Bárbara Lennie, Pascal Rambert e Israel Elejalde en los Teatros del Canal. Foto: Fede Serra

Israel Elejalde y Bárbara Lennie estrenan en el Grec La clausura del amor. La obra de Pascal Rambert recrea el combate dialéctico de una pareja determinada a destruirse.

Fue Manolo Llanes, director del Teatro Central de Sevilla, quien puso a Israel Elejalde y Bárbara Lennie tras la pista de La clausura del amor. La había visto en Aviñón y la obra de Pascal Rambert (autor y director) le había noqueado. El símil boxístico es pertinente: los actores Audrey Bonnet y Stanislas Nordey entablaban un combate despiadado. Palabras como puños. Cuando vieron el vídeo con la representación completa, ambos actores, disparados en nuestras tablas gracias a sus inmensos trabajos con Miguel del Arco (La función por hacer, Veraneantes, Misántropo), sintieron la apremiante necesidad de interpretarla. Una alianza del Grec y el Festival de Otoño lo ha propiciado finalmente. En Barcelona se estrenará este este jueves (23) y a Madrid llegará en noviembre.



Ambos se disponen a pisar terrenos inexplorados, dentro de la sala de ensayos en la que discurre la confrontación verbal (se sobreentiende que los protagonistas son actores). Una de las facetas más compleja de su oficio es saber escuchar. Hacerlo sin postureo y cargando el silencio de significados. La estructura planteada por Rambert les obliga a mantenerse en esa tesitura durante ¡casi una hora! a cada uno. Israel (los personajes conservan los nombres de pila reales) irrumpe en escena con una decisión firme: acabar su relación con Bárbara. Para evitar el avivamiento de rescoldos municiona sus frases con todo su resentimiento. Bárbara encaja callada el bombardeo de reproches. Y cuando confirma que todo está perdido, que el amor está ‘clausurado', estalla su réplica: tan incisiva como la de su rival, del que desmonta uno a uno todos sus argumentos. "Tanto rencor se entiende porque antes hubo mucho amor entre ellos. Es el sustrato que está de fondo todo el tiempo", advierte Lennie.



Rambert escribió expresamente para Bonnet y Nordey. Los tenía en mente cuando armaba una obra que nació de ‘canibalizar' para la escena una de sus rupturas ("Los artistas somos horribles", reconoce). Pero con Lennie y Elejalde está entusiamado. "Antes incluso de que empezásemos a leer el texto, tuve claro que quería trabajar con ellos. Me di cuenta al momento de que su pasión (y su obsesión) por el teatro era tan fuerte como la mía", explica a El Cultural el dramaturgo y director francés. Sus virtudes interpretativas confirmaron luego la intuición. Rambert admite que su "nivel es tremendo". Los ve perfectamente capaces de frasear con credibilidad un texto carente de puntuación, que pretende plasmar una oralidad orgánica. "No hago literatura", sentencia para distanciarse de la prosa repulida y repensada.



Tampoco utiliza la escritura como terapia. "No sentí ningún alivio al terminarla. Ni lo buscaba", señala Rambert, con un ya extenso currículo a su espalda: más de 20 piezas dirigidas y una treintena escritas, aunque es La clausura del amor la que más repercusión internacional ha tenido (lleva de gira con ella varios años). Su intención era mostrar, con toda su crudeza, ese epílogo agresivo en que desembocan tantas parejas. Elejalde, sin embargo, sí le otorga al texto una utilidad ‘práctica': "La discusión tiene un poso nihilista, sí, pero es de ahí de donde emerge un ejemplo. La clausura del amor nos pone delante del infierno que nos espera si no cuidamos algunas cosas". Al espectador le saltan las alarmas. El cuadrilátero de Rambert como espejo y aviso.



@albertoojeda77