Alberto Posadas
El Real va a llenar un vacío en mi catálogo
9 septiembre, 2011 02:00Alberto Posadas. Foto: Sergio Enríquez-Nistal.
Es uno de los compositores más valorados de Europa. Sus obras sonarán estos días en varios festivales, del Ultima de Oslo al Klangspuren de Schwaz, a la espera de que el Teatro Real de Madrid le confirme el encargo de una ópera.
Tiene una oferta en firme del Teatro Real para componer y estrenar una ópera y encargos de la Bienal de Arte Vocal de París y de los Festivales de Donaueschingen, Witten, Royaumont y Ultraschall. Han tocado su música los mejores conjuntos del momento: Ensemble Intercontemporain y L'Itineraire de París, Klangforum de Viena, Nouvel Ensemble Moderne de Montreal, Plural Ensemble de Madrid, Cuarteto Arditti, Cuarteto Diotima.
Alberto Posadas (Valladolid, 1967) es uno de los cinco o seis españoles que están en la primera línea de la composición europea. Discípulo en su día de Francisco Guerrero como muchos de ellos (David del Puerto, Jesús Torres, Jesús Rueda) es el que durante más años ha perseverado en los principios del maestro: uso de plantillas matemáticas, físicas o arquitectónicas como punto de partida de la composición, gran rigor estructural, gran desinterés por las capacidades y limitaciones del oído del espectador. Expresándose magistralmente en ese lenguaje escondido y exclusivamente instrumental, Posadas se ha ganado durante dos decenios el prestigio internacional.
Ahora está iniciando una nueva etapa en la que la voz no solo tiene cabida, sino que pasa muchas veces a primer plano. Hitos de este nuevo camino son el sexteto vocal Vocem flentium, que acaba de estrenarse en el Festival de Witten y en la Quincena Donostiarra, el quinteto para soprano y cuerdas con texto de Cioran, que se estrenará en el Auditorio Nacional de Madrid el próximo 14 de noviembre, los dúos de soprano y viola y soprano y clarinete dentro del ciclo Sombras que se estrenará en Witten, la obra para seis voces, grupo y electrónica que prepara para la Bienal de Arte Vocal de París de 2013 y, como punto culminante, la ópera que si todo va bien estrenará en el Teatro Real en la temporada 2015/2016.
-¿En qué fase está el proyecto con el Teatro Real?
-Me han hecho una propuesta en firme y ahora, a la vuelta del verano, tenemos que concretar los términos y firmar el contrato.
-¿Tiene ya asunto?
-Sí, pero no lo puedo desvelar hasta que se resuelva la cuestión de los derechos.
-Después de dos décadas haciendo música instrumental, se ha dado usted por entero a la voz.
-No exclusivamente, pero es verdad que existía esa laguna en mi catálogo y que ahora la estoy rellenando.
-¿Qué tenía en contra del canto?
-Nada. Al contrario, siempre me ha gustado, sobre todo a cappella, pero no me sentía capaz de extraer de la voz un material con suficiente entidad como para generar discurso. No veía cómo aplicar a la voz el lenguaje que venía desarrollando.
-¿Quiere eso decir que su lenguaje está cambiando? ¿Ya no se inspira en planteamientos matemáticos, ya no mira los instrumentos con microscopio?
-No se va a producir ninguna ruptura en mi lenguaje, pero, efectivamente, he cumplido ya un ciclo en mi trayectoria. Ahora quiero abrir nuevos caminos.
-¿Qué tipo de textos emplea en estas nuevas obras con voz?
-En el sexteto vocal usé dos versículos del Libro de Job que Tomás Luis de Victoria insertó en el Oficio de Difuntos. Para el quinteto con soprano he tomado un fragmento del Libro de las quimeras, donde Cioran plantea sombras de una realidad quimérica que, por una parte, aliena al hombre y, por otra, le tienta. Es un mundo híbrido, entre filosófico, teológico, místico y lírico, de intensidad extrema. Es una poética del escepticismo o, como decía el propio Cioran, de la desfascinación.
-¿Y cómo está tratando la voz en estas obras?
-Es bastante cantabile. Permite que se comprenda el texto.
-Canto, texto explícito y comprensible... perdone que le diga , pero ¡eso tiene que sonar muy poco a Posadas!
-Siempre hay un sustrato común en mi lenguaje. Yo no soy de dar saltos al vacío cada semana. Soy más propenso a depurar constantemente mis propios planteamientos.
-Es usted más de reformas que de rupturas.
-Nunca se sabe. Quizá llegue la ruptura algún día, pero yo no sería capaz de vivir un encadenamiento de rupturas.
-¿Prima la musica e poi le parole? ¿Por dónde empieza usted?
-Por ver qué tipo de material musical voy a emplear y cómo lo voy a moldear. Lo demás, incluido el texto, se supedita a esto, porque no cualquier texto, por interesante que sea, resulta adecuado a esos presupuestos.
-Por planteamiento el ciclo Sombras (cinco obras que se tocan juntas) se parece a su Liturgia fractal, pero a la vez parece un proyecto más abierto.
-Sí. En Sombras hay una expansión del cuarteto, una intención de relacionar los instrumentos de cuerda con la voz, con el mundo literario y con el de los instrumentos de viento, a través del clarinete.
-¿Desaparece la matemática?
-Sigo usándola, pero más como herramienta que como planteamiento inicial.
-A la hora de componer, ¿hasta qué punto tiene usted en cuenta el oído del público, sus necesidades y sus limitaciones?
-Yo siempre he tenido en cuenta la escucha, el mecanismo de la percepción, el funcionamiento de la memoria. Me interesa plantear materiales musicales que a lo largo del tiempo tienden a homogeneizarse y a perder su identidad. Crear huellas sonoras que relacionen un momento sonoro con algo que ha aparecido anteriormente. Como cuando paseas por la playa a primera hora de la mañana y vas siguiendo unas huellas, pisando sobre ellas. A medida que las pisas, por preciso que seas, redefines la huella, la conviertes en otra, en algo nuevo.
-Eso es apasionante, pero no es lo que yo preguntaba. ¿Para usted, la música es comunicación directa, explícita y concreta con un grupo de personas sentadas en el patio de butacas?
-Para mí la música es comunicación, pero no comunicación teledirigida. No es la prepotencia del compositor en su pedestal, sino todo lo contrario. Buscar una comunicación teledirigida sería pretencioso. La escucha es una realidad ingobernable, inasible para el creador. Y ahí está la magia del arte. Es el oyente el que tiene que recrear en su mente esa realidad sonora, tiene que convertirse en compositor.
-Pero el oyente no oye igual que un compositor, no tiene sus destrezas.
-Tampoco yo soy pintor y me convierto en creador cuando miro un cuadro. Espero de un artista que me descubra mundos nuevos. No el mío, que ése ya me lo sé.
-El descubrimiento, una y otra vez...
-Es que la experiencia artística tiene que ir asociada a la aventura del descubrimiento. Si no, el arte no sería una forma de conocimiento sino de reconocimiento de determinados códigos que te permiten reconfortarte con la vastedad de tu cultura. Ese arte no me interesa.