Al Ken Loach (Nuneaton, 1936) de hace medio siglo, cuando dirigió Kes (1969), una película como Sorry We Missed You le hubiese parecido pura ciencia ficción. La uberización de la economía, que es el pan nuestro de cada día, no es un concepto que hubiera podido entenderse entonces. La clase trabajadora todavía existía como tal, y estaba unida, luchando por sus derechos. “En mis tiempos, te decían que, con la formación pertinente, podías conseguir un empleo para toda la vida. Pero se produjo ese cambio inexorable en el que pasamos de la seguridad a la inseguridad. Ahora puedes perder el trabajo de la noche a la mañana. Y luego están casos como el de Ricky, el protagonista de mi película, que asume todos los riesgos, mientras que la empresa no asume ninguno. Es el trabajador que se explota a sí mismo, el ideal de las grandes empresas”, resumió Loach en Cannes. Con la esperanza de dejar atrás la inestabilidad, Ricky Turner (Kris Hitchen) decide invertirlo todo en una furgoneta, para trabajar como autónomo para una empresa de transportes que se lo exige todo y no da nada a cambio.
Jornadas maratonianas
El capataz que le contrata, es un decir, recurre a un eufemismo disfrazado de fórmula de éxito, que se nota ya muy gastado: “No trabajaras para nosotros, trabajarás con nosotros”. La mujer de Ricky, Abbie (Debbie Honeywood), una entregada cuidadora de ancianos, lo hace en similares condiciones de explotación. Y mientras, sus hijos contemplan cómo sus padres solo sirven para quedarse dormidos en el sofá delante de la tele, reventados por sus jornadas maratonianas. Extremo, sí. Realista, también. La visión de Loach es implacable. Su película, en definitiva, nos muestra qué ocurre al otro lado de la pantalla cuando, con dos o tres clics, pedimos un libro a Amazon o similar. Le cuento que hace poco pedí uno porque no lo encontraba en librerías. Durante unos instantes, pensé en Ricky. Pero tras unos segundos de vacilación, le di a ‘Confirmar pedido’. Loach se ríe con mi mea culpa. Pero, contra todo pronóstico, me absuelve.
Pregunta. Entonces, ¿no tengo que sentirme culpable?
Respuesta. No lo creo. Me tomo como un halago que se sintiera culpable gracias a mi película. Pero la solución no está en actos individuales, sino en apoyar un movimiento político que luche por el cambio.
“Aunque las plataformas como Netflix saben enganchar a la gente nunca desafiarán el 'statu quo'”
P. El llamado precariado se extiende como una mancha de aceite por todos los ámbitos. ¿No cree que la izquierda no ha sabido reaccionar?
R. En Inglaterra sí se ha notado una reacción. Mire lo que pasó en el Partido Laborista, que viene a ser como su partido socialista, o como el de Hollande en Francia. Es decir, más socialdemócrata que realmente socialista. Pero en 2015 las bases eligieron a Jeremy Corbyn, que es un auténtico socialista, y en un año el partido pasó de casi 200.000 seguidores a más de medio millón. Y eso que el establishment no lo quiere ver ni en pintura. Ni siquiera medios supuestamente progresistas como The Guardian. La BBC llegó a lanzar un documental acusándole de antisemitismo, cosa que es totalmente falsa. Hace 30 años que le conozco, y sé perfectamente que no es así.
P. Tampoco está muy clara la posición de Corbyn con el Brexit, ¿no le parece?
R. No puede definirse demasiado, porque la mitad de su partido está en contra y la otra a favor. Pero, como le decía, le conozco desde hace tiempo, y tenemos un punto de vista similar respecto a Europa. Corbyn cree en la solidaridad entre las clases trabajadoras de todos los países. Pero la UE tiene un punto de vista puramente económico. Es lógico que la izquierda no sea muy entusiasta con Europa. Corbyn aboga por una propuesta intermedia.
P. Sorry We Missed You se estrena en España el 31 de octubre, justamente la fecha de la salida de Reino Unido de Europa. ¿Qué pasará después?
R. Es un momento histórico, pero nadie sabe muy bien cómo acabará todo. De todos modos, le recuerdo que el Brexit no es un invento de la izquierda, sino de la derecha. Surgió a causa de una discusión entre ellos, siempre en materia económica. Unos decían que las condiciones que imponía la UE eran asumibles y que es un mercado importante. Los que están más a la derecha respondían que con menos impuestos y con más trabajos precarios facilitarán las inversiones extranjeras y la exportación. Para ellos, el acuerdo con Estados Unidos es mejor que el que teníamos con la UE.
P. Dejemos de lado el Brexit, ¿cree que el capitalismo puede llegar a colapsar?
R. Lo que estamos viviendo ahora es la evolución lógica de la economía de mercado. Un sistema basado en una competencia feroz, donde lo único que importa es reducir costes y optimizar beneficios. No sé hasta qué punto es viable. La emergencia del fascismo que se está viviendo en toda Europa demuestra la fragilidad del sistema.
P. ¿La revolución tecnológica tiene parte de culpa?
R. Cuando era joven, también nos decían que los avances tecnológicos nos iban a permitir tener mucho más tiempo libre, pero en realidad ha servido para reducir el número de trabajadores. Deberíamos haberlo visto venir.
P. ¿Las redes le parecen inútiles?
R. Hay mucha gente que las utiliza para protestar. Pero eso no sirve de mucho, si luego no hay una movilización real, con una organización y un programa también reales detrás. Hace falta una estructura. La extrema derecha también las utiliza. A mi familia y a mí, nos han amenazado a menudo a través de ellas.
P. Y las plataformas tipo Netflix, ¿qué opinión le merecen?
R. Hay buenos directores que trabajan para ellas. Mi hijo Jim, que también es realizador, ha dirigido muchos episodios de series. Pero, aunque las plataformas son muy hábiles para detectar todo lo que gusta y engancha a la gente, lo cierto es que no estarán nunca por la labor de producir algo que desafíe al statu quo.
P. Si tuviera que imaginar ahora una película de ciencia ficción que nos proyectara en el futuro, ¿cómo sería?
R. No lo sé. Yo solo soy un viejo socialista anclado a la realidad. Cuando llegas a los 83 años sabes que no tienes mucho futuro por delante. Ya tengo bastante con tratar de entender el presente.