José Carlos Martínez: "Al teatro de la CND tendré que ir ya con garrota"
El bailarín se despide de la dirección de la Compañía Nacional de Danza con El sombrero de tres picos estrenada hace cien años
5 julio, 2019 14:38José Carlos Martínez (Cartagena, 1969) llegó en 2010 a la Compañía Nacional de Danza cargando un bolso lleno de zapatillas de punta. Quería que la formación volviera a ‘calzarse’ el ballet clásico tras 20 años consagrada a la danza contemporánea de la mano de Nacho Duato. No trataba de hacer tabula rasa. Su intención era conciliadora: dotar al cuerpo de baile de una naturaleza anfibia, capaz de manejarse con solvencia en ambos registros. En el primero, los hitos primordiales de su mandato han sido Don Quijote y El cascanueces. En el segundo, podrían citarse Una noche con Forsythe (espectáculo muy demandado fuera), la Carmen de Johan Inger y, precisamente, la normalización de Duato en el repertorio de la compañía, de la que se había separado de forma abrupta y destemplada. Así que puede decirse que ha cumplido su objetivo. Ahora se marcha. Le sustituirá Joaquín de Luz. Pero antes de decir au revoir, al que fuera bailarín estrella de la Ópera de París le queda celebrar el centenario de El sombrero de tres picos en el Festival de Granada. Lo hará este sábado.
Pregunta. Van a bailar la coreografía original de Léonide Massine, ¿no?
Respuesta. Sí, exactamente igual a cómo se bailó hace 100 años en Londres, curiosamente en el Teatro Alhambra. Para alcanzar el máximo grado de fidelidad contamos con el asesoramiento del hijo de Massine.
P. Aquí en España se ha bailado mucho la versión de Antonio ‘El bailarín’. ¿Cuáles son sus diferencias?
R. Bueno, todas las versiones se basan en el libreto original y cuentan la misma historia. La de Antonio ‘El bailarín’, que ha bailado el Ballet Nacional, es danza española pura. Pero en realidad la coreografía original es danza española estilizada. Ballet clásico, en definitiva.
P. Falla compuso la música siguiendo las instrucciones de Massine. ¿Se sabe qué pautas le dio este último?
R. No lo sé. Pero es cierto que siguieron el mismo método que Stravinski y Nijinsky para La consagración de la primavera: se encerraron en un estudio y fueron creando la partitura y el ballet simultáneamente.
P. Lo que sí parece claro es que le pediría que introdujera el flamenco.
R. Sí, eso seguro. Massine se había quedado prendado de nuestra música en su visita a España. Si Diaguílev y él fueron a buscar a Falla, lógicamente es porque querían incorporar el flamenco.
P. ¿Van a lucir los bailarines el vestuario diseñado por Picasso para su estreno?
R. Sí. Hemos podido aprovechar unos doce trajes del montaje que hizo el Ballet Nacional. En total, son más de 40. Sólo cogimos aquellos que son exactamente iguales a los de Picasso.
"La compañía sólo puede seguir creciendo si recibe más apoyo del Inaem. No puede atender a la demanda internacional por falta de medios"
P. En Granada también bailarán una obra de Duato, Por vos muero, inspirada en Garcilaso. Él la estrenó con la CND en 1996. Uno de sus logros en estos ocho años ha sido recuperarlo.
R. Es que era muy raro que un director de la compañía durante 20 años desapareciera del todo. No tenía sentido, por ejemplo, celebrar el 40 aniversario de la CDN sin alguien que la ha dirigido la mitad de su vida. Yo hubiera querido reincorporarlo antes pero al principio él seguía muy enfadado.
P. La últimas actuaciones con usted como director serán en los Teatros del Canal a finales de julio. ¿Qué quiere mostrar en estas galas de despedida?
R. El grado de versatilidad y eclecticismo que ha alcanzado la compañía. Su faceta clásica estará representada con una suite de Don Quijote que coreografié yo. También estará, de nuevo, Por vos muero, el lógico guiño a Duato. Y una versión de Cayetano Soto del Preludio a la siesta de un fauno. O sea, un estreno de un coreógrafo español actual, porque debemos ampliar el repertorio con nuestros propios creadores. Por último, bailaremos por vez primera Les noces, de Andonis Fonidakis, uno de los grandes coreógrafos contemporáneos.
P. ¿Siente que el ballet clásico ya es parte del ADN de la compañía?
R. Creo que ese proceso se completó en 2015, en el momento en que estrenamos Don Quijote. Una prueba de la consecución de este objetivo fue empezar a bailar clásico fuera porque nos lo reclamaban. Aunque el trabajo no está terminado.
P. Otra aspiración de su proyecto era fortalecer los lazos de identificación del público con la CND. ¿Percibe una mayor fidelidad que cuando entró?
R. Es algo muy difícil de conseguir sin disponer de un teatro estable, que sería una referencia fija para el público. Creo que haber armado piezas como El cascanueces y Don Quijote han ayudado. Pero contar con un teatro es determinante.
P. Lo último que anunció el Inaem es que se iba a construir uno cerca del Planetario. ¿En qué punto está esa iniciativa?
R. Sí, lo anunció pero de un anuncio a la construcción efectiva hay una gran distancia. No sé si cuando vayamos a ver danza allí tendremos que hacerlo apoyándonos ya en una garrota, si es que finalmente se construye. Sería mucho más factible asentarse de verdad en el Teatro de la Zarzuela. En Europa casi todas las casas de ópera acogen danza. Buen ejemplo es la Royal Opera House de Londres.
P. ¿Con qué otras ‘amarguras’ se marcha?
R. Hay muchos coreógrafos españoles algo atascados que me habían mandado proyectos. Querría haberle dado más espacio a la creación española. También se me ha quedado pendiente hacer una Giselle. Y un trabajo con Sharon Eyal, la coreógrafa del momento. Pero la compañía ahora tomará otro rumbo, hará otras cosas.
P. ¿Qué le parece, por cierto, la elección de Joaquín de Luz como su sucesor?
R. Es alguien con una gran capacidad de trabajo, algo muy necesario aquí. No conozco a fondo su proyecto pero me gustaría que siguiera una línea versátil como la mía, alternando el clásico y el contemporáneo, para atender así a todo tipo de públicos. También que la compañía continuara creciendo, pero eso es difícil sin un mayor apoyo del Inaem.
P. Tras ochos años formando parte de su engranaje, ¿qué propondría para mejorarlo?
R. Que sus procesos administrativos se adapten a las necesidades artísticas. Ahora mismo es imposible, por ejemplo, que si un bailarín se lesiona a última hora se pueda contratar otro con urgencia. También debería apoyar a sus bailarines más allá de su periodo activo. Yo, al acabar mi carrera en París, empecé a recibir una pensión.
P. Teniendo en cuenta ese colchón, ¿cómo se plantea la era posCND?
R. Podría retirarme gracias a ella pero la danza es mi pasión. Quiero funcionar un tiempo como freelance. En el próximo año voy a hacer El corsario en la Ópera de Roma, la Giselle que tenía prevista para la CND en Zagreb y en Viena haré la coreografía del Concierto de Año Nuevo.
P. Usted conoce a fondo muchas compañías internacionales. ¿En qué liga juega la CND?
R. Es difícil juzgar y decidir cuáles son las mejores porque cada una tiene su identidad. Nosotros hemos cambiado el perfil y ha llevado un tiempo que se conozca el nuevo. Es muy significativo que tras habernos programado en París, Abu Dhabi, China… nos hayan vuelto a llamar. No podemos atender ya a la demanda internacional por falta de medios. La gente fuera nos valora. Eso es muy buena señal.