El compositor estadounidense Philip Glass ha sido reconocido con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música y Ópera en su edición número XIX por crear un estilo musical único que combina tradiciones culturales de todo el mundo y llega a un público amplio de diferentes generaciones. El acta del jurado ha destacado "su extraordinaria contribución a la creación musical y a la ópera, con gran impacto en la historia de la música de los siglos XX y XXI", según recoge el acta del jurado.
"Con un estilo distintivo y un novedoso enfoque de la composición, Philip Glass ha abarcado diferentes tradiciones culturales de todo el mundo, forjando un estilo único y personal y siguiendo su propio camino con valor y convicción", ha señalado el jurado. El artista es una figura internacional que atrae a un público de todas las generaciones y cuyas obras se interpretan en los auditorios más importantes y por las principales formaciones orquestales de todo el mundo.
Nacido en Baltimore (Maryland, Estados Unidos) en 1937, los primeros contactos de Philip Glass con la música surgieron desde una edad muy temprana: su padre era propietario de una tienda de discos en la que recibió las influencias de clásicos como Beethoven, Shostakóvich y Bartók, y a los siete años comenzó a estudiar piano y flauta. Vivió la escena jazzística de Chicago, estudió composición en Nueva York y, descontento con la modernidad musical que encontraba a su alrededor, a principios de la década de los sesenta se mudó a París, para estudiar con Nadia Boulanger en el Conservatorio Americano de Fontainebleau. Allí conoció el canon centroeuropeo y la Escuela de Darmstadt, que rápidamente trascendió a través, en buena medida, de su trabajo en estrecha colaboración con el compositor y virtuoso del sitar Ravi Shankar.
Su experiencia con la música oriental, que completaría a través de un viaje al norte de la India en 1966, influiría de modo decisivo en su estilo. Tras sus viajes por Europa y Asia, en 1967 regresó a Nueva York y creó su propio conjunto: el Philip Glass Ensemble, una formación compuesta por sintetizadores, teclados y vientos-metales amplificados, con la que llevaría a la práctica una nueva aproximación a la creación musical que acabó siendo denominada "minimalismo". Aunque él ahora manifieste no sentirse a gusto con esa etiqueta, Glass fue uno de sus creadores y máximos exponentes.
Su primer éxito
La manera novedosa de componer de Philip Glass no fue, en un primer momento, bien digerida por el público norteamericano, que le consideraba más un creador de arte performativo o de protesta que un músico. En el año 1976, cuando se estrenó su ópera Einstein on the Beach –considerada su primera gran obra y que obtuvo un gran éxito de público–, Philip Glass aún se ganaba la vida trabajando como conductor de taxi y reparador de electrodomésticos.
Pero Einstein on the Beach "rompió con absolutamente todas las métricas de lo que se consideraba una ópera hasta el momento. No hay argumento, el protagonista prácticamente no aparece, la formación instrumental es mucho más pequeña, introduce la electrónica… De alguna manera representa una evolución (casi una revolución) que redefine la categoría de ópera", describe Víctor García de Gomar, secretario del jurado. Entre esos elementos distintivos destaca el hecho de que durante la representación (de casi cinco horas en su versión en directo) el público es libre de entrar y salir cuando lo desee.
Philip Glass ha manifestado en diversas ocasiones que desde una edad muy temprana, la ciencia y la música han sido sus grandes pasiones, llegando a afirmar que ve a los científicos "como visionarios, como poetas" y que "probablemente he compuesto más óperas sobre ciencia que ningún otro compositor". El jurado destaca que Glass aborda "los temas más significativos de nuestro tiempo". Algo que se evidencia en su colaboración con el cineasta Godfrey Reggio en la conocida como Trilogía Qatsi, tres películas de corte experimental, no descriptivas, que descansan tanto en la imagen como sobre la música compuesta por Glass.
Otro ejemplo de la importancia que tienen en su obra los temas sociales universales es uno de gran relevancia por la actualidad internacional, que sucede en la escena final de Einstein on the Beach: en ella se hace una yuxtaposición entre "lo más horrible sobre lo que se pueda pensar, la aniquilación que pueda surgir de un holocausto nuclear," frente a "el amor, la cura, podríamos decir, de todos los problemas de la humanidad". Como él mismo recoge, "las cuestiones sociales son el sujeto principal [de algunas de mis obras]. Pude ver un lado más profundo con el que relacionarme por completo. Llegué a entender que tenía una responsabilidad social, que no podía eludir, pero también tenía una responsabilidad personal".
Extensa producción
El jurado destaca en el acta que Glass es "muy respetado por los mayores exponentes de muchas disciplinas artísticas". "Mi sensación", confirma el premiado, "es que la colaboración con otros artistas es precisamente lo que ha impulsado los mayores éxitos de mi carrera. Lo que cuenta no es el lenguaje de la música por sí solo, sino cómo se integra con las contribuciones de los demás colegas con los que trabajamos".
Philip Glass tiene un extensísimo catálogo en el que ha abordado muy diversos géneros con todo tipo de formaciones musicales. Cuenta con 26 óperas, de pequeño y gran formato, entre las que destacan, además de Einstein on the Beach (1976), Satyagraha (1979); Akhnaten (1983); y The Voyage (1992), encargo de la Ópera Metropolitana de Nueva York para conmemorar el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América. Ha compuesto catorce sinfonías, trece conciertos, nueve cuartetos de cuerda y obras para instrumentos solistas como el piano o el órgano.
La música para películas conforma un capítulo propio en su producción. Ha participado en más de medio centenar de títulos, desde películas experimentales como Koyaanisqatsi, dirigida por Godfrey Reggio (1981-1982) y producida por Francis Ford Coppola, hasta Kundun (1997), de Martin Scorsese, El show de Truman (Peter Weir, 1998) o el biopic sobre Stephen Hawking Una breve historia del tiempo (Errol Morris, 1992). Ha sido nominado a los Óscar por sus bandas sonoras en tres ocasiones: por Kundun (1997), Notes on a Scandal (2006) y Las horas (2002), que obtuvo el BAFTA a la Mejor música original.
"Es un artista sin matriz" –concluye el secretario del jurado, Víctor García de Gomar– "hace una aportación de valor única de la cual no hay un precedente anterior. Crea un universo nuevo: igual que lo hace la Escuela de Darmstadt en Europa, con la diferencia de que la fórmula de los minimalistas que Glass representa ha conseguido llevar esa respuesta a un público amplio mientras la tradición europea mantenía las distancias con las grandes audiencias".
Una valoración similar realiza su nominador al Premio Fronteras del Conocimiento, el compositor y profesor de Composición en Musikene Gabriel Erkoreka, que considera que "Philip Glass es una figura enorme en la música de los siglos XX y XXI, que trasciende el terreno de la música contemporánea por la forma en que ha calado en la sociedad: ha sabido conectar con infinidad de públicos, de muchas características, de todas las edades y a lo largo y ancho del planeta". Como creador de toda una corriente musical, resume Erkoreka, las piezas de Glass nos ofrecen "por un lado, ese elemento repetitivo –que en algunos momentos podemos percibir como estático e hipnótico–, pero si uno está atento a los cambios, repara en el ingenio que despliega en el ritmo y marca la vida de la obra mientras ésta transcurre en el tiempo".