El delirio de Anna Bolena abre la temporada de ópera en Oviedo
La ópera que consagró a Gaetano Donizetti en 1830 inaugura el curso en el Teatro Campoamor con la soprano Sabina Puértolas como protagonista.
7 septiembre, 2024 01:51Anna Bolena, estrenada con enorme éxito en el Teatro Carcano de Milán en 1830, es uno de los mejores exponentes de belcantismo evolucionado. Se podrá comprobar de nuevo en las cuatro representaciones (los días 7, 9, 12 y 14) que anuncia como inicio de la temporada el Campoamor de Oviedo.
Los efectos expresivos, la naturaleza de los acentos, el manejo de los intervalos, los distintos elementos de la línea vocal, su proyección y dimensión, su juego de alturas e intensidades, su trazado más o menos dificultoso, son características definitorias de una ópera como esta, que alcanza una rara intensidad.
Se aguarda siempre con enorme expectación la participación de la soprano protagonista, a la que se le presentan grandes dificultades y que necesitaría, si buscamos el ideal, lo que hoy conocemos como una soprano dramática de agilidad. Giuditta Pasta, su creadora, poseía lo necesario y Donizetti explotó justamente sus atributos.
Los problemas se resumen en el número final, que se abre con el cantabile Al dolce guidami, en Fa mayor y 2/4, de suaves fioriture y sinuosidades, dulcísimos trinos. El timbre obsesivo del oboe abre paso al canto. La cabaletta final, Coppia iniqua, moderato en Mi bemol mayor y 3/4, es un número de bravura. La densidad vocal es puesta a prueba en un momento clave que precisa una voz capaz de descender desde las alturas hasta la gravedad de un Re 3. Donizetti vuelve a exigir un ascenso y encamina a la línea vocal hacia un Do 5 por valor de una negra.
Estas representaciones ovetenses tendrán como protagonista a Sabina Puértolas, una lírico-ligera, ahora mismo más cerca de lo primero que de lo segundo. Artista muy completa, de timbre cálido y al tiempo penetrante, precisa en las agilidades, afinada siempre, fantasiosa en el fraseo, rigurosa en la medida.
A priori no es la voz ideal, pero puede crear personaje manejando con habilidad sus importantes medios. Con ella un equipo que parece bastante sólido: John Osborn (Percy), un tenor lírico-ligero muy seguro arriba, aunque de timbre un tanto escuálido; Maite Beaumont, mezzo lírica de excelente encarnadura, que habrá de enfrentarse, como Giovanna Seymour, a Bolena en el famoso dúo; y Javier Castaneda, un verdadero bajo cantante, a quien se le empiezan a dar grandes oportunidades (Enrique VIII).
Y muy buenos secundarios: Marifé Nogales, Carlos Daza y Moisés Marín. Todos serán atendidos desde el foso por el joven y conocedor maestro mexicano Iván López-Reynoso y la Orquesta Oviedo Filarmonía. Coro Intermezzo, siempre una garantía, y dirección escénica del aplicado y ya veterano Emilio López, que lleva años inmerso en este tipo de trabajos.