¿Cómo suena el verano? Esta es la pregunta que hemos hecho a escritores, artistas, cineastas, actores, directores de teatro, de museos... para que, con su música, nos ayuden a sobrellevar estos meses de calor. Cada día, tres nuevas canciones seleccionadas por uno de nuestros "pinchadiscos" irán engrosando la playlist de Spotify.
Escuche aquí la lista completa de las canciones de Así suena el verano
Sirva esta melodía de Agapito Marazuela para presentarles a sus más radiantes sucesores: los Hermanos Cubero, pues si el viejo comunista y maestro dulzainero Marazuela, además de recorrer los pueblos de Castilla recopilando su folclore, hubiera fundado los Kentucky Colonels (el maravilloso grupo de bluegrass de los años sesenta, que surgió de lo más profundo de los Apalaches), éstos serían los citados hermanos. Y aquí están, los maravillosos Enrique y Roberto Cubero, guitarra y mandolina, dos hermanos de origen alcarreño que viven en la industrial y baqueteada comarca del Vallès de Barcelona. Escrita en octosílabos antiguos y perfectos, es imposible dejar de escuchar hasta disolverse uno en ella esta canción con que se presentan o con que se despiden en los festivales, "Los cordaineros de la Alcarria", y en la que se invoca al grandísimo maestro Marazuela, de Valverde del Majano. "Si a los de dulzaina y caja / se les lllama dulzaineros / nosotros tañanedo cuerdas / tal vez seamos cordaineros. / Cordaineros de la Alcarria. / Escuchen nuestra canción / es música castellana / y sin otra pretensión".
Un vaso de agua (al enemigo), de Radio Futura
La radio era verano, así fue en la adolescencia. La radio en el tren que lleva a la playa lejana de Caldetes, de Ocata, de Masnou, el tren de la costa. La radio en la habitación, la ventana abierta por la que llegan las otras radios de los otros bloques. El agua era también verano. El agua fría del grifo en la cocina un rato abierto para dejarla correr, que salga bien fresca. El agua salada en el cuerpo desnudo hasta donde alcanza el bañador. Salir del mar como nuestro primer antepasado salió de él, porque también nosotros en aquellos días largos, en aquellos meses a los que no se les veía el horizonte, teníamos el tiempo de nuestra parte. El agua era verano cuando éste se deshacía en tormentas, en riadas, en torrentes que se llevaban los coches con sus plazos por pagar. La radio era verano y era futuro, porque dentro de aquel aparato negro, en cada una de sus canciones, estaba todo lo que nosotros queríamos ser. Con Radio Futura lo fuimos. Una sombra roja en un país carbonizado por la crisis de los ochenta, una sombra blanca en un bosque de historia petrificado.
La puerta verde de Los Llopis
La ponían en emisoras desde nuestro punto de vista exclusivo antiguas; por ejemplo en la misma en que se emitía A quién felicitamos hoy. A veces llamaban a alguien en ese programa para felicitarle por su cumpleaños y resultaba que hacía poco que se había muerto. Cuando felicitaban para una boda, cantaban "Blanca y radiante va la novia...". Pero La puerta verde era especial porque lo que los Llopis explicaban en ella estaba pasando entre nuestras manos. La misteriosa puerta verde (tras la que suena un piano viejo) de la canción eran a la vez las secretas y ominosas puertas de la llave de plata de Lovecraft. El verano nos hacía lectores y Lovecraft nos esperaba a la puerta del verano, con Heinlein, con Poe, para darnos su fría mano de salamandra, de animal que vive debajo de las aguas, debajo de las letras. Leer era cruzar esa puerta. Luego la vi, la puerta verde, o quizá recordaba haberla visto antes, ya no sé, en un capítulo de La Dimensión Desconocida, de La Galería Nocturna, de una serie de miedo. Y otro año, cambié de emisora y surgió la canción reencarnada en una versión de los Nikis. Nos tocaba ahora a nosotros cruzar el umbral, adentrarnos en el misterio.
Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, 1965), licenciado en filología hispánica por la Universidad de Barcelona, publicó en 2007 Los príncipes valientes (Andanzas 641), una primera novela que recibió una acogida entusiasta entre los lectores y la crítica. Le siguió Todo lo que se llevó el diablo, una narración original e inagotable sobre las misiones pedagógicas de la República, y el libro Paseos con mi madre, que se ha convertido en un revulsivo y en una reivindicación de las periferias urbanas. Escribe crónicas para la edición catalana de El País, que le han merecido el Premio Ciutat de Barcelona 2014 de medios de comunicación. Entre la ironía y el sarcasmo, la rabia y el entendimiento, Catalanes todos ofrece una inolvidable colección de episodios incómodos y tronchantes, y se erige, en esta versión definitiva, como una novela desmitificadora más necesaria que nunca. Enriquece el volumen la pieza de vodevil La dimisión, que recrea el discurso histórico de la dimisión de Adolfo Suárez ante las cámaras de televisión, sátira de la actual incapacidad política para renunciar a todo cargo.