Las ideas de Michel Foucault –el libre albedrío, el individuo ante el poder, su relación con las instituciones sociales, la mirada del otro...– transfiguradas en un efectivo y ameno dispositivo teatral es lo que han conseguido la autora y actriz Andrea Garrote (Buenos Aires, 1972) y el director Rafael Spregelburd (Buenos aires, 1970) en Pundonor, obra que estará a partir del 10 de marzo en La Abadía, teatro que la coproduce junto a Carolina Stegmayer.
¿Cómo luchar contra el avance del poder? ¿Somos reproductores de sus mecanismos? ¿Sospechamos de la libertad? Garrote y Spregelburd han intentado contestar a estas preguntas a través de la historia de una profesora universitaria, Claudia Pérez Espinosa, que vuelve a las aulas tras unos meses de excedencia mucho más frágil y vulnerable. Explicar la obra de Foucault no será fácil, ni siquiera para una doctora en Sociología como ella, de modo que utilizará su propia situación personal para dar rienda suelta a las teorías vertidas por el autor en títulos como Las palabras y las cosas, La arqueología del saber o La hermenéutica del sujeto.
“El trabajo sobre Foucault era un pretexto para plantear temas vinculados a la construcción de las subjetividades, pero no desde la radicalidad de las psicopatologías sino desde la experiencia institucional”, explica Garrote, que interpreta a Pérez Espinosa identificándose en lo que plantea sobre la sociedad, la enseñanza y lo cotidiano pero descartando en su monólogo cualquier pista autobiográfica.
“El trabajo sobre Foucault era un pretexto para plantear temas como la construcción de las subjetividades desde la experiencia institucional”. Andrea Garrote
La puesta en escena de este artefacto del pensamiento tiene como objetivo dar verosimilitud a las teorías planteadas, por lo que la interpretación de Garrote, aunque naturalista, es energética y, reconoce, en ocasiones declamativa: “Trabajamos mucho la actuación para sacarle el jugo al humor que tiene de por sí el material. El público llega a sentirse dentro de un aula de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires con toda su precariedad. La escenografía es un recorte fiel. La luz, en cambio, tiene movimientos más fantásticos”. Se refiere la creadora de Pundonor al trabajo escenográfico de Santiago Badillo, un colaborador habitual de este inagotable tándem teatral.
La clave, según reconoce Spregelburd –apellido habitual en nuestros escenarios por obras como Spam o La estupidez–, está en la dirección actoral, apoyada en todo momento en la autoridad de la interpretación de Garrote: “Es en el monólogo y sus convenciones infinitas, nunca del todo explotadas por los autores contemporáneos, donde esta magia teatral es posible. Es en las palabras, en el decir, en sus posibilidades de construir unos sentidos u otros, donde se apoya la eficacia de este trabajo, hecho no solo de ideas encontradas sino también de música y poesía”.
Inspirador y referente de las nuevas generaciones, Spregelburd considera el trabajo realizado por Garrote en Pundonor como un milagro teatral: “Mientras plantea conflictos elevados e insolubles, su presencia es tragicómica. Proporciona una voz sofisticada a toda discusión sobre los roles de hombres y mujeres en la dramaturgia actual”.