Después de varios adelantos en forma de singles, este viernes 18 ha visto la luz el esperado tercer álbum de Rosalía, Motomami. Como ya ha explicado la cantante y compositora catalana, ganadora de un Grammy y ocho Grammy Latinos, este término inventado por ella describe a una mujer fuerte y a la vez frágil (representada por una estética de inspiración manga que conjuga motocicletas y mariposas) y es un autorretrato, un compendio de lo que piensa, siente y pretende artísticamente aquí y ahora. O, para ser exactos, en los tres años que ha trabajando en este disco.
Como es habitual en la industria, la artista ha ido alimentando la expectación sobre este Motomami con la publicación de varios adelantos, como Saoko y La fama (con los que arrasó en listas de ventas, en Spotify y en YouTube), Chicken Teriyaki o Hentai, lanzada hace solo dos días provocando un considerable revuelo por su sicalíptica letra.
Si su aclamado El mal querer era un disco conceptual con una innegable coherencia narrativa, este nuevo álbum es una mezcla deliberadamente caótica en la que encontramos ritmos urbanos, reguetón, electrónica, bachata, bulerías, baladas, boleros o jazz. Géneros dispares que se solapan a veces dentro de una misma canción, con finales abruptos, cambios de tempo y ritmo. Todo parece hecho para descolocar al oyente a cada instante y una oda a la creatividad sin corsés estilísticos. “Fuck el estilo”, dice de hecho en Saoko, la canción que abre un disco menos redondo pero más rompedor que el anterior.
En este primer tema, que fue también el primer adelanto del disco, repetía “yo me transformo”, subrayando su afán innovador y cambiante, como advertencia tanto para quienes la criticaron desde el purismo flamenco como para los seguidores que no vieron con buenos ojos su salto a la música urbana y el reguetón. También les lanza un mensaje en Bulerías, donde muestra sus habilidades vocales más flamencas y canta: “Soy igual de cantaora con un chándal de Versace que vestidita de bailaora”.
También podría haber dicho “vestidita con un edredón”, que es como salió a cantar hace unos días en Saturday Night Live, una muestra más de su desparpajo para triturar prejuicios y marcar tendencias, al más puro estilo de la Lady Gaga de hace unos años. Con su interpretación de Chicken Teriyaki y La fama, se convirtió en la primera mujer que interpreta las dos canciones íntegramente en español en las 47 temporadas del icónico programa de comedia de la televisión estadounidense, lo que confirma que Rosalía tiene ahora mismo el mundo a sus pies.
Rosalía rompe los esquemas de los detractores de la música urbana contemporánea, de quienes se quejan de que la mayoría no canta ni afina (como muy inteligentemente ha decidido llevar a gala C. Tangana) y que todo es humo aderezado con ritmos de ordenador, autotune, letras superficiales, actitud agresiva y una estética hortera. Ahí está Rosalía con su prodigiosa voz y su ingenio para agarrar todos los géneros, hacerlos suyos y modernizarlos. Es el caso de una de las mejores canciones del disco, La fama, la bachata que canta a dúo con The Weeknd, una de las estrellas que participan en el disco, además de Pharrell Williams o James Blake.
Además de su visión desprejuiciada de la música, Rosalía confirma ser una artista de su tiempo en la corta duración de las canciones, que parecen hechas para consumir en porciones sueltas, y no como un disco para escuchar de principio a fin de una vez. También con su afición a la cultura pop japonesa, que tiene su reflejo en las letras de las canciones, en sus influencias del J-Pop y el K-Pop y en la estética de manga que lo impregna todo.
También lo demuestra con el protagonismo que tiene la imagen en cada uno de sus proyectos, y en el manejo de los tiempos y los formatos de promoción de hoy. Lo mismo aparece en el late night de Jimmy Fallon que en El Hormiguero de Pablo Motos disfrazándose de reportera de incógnito para preguntarle a la gente su opinión sobre ella misma (y encajando con humor y una naturalidad admirable las críticas) que estrena su disco en Tik Tok con una actuación preparada durante meses. Sabe alimentar continuamente a la bestia del consumo cultural con pequeñas píldoras, y la última llega el mismo día del lanzamiento con el videoclip de Candy.
La crítica internacional ya se ha rendido ante Motomami. Rolling Stone lo considera “una obra maestra”, el Wall St. Journal habla de Rosalía como “una visionaria” y dice que este disco “representa lo nuevo y emocionante de la música pop en 2022”, y Pitchfork, la biblia de los melómanos indies más sesudos, elogia su propósito: “afinar la brecha entre lo clásico y lo contemporáneo de una manera grande y descarada, con humor y cojones” (esta última palabra escrita directamente en español). También opina que este collage de estilos y experimentación “podría parecer desordenado sobre el papel pero está cosido por su fortaleza artística”. Aunque una parte del público puede sentirse descolocado ante una propuesta tan poco previsible, parece un hecho que el disco será un descomunal éxito más en la carrera de Rosalía.