Desde luego, Soleá Morente (Madrid, 1985), hija mediana de Enrique Morente (entre Estrella y Kiki), ha heredado la afición experimental de su padre, y su amplitud de miras. Su tercer disco en solitario, Lo que hace falta (Elefant Records), grabado con David Rodríguez, el productor habitual de La Bien Querida, es una prueba evidente de su actitud ecléctica ante la música. Prima la rumba desacomplejada y picarona, con ecos de María Jiménez (e incluso de Lola Flores, ¡ole!), pero también afloran estilos varios: desde el bolero al trap pasando por el raï argelino. Su lanzamiento coincide estos días con sus conciertos en el FIAS 2020 (martes 10 en los Teatros del Canal y sábado 14 en el Museo del Prado). En ambos cantará arropada por otro grupo surgido en torno a ella, Prado Negro, con Jaime Beltrán, José Ubago Bonaparte, Rocío Morales y Mario Fernández Mafo. ¿El repertorio? Las mimbres, álbum que compila siete poemas musicados de, entre otros, Valente, Cernuda, Zambrano y García Montero. Una colección que revela la pasión literaria de esta artista filóloga.
Pregunta. Es licenciada en Filología Hispánica. ¿Llevaba tiempo dándole vueltas a hacer un disco sólo con poemas?
Respuesta. Pues sí. Todos estos poemas los tenía ya seleccionados. En su día, al leerlos, fue como un flechazo, me enamoré de ellos. Sentía la necesidad de ponerles música, así que se lo conté a Jaime Beltrán y José Bonaparte para hacerlo. Música y literatura son mis dos grandes aficiones de mi vida, mezclarlas está siendo una experiencia fantástica.
P. ¿De dónde sale el nombre de Prado Negro?
R. Es el nombre de un paraje maravilloso de la Sierra de Huétor, en Granada. Jaime Beltrán iba por allí de niño, cuando era Boy Scout, y desde hacía tiempo le rondaba la idea de llamar así a un disco o un grupo. Me pareció muy buena idea ponérselo al nuestro porque, al fin y al cabo, lo compusimos en un estudio muy cerca de allí.
P. Uno de vuestros dos conciertos en el FIAS 2020 se celebrará en el Prado, el museo, el día 14. Un muy sugerente entorno para tocar, ¿no?
R. Sí, es un lujazo, la verdad. Será como una performance. Es un lugar muy inspirador, lleno de energía creativa, así que seguro que será muy especial. Combinar pintura, música y poesía es una fórmula muy potente. Ya tuve ocasión de hacerlo con mi padre en la Hipanic Society de Nueva York, bajo las pinturas de Sorolla y con mi madre y mis hermanas, incluso mi abuela, en una performance sobre Las Meninas de Picasso en su museo de Barcelona
P. Antes, este martes, actúan en los Teatros del Canal. Será un concierto más largo, entiendo.
R. Sí, el del Prado es una media hora y se centra en las canciones de Prado Negro. Para El Canal ampliamos el repertorio con algunas versiones. Haremos por ejemplo La estrella de mi padre y Yo escucho lo cantos, a partir del poema de Machado que incluí en mi primer disco, Tendrá que haber un camino. Tiene todo el sentido añadirlo aquí.
P. De los siete poemas, dos son de Valente, Sé tú mi límite y Canción para franquear la sombra. Podría deducirse de ese hecho que es uno de tus poeta predilectos. ¿Es así?
R. Sí, sin duda, es uno de mis máximos referentes. Hace poco hice un máster y una de las asignaturas estaba centrada en él. La disfruté mucho. Me encantan algunas de sus ideas y planteamientos en torno a la creación literaria, que él la concebía casi como la gestación que realiza una madre en su vientre. También me gusta su manera de ver la literatura como la carrera de un corredor de fondo solitario. Creó un lenguaje único, una tierra de nadie desde la que escribir su obra.
P. Su padre era un flamenco muy literario. ¿Le recuerda leyendo?
R. Sí, mucho. Todo los que nos ha dejado es gloria bendita, pero su biblioteca y su discoteca es de lo mejor. Fue uno de los primeros flamencos en ponerle literatura al flamenco: Miguel Hernández, Machado, Lorca…
P. ¿Qué es lo que más leía?
R. En la biblioteca hay de todo, está llena de joyas. A él le interesaba mucho la Generación del 27, claro. Pero también San Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, el Siglo de Oro en general, María Zambrano, Platón… También se interesaba por poetas desconocidos que pasaban por casa y le dejaban sus poemas.
P. ¿La idea es que Prado Negro tenga continuidad?
R. Claro que sí, pero, a ver, todos estamos muy liados con nuestros proyectos. No es fácil juntarse pero ya tengo otros poemas en mente a los que me gustaría poner música.
P. También está grabando con Paco Ibáñez un disco, ¿no?
R. Sí, sí, me hace muchísima ilusión.
P. ¿Y qué repertorio van a compilar?
R. Canciones del suyo, que es extensísimo. Estamos haciendo versiones de él. A mí Palabras para Julia me marcó muchísimo. Trabajar con él es un sueño. Vamos avanzando poco a poco, cuando viene por España desde París.
P. Dicen que en Lo que te hace falta este disco te has implicado más todavía en la composición.
R. Bueno, siempre he estado muy implicada, tanto en lo musical como en lo textual. Aunque es cierto que aquí hay algunas que tanto la música como la letra es mía.
P. Condiciones de luna la ha hecho a medias con J. de Los Planetas, un compañero habitual desde los comienzos de su carrera. ¿Qué rasgos destacaría de él como artista?
R. Ha sido determinante. He aprendido mucho de él. Muy importante ha sido ver la sencillez con la que compone, lo hace en un tono casi coloquial. Me di cuenta de que con dos o tres acordes puedes disparar las emociones. No hace falta ser un gran virtuoso para hacer grandes canciones. Me recuerda a mi padre, a su esfuerzo para reducir la complejidad e incrementar la emoción. J. hizo que el indie me sedujera desde el principio.
P. El álbum puede interpretarse como una reivindicación de la rumba. ¿Lo compuso con ese fin?
R. Pues la verdad es que no era la intención original. Yo me puse en contacto con David Rodríguez para que sonara a rock superruidoso, como el de Los Punsetes, con un carácter indie radical… Es curioso que hayamos acabado en la rumba después de ese comienzo pero es que él se vino un día a ver un concierto en el Círculo de Bellas Artes de mi hermano Kiki y le encantó. Me dijo que con los músicos que tenía en casa podríamos trabajar un sonido cercano al tango, el bolero, la rumba… La unión de ambos ha dado este sonido rumbero-psicodélico.
P. También le hace un guiño al trap en Ducati, concretamente a Yung Beef y Somadamantina. ¿Qué le interesa de este género, dominante hoy en la juventud?
R. Me interesa mucho como expresión de la cultura popular juvenil. Hay algo en común entre los traperos y los gitanos, hermanados en su carácter periférico y marginado. En sus letras sacan a relucir temas que son tabú: drogas, prostitución… Hay algunas analogías muy llamativas.