Según el padre Rubio, se conservan, la mayoría en la biblioteca del Monasterio de El Escorial, más de 300 obras del cura de Olot (1729-1783). Afortunadamente, en los últimos años se ha despertado el interés por aquella parte de su producción que se aparta del teclado. Este valioso disco se une, por ejemplo, al que no hace mucho se editó con una selección de villancicos interpretados por la Camerata Antonio Soler dirigida por Gustavo Sánchez. El propio Recasens nos informa ampliamente de las características de la música, que se nos revela forjada a través de la combinación y alternancia de, por ejemplo, el stile antico con el moderno italiano; el estilo severo, eclesiástico con la disposición coral del siglo XVII. No se niega el parentesco con ciertas músicas teatrales.



Disfrutamos de los contrapuntos, de los sugerentes números corales. Admiramos en la cuidada interpretación el austero estilo eclesiástico del barroco hispano del Dixit Dominus (n° 18 en el catálogo de Rubio), los aires galantes del Magnificat (259), la policoralidad, las amplias secciones fugadas de la Lamentación I del Jueves Santo (94-1-2), la inspiración melódica del Salve Regina (9) y la solemnidad, grandiosidad y soberana orquestación del Miserere a 8 (295). No se habla del Largo para órgano (Verso para el Alzar) (471). Interpretación exquisita, puede que a falta en la opinión personal de algo más de animación en algunos pasajes. Pero todo está en su sitio, suena muy bellamente. Se cuenta con muy aceptables solistas. Un aplauso para el barítono Olivé y el organista Cea. Y, naturalmente, para la musicológica mano rectora de Recasens.