Dee Dee Bridgewater. Foto: JazzMadrid/CD

Es la última gran diva de un jazz pintado en blanco y negro, de fotografías en tonos ocres. Dee Dee Bridgewater emergió de los suburbios del género para tomar los más insignes escenarios. Cerca de la setentena, sigue imparable, derrochando frescura en cada concierto. Este año la veremos en Getxo y Vilafranca del Penedés, dos de las citas jazzísticas estivales en las que hacemos escala, aparte de Vitoria, San Sebastián, San Javier, Clazz Continental...



Su vida da para una película… o tres. Y no porque la tragedia haya marcado su existencia, movilizando esos morbos que nos mueven a todos, sino por todo lo contrario, esto es, por una historia henchida de energía y felicidad. Su trayectoria ha estado rodeada de algunos de los mayores maestros del género, desde Thad Jones y Mel Lewis a Dizzy Gillespie, Sonny Rollins o Dexter Gordon. La cantante norteamericana Dee Dee Bridgewater (Memphis, 1950) regresa en julio a nuestro país, a Vilafranca del Penedés (1) y Getxo (4), donde ya le aguardan con expectación, pues la Bridgewater siempre convence: porque sabe y se lo sabe, y además lo hace todo con un agradecido sentido del humor. Le acompañan músicos habituales en sus últimas visitas, como el trompetista Theo Croker, un joven talento que amadrina desde hace un lustro.



En su nueva visita repasará sus grandes hitos jazzísticos, con especial atención a los discos Afrophysicist y Escape Velocity, ambos registrados en su propio sello DDB. Es la última gran dama de un jazz pintado en blanco y negro, de fotografías musicales color ocre, aunque ella no siente el peso de la etiqueta ‘leyenda'. "Tan sólo espero que esté dejando un legado musical que inspire a las nuevas generaciones, ése es mi mayor deseo", comenta la artista a El Cultural. "¿Nuevas cantantes que admiro? Estoy impresionada por la multidisciplinariedad de muchas cantantes, caso de Cecile MacLorin Salvant, Esperanza Spalding, Cyrille Aimée, Charenee Wade o Briana Thomas".



Pregunta.- ¿Y su hija China Moses? (fruto de su matrimonio con el director de la serie televisiva Raíces, Gilbert Moses)

Respuesta.- (Ríe) Admiro la fortaleza de mi hija, su tesón, su determinación. También es muy polifacética: es presentadora de televisión, actriz y canta de todo, soul, blues, jazz… No es amor de madre, he trabajado con ella mucho en los últimos años y conozco su talento y su esfuerzo. Luego sí, actuar juntas, verme con ella encima de un escenario es… ¡una bendición!



En el jazz antes había camaradería. Ahora es más cerrado y se mira todo por los balances"

Bridgewater es historia viva del género, una artista que ha recorrido los suburbios del jazz hasta alcanzar los escenarios más insignes. "Todo ha cambiado, pero me quedo con las ganas que he tenido siempre de disfrutar. Cuando yo empezaba había cantantes extraordinarias, ya sabes, Ella Fitzgerald, Betty Carter, Sarah Vaughan, Carmen McRae… pero el compositor era la estrella; hoy no, todo es al revés, la carrera de una artista se diseña a partir de ella, el repertorio, la banda, el estilo… ¡El jazz hoy se cocina en los despachos, no en la calle! Antes había más camaradería, siempre había alguna estrella veterana dispuesta a subirse al escenario contigo, a apoyarte; ahora la cosa está mucho más cerrada y se mira todo por los balances y resultados. Por eso tenemos a artistas como Diana Krall o Norah Jones en listas de pop y ahí la industria anda a la búsqueda de las próximas Kralls y Jones".



En la respuesta hallamos la pregunta, pues la voz de Bridgewater siempre ha estado acotada entre el decir vital y jubiloso de Ella Fitzgerald y la canción física de Betty Carter. "A la gente le gusta poner etiquetas, sí, pero yo he de confesar que mi mayor influencia ha sido Betty Carter. Cuando llegué a Nueva York, iba a verla todas las noches y monté mi primera banda gracias a ella. Ahora intento hacer lo que ella hizo conmigo, rodearme de jóvenes a los que transmitir mi experiencia; siento que se lo debo".



Los logros de obama

Los asuntos del jazz han cambiado como la vida misma, tanto que Bridgewater ha asistido a la primera presidencia estadounidense a cargo de un afroamericano. "La presidencia de Obama ha sido histórica y sus avances en temas como la salud o el acceso a la vivienda han sido fundamentales. Ha hecho mucho, aunque mucho de ello ha pasado inadvertido: lo vamos a extrañar cuando se vaya". Esa admiración por Obama se plasmó hace mes y medio en su actuación en la Casa Blanca con motivo del Día Internacional del Jazz, que se encargó de lucir en sus redes sociales, compartiendo fotos orgullosamente.



Bridgewater ha regresado a su país, tras vivir durante muchos años en París, ciudad que la acogió en 1984 a cuento de la comedia musical Sophisticated Ladies, de cuyo elenco formaba parte, y por la que obtuvo el reconocimiento que se le negaba en EE.UU. desde que despegó profesionalmente en la orquesta de Thad Jones y Mel Lewis, formación en la que permaneció entre 1970 y 1974. También en París interpretó en la obra Lady Day a otra de sus mujeres jazzistas más admiradas, Billie Holiday, a la que recientemente rindió explícito homenaje discográfico en el álbum Eleanora Fagan (1915-1959): To Billie With Love From Dee Dee (Emarcy-Universal, 2010). "Billie es probablemente nuestra mejor cantante de jazz, no sólo la más influyente, que también. Ella fue una pionera, una mujer de convicciones musicales enormemente sólidas que mantuvo firmes a pesar de la vida tan complicada y a menudo trágica que tuvo. Siempre luchó por sus creencias y en ese sentido también es un modelo".



Otra de las personalidades en la que más se reconoce es Miles Davis: "Me siento como él pero en mujer; Miles tuvo un empuje creativo proverbial, siempre estaba reinventando la música y reinventándose a sí mismo". La afirmación le hace justicia, pues tan pronto rinde tributo a Horace Silver como busca sus raíces en África, como cuando en 2007 publicó Red Earth: A Malian Journey, un disco junto a un plantel de músicos mailenses. "El proyecto nació de una necesidad, de la búsqueda personal de mi ascendencia. Entonces me di cuenta de la conexión entre la música de los griots mandingas y el blues del Delta, y de las conexiones vocales, también". Admiradora de compañeras como Cassandra Wilson o Dianne Reeves y amigos como Kurt Elling o Jose James, Dee Dee Bridgewater mantiene la misma ilusión sobre los escenarios que el primer día.



P.- Después de tanto recorrido, ¿qué le sigue moviendo?

R.- Oh, muchas cosas: el desafío de nuevos proyectos, las conversaciones con mis músicos, la enseñanza a los nuevos talentos…



P.- Curioso, porque creo que usted no recibió formación académica, ¿no?

P.- Sí, nunca tuve que estudiar, ni para cantar ni para actuar, es algo innato, es el talento que me ha dado Dios. Y es que no me canso de cantar, de bailar, de participar en musicales y obras de teatro, hacer cine o televisión… soy embajadora de buena voluntad de la ONU… ¡estoy en mil cosas y con ganas de meterme en más!



Queda claro: Bridgewater, la última flor de ébano del jazz, siente que no ha hecho más que empezar.