriaga.
“La propuesta fue simplemente que escribiera y dirigiera una obra para ellas, fueron desde el principio completamente confiadas”, explica a El Cultural la directora nacida en Uruguay, país que tuvo que dejar de manera traumática de niña. Un hecho que está en el subtexto de su ‘canción’. “Yo tengo un sueño recurrente en el que ocurren cosas que me impiden volver a casa. No sé si esto tiene que ver o no con el desarraigo, pero tal vez sí. En la obra está presente la idea de la muerte como un regreso a casa, a esa fuente original de la que todos venimos, y también la idea de ese destino irónico de la tragedia griega, que se cumple precisamente cuando uno trata de hacer cosas por evitarlo”.
La historia tiene un punto metateatral. Sus protagonistas son tres actrices que, en su día, unió el éxito y luego las separó el fracaso. Una de ellas enreda a sus viejas compañeras para intentar de nuevo cosechar un triunfo recurriendo al autor que se lo brindó en el origen de sus carreras, un tal Malcolm Logan. Se reúnen en un caserón rural heredado por la ‘instigadora’ para perfilar el plan. Y hete aquí que por aquellos pagos recala también un hipnotista con su ayudante, ambos en busca y captura por un suceso trágico. Las tres compañeras, al ver a ese hombre de atribulado gesto en un bar del pueblo, identifican... ¡al mismísimo Logan!
Fondo y forma en alianza
“Quería cruzar dos mundos que coincidieran a partir de un equívoco”, confiesa Despeyroux, siempre preocupada por las formas y por las estructuras de sus piezas, tanto como por su contenido ‘ideológico’. De su habilidad para las arquitecturas dramatúrgicas dan cuenta, por ejemplo, Carne viva, aquel fenómeno del circuito off, o Un tercer lugar, inspirado en Ensayo sobre el cansancio de Peter Handke.
Mamen Duch, Marta Pérez, Carme Pla, Albert Ribalta y Àgata Roca encarnan a los personajes que protagonizan este encontronazo entre el realismo y la ‘magia’, tan del gusto de Despeyroux, que también, en general, acaba entrecruzando risa y drama. Canción para volver a casa, “con una puesta en escena sencilla y evocadora, que dialoga con la fantasía del texto”, no es una excepción. Y su final, aparentemente triste, no es tal, según ella, sino esperanzador, porque “nos hace comprender que los vínculos entre las personas son más fuertes que sus heridas”.