Cuando Los Nikis alcanzaron en 1986 el número uno de Los 40 Principales con su famosísima canción “El imperio contraataca”, hacía 400 años de aquella época de esplendor a la que se referían con guasa, en la que “el sol no se ponía en nuestro imperio”. En el videoclip, grabado en el Parque del Retiro, el cantante, Emilio Sancho, aparecía disfrazado de Felipe II y pataleaba por la pérdida de "nuestras posesiones".
Todo era de coña, pero aun así en algunos ambientes de extrema derecha se apropiaron de la canción sin percatarse de su sentido irónico. ¿Cómo no iba a tenerlo una canción que hablaba de que la tortilla de patatas vencería al McDonald's? "Aquello ocurrió post mortem, cuando ya habíamos disuelto el grupo, a finales de los 90", recuerda Joaquín Rodríguez, el autor de las letras de Los Nikis, además de su bajista. "Estuvimos cuatro años tocando esa canción y nadie hacía nada raro, nadie se lo tomaba en sentido literal. ¿Que a la larga nos ha venido bien? Pues probablemente sí, porque se ha escuchado mucho la canción. Me da exactamente igual, como si se la apropian los Comunistas Ortodoxos del Séptimo Día...", asegura Joaquín.
Hoy ha pasado un 10 % de tiempo más, casi 40 años, y la emblemática y gamberra banda de pop punk regresa convertida en un grupo de country, por insólito que parezca. Se llaman Los Nikis de la Pradera, acaban de lanzar un álbum homónimo editado por El Volcán Música que presentarán en directo este jueves 30 de mayo en la sala Moby Dick de Madrid y el próximo 6 de julio en el Huercasa Country Festival de Riaza (Segovia).
Apodados en su día como Los Ramones de Algete, Los Nikis dejaron el grupo a principios de los 90, en la plenitud de su corta pero meteórica carrera, para dedicarse a empleos normales —normales hasta cierto punto: dos de sus miembros, incluido nuestro entrevistado Joaquín Rodríguez, son pilotos de Iberia—.
Nunca han sucumbido a la tentación de reunirse de nuevo para hacer dinero a base de nostalgia, como han hecho tantos otros grupos. “Siempre tuvimos clarísimo que el grupo era un hobby, nadie se lo planteó nunca como algo para ganar dinero. Y ese es uno de los motivos por lo que estamos haciendo ahora country, porque podemos hacer lo que nos dé la gana, ya que nuestro sustento no depende de ello. Cuando la música no es tu profesión principal, es mil veces más divertida. Puede hacer grupos y deshacerlos cuando te apetezca, componer lo que te salga del moño, pasarte al country, al hip hop o al flamenco”.
Los Nikis han regresado a los escenarios puntualmente, espoleados por la admiración que les profesan las generaciones posteriores que han continuado su legado, como Airbag o Carolina Durante, y sin cobrar un solo euro, ni siquiera en el concierto de estos últimos en el Wizink Center de Madrid.
[Los Nikis, el renacer involuntario de un sonido que ha creado escuela]
Por eso sorprende tanto esta reencarnación como banda de country. Aunque quizá no debería: “Aunque no lo parezca, el country se parece más al punk que al rock sinfónico. Se toca de otra manera pero en el fondo es lo mismo que Los Ramones. El título de una de sus nuevas canciones enfatiza esta similitud: Tres acordes y la verdad. En ella atribuyen un origen sobrenatural a Los Nikis de la Pradera: un día, paseando por el campo, de pronto tres relámpagos y una aparición, el espíritu de Patsy Cline.
La realidad es menos épica: la culpa la tienen las clases de banjo que Joaquín había empezado a recibir. “Empezamos justo antes de la pandemia, nos pusimos a hacer bluegrass los cuatro Nikis originales [Emilio Sancho, voz; Arturo Pérez, guitarra; Rafa Cabello, batería; y el propio Joaquín], hicimos un par de ensayos y necesitábamos un bajista, porque yo tocaba el banjo, así que vino Nacho Biosca, de Ataque de Caspa, que es amigo nuestro desde la adolescencia. También se lo comentamos a Mauro Canut, porque a él y a mí siempre nos había gustado el country, cuando estábamos en Los Acusicas hicimos una canción en este estilo, y en los 80 hicimos un protogrupo de country, aunque solo ensayamos una vez. Él canta muy bien, especialmente en los registros graves, y esto sirvió de excusa a Emilio para retirarse discretamente del proyecto.
Pregunta. ¿Cómo surgió su afición al country?
Respuesta. Siempre me gustó Johnny Cash y ese tipo de country clásico de los años 50 y 60. En estos últimos años he escuchado muchísimo country, es un mundo inmenso en Estados Unidos. Nosotros somos como los japoneses que bailan flamenco. Ahora hay muchos jóvenes en EE. UU. haciendo ese country clásico. Nombres aquí prácticamente desconocidos como Chris Acker, Kassi Valazza, Theo Lawrence (que ha tocado un par de veces en la sala El Sol), Colter Wall, que tiene una voz profunda tipo Johnny Cash… Es muy divertido, cada día descubro a alguien nuevo que me gusta.
P. En otra canción mencionan Toma Uno, el mítico programa de Radio 3 de Manolo Fernández que lamentablemente desapareció en 2021 después de 30 años en antena. Aquí, donde el country no tiene mucho tirón, era como una pequeña isla en medio del océano.
R. Sí, aquello era como la isla de Pascua. Decir que el country aquí “no tiene mucho tirón” es muy políticamente correcto. Hacer country aquí es directamente una idea suicida.
P. Aun así hay una pequeña comunidad de seguidores del country, como demuestra que exista el festival donde tocaréis el 6 de julio, el Huercasa Country Festival de Riaza.
