Norma de Vincenzo Bellini regresa al Teatro de la Maestranza de Sevilla los días 12, 15, 17 y 18 de noviembre. Las bellezas de la partitura, una suerte de sublimado de las esencias belcantistas más puras, que aún estarían más presentes en la última ópera de su autor, son siempre bien recibidas por los oídos atentos y abiertos. El personaje central, heredero en ciertos aspectos del de la Medea de Charpentier y Cherubini, es uno de los más atractivos, ricos y contradictorios de la lírica.
El sentido de Norma, que trata un asunto poco original –un triángulo amoroso con infidelidades y engaños sobre el fondo histórico de la presencia romana en las Galias, hacia el año 50 antes de Cristo–, pero que lo hace con adecuada administración y gradación de los tiempos y una buena planificación de acontecimientos dramáticos –que no evitan ciertas caídas de tensión y algunas soluciones un tanto facilonas–, se nos revela resplandecientemente en el momento en el que aparece el personaje central y, tras un hermoso recitativo acompañado –como todos los que alberga la partitura–, canta la famosa cavatina Casta diva, un punto de inflexión importante y representativo de la manera compositiva de Bellini.
Nada o muy poco hay en esta escena que recuerde a la tragedia de Alexandre Soumet (1788-1845) Norma ou l’infanticide, estrenada en el Teatro Odeón de París el 16 de abril de 1831, unos meses antes de que lo hiciera, en La Scala, el 26 de diciembre de ese año, la ópera de Bellini, que había contado con la colaboración del experto libretista Felice Romani.
El personaje de Norma, heredero de la Medea de Charpentier y Cherubini,
es uno de los más atractivos, ricos y contradictorios de la lírica
Para la ocasión se cuenta con dos repartos. La primera Norma es Yolanda Auyanet, una lírica con proyección que ha ampliado su radio de acción y que se está metiendo en la piel de personajes que requieren una voz de mayor entidad dramática. Pero es artista inteligente, capaz, buena actriz y domina la coloratura más espinosa, algo que pide la sacerdotisa. A su lado, un tenor de no demasiado relieve,el muy lírico Francesco de Muro. Pollione pide más. Raffaella Lupinacci, mezzo de buenos medios, aunque aquejada de un vibrato excesivo, será Adalgisa, mientras que el siempre sólido y seguro bajo, pétreo y rocoso, Rubén Amoretti, encarnará a Oroveso.
Es interesante el segundo reparto (17 de noviembre), encabezado por Berna Perles, soprano de excelentes hechuras, una lírica de ancho espectro, necesitada de un buen espaldarazo. Tampoco el tenor libanés Joseph Dahdah (solo el 17) parece en principio el más indicado para Pollione, que pide un tenor oscuro y amplio (lo estrenó un baritenor, Domenico Donzelli). Andrea Niño, mezzo de timbre perfumado, encarnará a la inocente Adalgisa. Y el prometedor bajo-barítono Luis López Navarro dará voz al gran sacerdote.
[Romeo y Julieta, en 'versión Bellini']
El experimentado canadiense Yves Abel, una garantía, estará en el foso junto a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. La producción, firmada por el imaginativo Nicola Berloffa, viene de Parma, Piacenza y Modena.