Mientras en el teatro isabelino las mujeres, por una cuestión de carcúndico decoro, tenían prohibido subirse al escenario, en nuestro Siglo de Oro escribían, dirigían y, por supuesto, actuaban. Qué pasa. Aquel ámbito era una suerte de vanguardia que adelantaba conquistas que tardarían siglos en consolidarse. María de Zayas (1590-1647) fue una de las representantes más destacadas de esta avanzadilla que se concretaba en muchos aspectos, incluido el sexo.
Así lo recoge su única pieza teatral, La traición en la amistad. “En ella defiende la igualdad en un terreno de comunicación tan placentero y divertido. Creía que las mujeres debían experimentar en él del mismo modo que los hombres, sin que implicará inevitablemente un compromiso”, explica a El Cultural Magüi Mira (Valencia, 1944), que llevará al Festival de Olmedo el 24 de julio su versión de la obra bajo el título de Adiós, dueño mío.
Mira, ganadora del Premio Valle-Inclán de El Cultural en 2019 por su escenificación de Consentimiento de Nina Raine, ha contado con la colaboración de Emilio Hernández para confeccionar una dramaturgia respetuosa con el tenor original, más allá de algunos cambios de orden narrativo y préstamos tomados de las Novelas amorosas y ejemplares de Zayas que enriquecen y amplían la propuesta.
Ambas obras destacan el protofeminismo de María de Zayas, que combatió los prejuicios que limitaban a la mujer
La actriz y directora valenciana subraya el protofeminismo de la autora barroca, que combatió los prejuicios que limitaban la soberana voluntad de la mujer al elegir sus compañías erótico-afectivas. Asimismo, denunció el desamparo ante los ‘crímenes pasionales’ perpetrados por hombres que se sentían facultados para maltratar a las mujeres que no correspondían a sus impulsos rijosos o les generaban celos arrebatados.
“Como eran producto de ‘la pasión’, la ley los dejaba impunes”, dice Mira, que añade: “Nunca me había planteado hacer esta obra pero al leerla sentí rápidamente una corriente de complicidad que me animó mucho”.
Frescura, ironía y picante
En el montaje, que ha situado en la pura actualidad, son cinco las actrices que encarnan al grupo de amigas conjurado para operar con libérrimo criterio en su relación con los varones de su entorno. Además, este elenco compuesto por Marta Calabuig, Pilu Fontán, Rosana Martínez, Laura Valero y Silvia Valero asume los tres roles masculinos que comparecen en la trama (cambiando simplemente el tono de voz o poniéndose una americana).
Todas brindan generosas dosis de frescura, descaro, ironía y picante sicalíptico. Hay mucho baile y mucho juego. “Y a las cosas del sexo se las llama por su propio nombre, con naturalidad”, apostilla Mira, que no hay quien que la pare. Ni el maldito virus. En los últimos dos años ha manufacturado Penélope (con Belén Rueda), El abrazo (con María Galiana), Los mojigatos (con Gabino Diego) y Los nocturnos (con Marta Etura). Ahora está ensayando Adictos, nada menos que con Lola Herrera, otra incombustible.
Con Zayas, Mira ha vivido un idilio. Llegaba a sentir, confiesa, que se comunicaba con ella mientras le daba forma a su minimalista puesta en escena. Una sintonía telepática que también experimenta Juana Escabias (Madrid, 1963), gran especialista en la vertiente femenina del Siglo de Oro.
“María de zayas, en la traición en la amistad, llama a las cosas del sexo por su nombre, con naturalidad”. Magüi Mira
Su conocimiento profundo, adquirido durante años y años picando en la veta áurea, le permite ‘cocinar’ divertimentos como Que mujer prodigio soy (Dramaturgas de oro), que tras su paso por Clásicos en Alcalá se ha mostrado el 15 y el 16 julio en el Festival de Almagro. El texto ensarta a la mencionada Zayas con otras dos lumbreras del repertorio del Siglo de Oro: Sor Juana Inés de la Cruz (1648 o 1651-1695) y Ana Caro de Mallén (1590-1646).
