A Fuentes Reta hay que agradecerle (mucho) que nos diera a conocer a Andrew Bovell, dramaturgo de culto en Australia pero que difícilmente hubiera recalado en España de no ser por su empeño en montarlo. Cuando deje de llover levantó un merecido entusiasmo, coronado con el Premio Max a Mejor Obra Teatral y Mejor Dirección en 2015, y con una reposición, por aclamación popular (y crítica), en Matadero la temporada siguiente a su estreno. Hay que decir también que en esa apuesta fue clave la intervención del actor Jorge Muriel, que se encargó de trasvasar el texto al español, aparte de interpretar a uno de sus atribulados personajes. Fuentes Reta armó una puesta en escena hipnótica y conmovedora a partir de la parábola de Bowell sobre cómo un trauma permea de generación en generación en una familia manchada por la abyección pedófila.
El director zaragozano, que hizo un máster de teatro contemporáneo en Australia y vivió allí un par de años, quería reincidir en Bovell. Pero, a pesar del éxito, le ha costado lo suyo levantar Las cosas que sé que son verdad, que finalmente ha acabado bajo el paraguas del Festival de Otoño de la Comunidad Madrid. La exhibirá este sábado y el domingo en los Teatros del Canal, donde aguantará luego hasta el 15 de diciembre. “Esta es una obra más luminosa y con más esperanza”, advierte. Aquí el conflicto estriba en la tensión que originan las expectativas de unos padres sobre sus cuatro hijos, “que, a medida que van haciendo sus vidas, traen a casa los problemas de la calle: la lucha de clases, la identidad sexual, las drogas, el cambio climático…”. La dimensión social de Bovell trasciende así el recinto doméstico. Su adscripción al materialismo histórico, equiparable con matices a Ken Loach, emerge de manera más palmaria.
"Es una obra luminosa y esperanzada, que rechaza el conformismo de creernos marionetas del poder". Fuentes Reta
La moraleja que deja flotando es que todos somos parte de lo mismo. “Y que los gestos mínimos de una persona, sumados a los de otras, propician cambios gigantes. A él no le vale el conformismo de que somos meras marionetas en manos de poderes contra los que no podemos hacer nada”, añade Fuentes Reta, que identifica así la vertiente esperanzada de Las cosas que sé… Aflora también la recurrente conexión en Bovell del hombre con el paisaje. “Para él, el verdadero motor del crecimiento humano es la naturaleza”. En el texto la evolución ética está asociada al devenir metereológico. La historia, que abarca un año completo, cruza las cuatro estaciones, cada una asociada a uno de los vástagos. En ese lapso la familia protagonista, encarnada por Verónica Forqué, Julio Vélez, Pilar Gómez, Jorge Muriel, Borja Maestre y Candela Salguero, mutará radicalmente muchos enfoques existenciales.
El cambio de paradigma mental, tan difícil de propiciar como la desintegración de un átomo, que decía Enstein, acontece en escena. Y la hija pequeña, de poco más de 20 años, se erige como nueva posibilidad de que la luz triunfe sobre el tenebrismo moral. Un desenlace alentador, fruto de las conversaciones que tienen lugar en el jardín que Fuentes Reta ha ‘plantado’ en el Canal. Allí comen (de verdad) y hablan. Se enfrentan y se reconcilian. La destrucción y el amor libran un pulso. Bovell reniega del buenismo disneyano y de lacerantes nihilismos, porque la vida suele transcurrir por cauces intermedios. “Esa es su grandeza, su inteligencia y su valentía”, sentencia Fuentes Reta, su ‘embajador oficial’ en nuestro país.