Juan Codina (Max Estrella) junto a Chema Adeva y Ángel Ruiz. Foto: MarcosGPunto
Nadie retrató lo que somos mejor que Valle-Inclán. El CDN de Ernesto Caballero trae un nuevo montaje de Luces de Bohemia de la mano de Alfredo Sanzol, que se une así a los grandes nombres que la han inmortalizado.
De esa puesta en escena destaca el trabajo coral de dieciséis actores, entre los que destaca Juan Codina, un Max Estrella "sin el que ya no puedo imaginar la obra". Chema Adeva, Jorge Bedoya, Josean Bengoetxea, Paloma Córdoba, Lourdes García, Paula Iwasaki, Jorge Kent, Jesús Noguero, Ascen López, Paco Ochoa, Natalie Pinot, Gon Ramos, Ángel Ruiz, Kevin de la Rosa y Guillermo Serrano completan el reparto del que Sanzol se siente especialmente orgulloso: "Son mis socios. No entiendo la relación jerárquica. Es verdad que yo tengo que dirigir el equipo pero mi preocupación máxima es que el actor construya su paisaje interior y que cuente la historia de su personaje desde el lugar en el que su biografía personal le pide que lo haga".
Junto al cromático trabajo de Alejandro Andújar, Sanzol ha ideado una escenografía móvil de espejos que refuerza la historia con un gran dinamismo y profundidad. La iluminación de Pedro Yagüe y la música de Fernando Velázquez ponen lo demás. "He mantenido el texto original sin tocar nada. Ya tiene, en sí mismo, una potencia mágica. El orden de sus palabras produce un movimiento espiritual. Valle describe para crear formas precisas. Nada está sin medir y eso es lo que he querido resaltar".Los conflictos de la obra tienen que ver con la estructura política, la lucha de clases y las creencias". Alfredo Sanzol"
Materia y espíritu son, por tanto, las columnas vertebrales de esta nueva versión de Luces de bohemia, "canción", califica Sanzol además, de una época no muy lejana: "Espero haber contado con precisión las luchas que forman la historia. Sus conflictos tienen que ver con la estructura política, la lucha de clases, los prejuicios y las creencias sociales, el papel que juegan los artistas e intelectuales... Todo ello sirve, a su vez, para definir la línea de acción principal, la que convierte la obra en un clásico en el que luchan el espíritu y la materia".
Sanzol, que prepara también una versión de El Barberillo de Lavapiés para el Teatro de la Zarzuela (que se estrenará en la primavera del 2019), considera que la belleza de Luces de bohemia está en edificar una obra a partir del desastre, de la descomposición, de la hipocresía, de la miseria y de lo precario: "Es una creación que se levanta digna y entera, que no se rinde ni se resigna, que no se duerme. Da testimonio, acepta los límites y los usa para trascenderlos. No adula ni castiga. Es sarcástica. Es humor violento y tierno a un tiempo".
Según el director, esta acción es el intento agónico de salvar la dignidad de sus personajes, de dar forma a un desastre informe, de ordenar con la risa un caos pedante y autoritario, miserable, de dineros, de valores y de visiones. "Apunta hacia la vergüenza y la transforma en un logro literario, artístico y teatral".
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