R. El festival lleva unas ocho o diez ediciones. Vienen unas 10.000 personas, pero no solo de España, sino de toda Europa. Una cosa es que haya gente a la que le guste oír country, pero grupos españoles de country hay muy pocos. Menos unos de Pamplona, el resto del cartel son todos americanos.
P. Aunque lleven muchos años tocando, acaban de empezar en el country. ¿Cómo afrontan esa cita en la que habrá muchos aficionados expertos en el género?
R. Manolo Fernández nos vio tocar en Valencia y después de tocar nos dio un abrazo y dijo: “Por fin alguien que no se lo toma en serio”. Nosotros de todas formas estamos acostumbrados a hacer eso. El primer ensayo de los Nikis fue en el año 1979 y entonces aquí no había nada. Nos lanzamos a hacer punk como Los Ramones, nuestra única aportación fue hacerlo en España. Bueno, pues ahora estamos haciendo exactamente lo mismo con el country, nuestra única aportación es cantar en español. Y si tuviéramos otros 40 años de vida, lo haríamos dentro de 40 años con otro estilo.
P. Lo que no ha cambiado es el tono humorístico y mordaz de las letras, es marca de la casa.
R. Sí. Las hago yo y esto es como si en un grupo de amigos un día se estropea el coche, uno empieza a meterle mano y lo repara y después siempre que se rompe el coche acuden a él. En mi caso yo empecé a escribir las letras y hoy pues se da por hecho que soy yo el que tiene que escribirlas. Y a mí no me salen de otra manera. Decimos siempre tonterías y las llevamos diciendo desde la adolescencia. Los cinco que estamos en el grupo nos reímos de las mismas tonterías que en el año 81. Y así nos va.
P. Muchos compositores de pop, por pereza o falta de pericia, a menudo cambian las sílabas tónicas de las palabras cuando las encajan en la música. Usted se ríe de ello en la canción El acento cambiado, donde canta “el acentó cambiadó”.
R. Sí, sí. A mí siempre me ha molestado eso. Me importan mucho las cuestiones lingüísticas e intento no meter la gamba. Además, si a veces es difícil distinguir la letra de una canción, si encima está plagada de acentos cambiados, ya no te enteras ni de lo que te están hablando.
P. Y en otra canción critican a los que utilizan todo el rato expresiones innecesarias en inglés. Esta la titulan directamente El imbécil y mencionan términos como “big four”, “videocall”, “slides”, “dircom”, “squad”, “CEO”, “start-up”, “win-win” y “assets”.
R. Claro, porque nosotros, que somos burgueses acomodados, hemos tenido que ir a reuniones de esas en las que cada vez más se emplean los anglicismos. No te puedes escapar de esta tendencia, pero usarlo como una especie de ametralladora es un poco irrespetuoso con el castellano.
P. ¿Qué opinan de que las nuevas generaciones de músicos sigan teniendo a Los Nikis como referentes?
R. Es un lujo que a estas alturas la gente se acuerde de tu grupo. Cuando lo dejamos, pensábamos que nadie hablaría nunca más de nosotros. Y en aquel momento fue así, ya que coincidió con la transición a los grupos de los 90 que cantaban en inglés. Entonces nadie se acordaba de los grupos de los 80 y si había alguno que seguía en activo, era como una travesía por el desierto. Pero a finales de lo 90 empezó el revival de los 80, y se empezó a mitificar aquella década. Resulta que todo el mundo había estado en el Rock-Ola, incluso aunque las fechas no cuadraran con la de su DNI. Y entonces empezaron a acordarse mucho de nosotros, en parte porque hacíamos canciones muy sencillas y son muy socorridas de tocar para un grupo que está empezando. Pero es verdad que en los últimos 20 o 25 años un montón de grupos nos han reconocido entre sus influencias.
P. ¿Cree que La Movida se ha mitificado en exceso?
R. Muchísimo, hasta la extenuación.
P. ¿Entonces es una escena inventada a posteriori?
R. No diría a posteriori, porque realmente sí que había una escena musical, pero como la que hay ahora, o como la que había en los 2000 en la que nosotros éramos los abuelos influyentes, con grupos como Airbag, F.A.N.T.A., Baby Horror o DDT, la mayoría sin ventas excesivas o algunos directamente con poquísimas ventas. El único grupo de aquellos que sí ha triunfado comercialmente es La La Love You. Íbamos todos a fiestas en las que nos conocíamos todos. Si en vez de triunfar solo ellos hubieran triunfado todos los demás, estaríamos hablando de La Movida de los 2000 y correrían ríos de tinta. En los 80, en cambio, tuvimos la suerte de que casi todos vendimos mucho.
P. ¿Cómo ve el mundillo de la música? ¿Es buen momento para dedicarse a ella?
R. Todo este rollo de los ceros y los unos ha cambiado la vida entera de las personas, también en lo musical. Ahora se escucha más música que nunca y es cuando los músicos ganan menos dinero que nunca, lo que parece un contrasentido. A nivel lúdico la música es maravillosa ahora mismo. Puedes tener un estudio de grabación en tu casa, como el que tengo yo con un ordenador y dos programas y ya está. Con mi amigo Pelayo he grabado, mezclado y masterizado discos de las bandas que te he mencionado antes, y se consigue más calidad que la que tenían bandas de los 80 que cobraban millones de pesetas la hora. Por ese lado es estupendo. Además hay un montón de cosas que antes no existían: los instrumentos baratos, hay muchos locales de ensayo por horas, mogollón de sitios para tocar… En los 80 era un horror, había cuatro tugurios, los instrumentos eran carísimos y había poquísima difusión porque no había internet. Era todo al revés. Ahora bien, ¿te quieres dedicar a ello para vivir? Pues es el peor momento, está claro.