Removiendo archivos
Lo hace a partir de un planteamiento de ficción que se sustenta, sin embargo, en un poso historiográfico. Tres actrices de hoy buscan una obra de corte feminista para exhibirla. Por casualidad, encuentran una pintiparada en el sótano de la Biblioteca Nacional. Titulada Combate de damas, fue escrita a seis manos por las tres autoras citadas, respondiendo a un encargo de Felipe IV, que quería hacerle un regalo teatral a su mujer.
La historia tiene así dos planos que se alternan. Escabias nos muestra la búsqueda y las reflexiones de las actrices contemporáneas y la representación propiamente dicha del peculiar texto barroco, que es una invención –en verso– de la propia Escabias.
En él, Zayas, Sor Juana Inés y Caro de Mallén exponen las dificultades que su condición femenina les acarrea en su cotidianidad, a pesar de que figuras como Lope, en el caso de Zayas, las elogiaban sin rebozo. “He intentado ser divulgativa, que quien vea la obra pueda conocer un poco mejor a estas escritoras que tuvieron mucho predicamento en vida pero que luego fueron orilladas. La cultura machista del franquismo hizo mucho daño”, apunta a El Cultural Escabias.
En el ficticio proceso de escritura de Combate de damas las tres autoras se acaban picando. El encargo procedente del monarca pretende que colaboren en la consecución de una obra consensuada pero mientras hilvanan temas, tramas y personajes surgen algunas desavenencias motivadas por el ego. Mallén abre la caja de los truenos cuando decide incorporar en la pieza común partes de su comedia Valor, agravio y mujer.
Zayas se enfada entonces al considerar que esa moción incumple lo pactado y anuncia que a ella también le gustaría introducir algo de, precisamente, La traición en la amistad. Sor Juana Inés, por su parte, propone de su cosecha Los empeños de una casa. Es un truco de Escabias que le permite, a partir del disenso entre las tres, ir entregando al público unas nociones de sus respectivos trabajos literarios.
Escabias, por otro lado, el día 16 presentó en Almagro su libro Dramaturgas del Siglo de Oro. Guía completa. “Tengo registradas veinte y una. Españolas, portuguesas y novohispanas, a las que divido entre religiosas y seglares. A mucha gente le sorprende que sean tantas. Me dicen que, si no se las conoce, será porque son malas escritoras pero eso no es verdad”, comenta con rabia.
“Me dicen que si las autoras del Siglo de Oro no se conocen será porque son malas, pero eso no es verdad". Juana Escabias
Para desmentir el prejuicio, la próxima temporada estrenará en La Comedia su versión de Valor, agravio y mujer. Es uno de los reclamos más sugerentes de la programación de Compañía Nacional de Teatro Clásico (se verá ya en abril de 2023). Se trata de una de las dos comedias que se conservan de Caro de Mallén (murió por la peste y muchas de sus pertenencias fueron quemadas). La historia es realmente impactante.
Se centra en una venganza. La de la despechada Leonor, a quien su prometido deja plantada antes de casarse. El ‘fugado’ se marcha a la corte de Flandes creyendo que estará tranquilo. Pero no será así. Leonor, disfrazada de hombre (de otra forma le hubiera resultado imposible culminar sus planes), viajará hasta allí para matarlo ella con sus propias manos.
Loa y auto sacramental
“No permite que la restauración de su honor la lleve a cabo un hermano o el padre, que era lo habitual entonces”, enfatiza Escabias, que, además de este esperado estreno, anda preparando una edición para Cátedra de su teatro completo. Aparte de las dos comedias (la otra es El conde de Partinuplés) incorpora una loa (Loa en cuatro lenguas) y un auto sacramental (Coloquio entre los dos).
La autora de La puta de las mil noches se ha volcado durante la última década en esclarecer detalles de la vida de Caro de Mallén, encontrando documentos cruciales como la partida de nacimiento y la causa de su muerte. Aspectos que hasta entonces eran un misterio. “Después de 12 años investigando sobre ella, por fin empieza a emerger. Es una tremenda satisfacción y un acto de justicia”.