1. Contemporáneos y locales
El cambio de paradigma en la cartelera se consolida. El año anterior fue muy revelador de la apuesta de los programadores por autores vivos, con particular predilección por los afincados en España. Si hace unos años (muy pocos) una queja recurrente de los dramaturgos locales era la poca cancha que se les daba en nuestras tablas, ahora el panorama ha cambiado sustancialmente. El ejemplo del malogrado Kamikaze ha sido clave. CDN, La Abadía, Lliure y Español han ampliado las oportunidades. Muchos lo celebran. Alguna voz, en cambio, denuncia cierto abandono del repertorio.
2. Ayudas europeas
Falta hacen. En todos los terrenos. No digamos en el de la escena, tan golpeada por el embate pandémico. Las primeras partidas se han ido liberando, con más retrasos de lo deseado. Esperemos que lleguen pronto también a las tablas y que sirvan para impulsar las giras y la producción. Es crucial que se distribuyan bajo criterios de justicia y de equidad y, por supuesto, dando en el clavo. O sea, que rieguen el talento, el riesgo, la calidad y no la mediocridad y las inercias empobrecedoras. Deben atenuar ya la famélica situación de tanto teatrero.
3. Normalidad en el INAEM (por fin)
Un acuerdo in extremis antes del fin de 2021 encarriló al fin el conflicto de los técnicos interinos del Inaem. Llega en buena hora porque la sangría en taquilla por los paros no era de recibo en un contexto ya de por sí tan adverso por el maldito virus. El pacto permite vislumbrar el futuro de las unidades de producción sin el lastre de las huelgas. Es un asunto enrevesado, que se ha ido dejando y el problema no hacía sino crecer. Permitir al personal interino presentarse a los “procesos de estabilización” con la titulación de que disponen y valorar su experiencia parece haber puesto punto y final al entuerto. Se trata pues de que en 2022 no se reabra el lío y vuelva la anhelada rutina.
4. Autoficciones y autoentrevistas
En 2021, la autoficción, tendencia en auge, alcanzó hitos tan sonados como El bar que se tragó a todos los españoles, de Sanzol, un maestro a la hora de filtrar su experiencia biográfica y, añadiéndole unas gotas (un chorreón más bien) de surrealismo, convertirla en desternillantes y profundas obras. Para los próximos meses tenemos algunas citas con otros alquimistas de la propia vida. Pablo Remón estrenará Los farsantes, sobre el oficio teatral. Ya la ha presentado con una autoentrevista. Muy sugerente resulta el juego de Mayorga transformando su discurso en la RAE en una función protagonizada por Blanca Portillo. Mario Gas también ensayará la fórmula: Amici miei en el Español.
5. los 400 de Molière
El 15 de enero conmemoraremos el cuarto centenario de Jean-Baptiste Poquelin, Molière. Ernesto Caballero le rindió honores recientemente con una versión de Tartufo. Y en estos primeros días de enero todavía podrá verse El enfermo imaginario de Morboria, una compañía ultramolieresca asentada en el Teatro Fernán Gómez. No hay rastro de la efeméride en la CNTC. Ante la ausencia, podemos sumergirnos en su asendereada vida leyendo la biografía de Georges Forestier publicada por Cátedra, que desmonta tantos tópicos en torno al dramaturgo.
6. Almagro se a abre a Uruguay
La 45ª edición del Festival de Almagro abre sus puertas a Uruguay, tras hacerlo en las ediciones anteriores a México y Colombia. Ignacio García continúa tendiendo puentes con Hispanoamérica, una política encomiable ya que nuestro Siglo de Oro tuvo allí otro vivero creativo y un gigantesco espacio de proyección. Los lazos teatrales con este nuevo invitado a la localidad manchega también abarcan el exilio republicano: Margarita Xirgu y Jorge Estruch fundaron allí instituciones como la Comedia Nacional o la Escuela de Arte Dramático.
7. Anatomía de un instante el 23-F
Apetitoso reclamo el que se ha sacado de la manga Aladro al estrenar Anatomía de un instante el 23 de febrero. Rigola cristaliza el absorbente libro de Javier Cercas como un caleidoscopio de géneros: thriller, acción, bélico, sentimental... Revisar cómo se cocinó la Transición (pactar, pactar y volver a pactar) siempre es edificante para afrontar el debate público hoy.
8. 40 años del Festival de Otoño
Cuatro décadas alcanza un festival que ha traído a gurúes internacionales como Peter Brook, Lepage, Bob Wilson... A pesar de tanto bandazo (en la duración, las fechas, los directores...), ahí sigue, como cita imprescindible. Seguro que Alberto Conejero (será su tercera edición al frente de la nave) no dejará pasar la ocasión de celebrarlo como merece: con espectáculos totales al estilo del Tryptich de Peeping Tom, que tanto nos impactó en 2021.
9. Musicales en lontananza
Cuánto los echó de menos el público... Les costó alzar de nuevo el telón por su envergadura logística, poco apta en la coyuntura presente. Pero regresaron con fuerza y atrayendo en masa a la gente, como antaño. Grease, Tina, Ghost, Golfus de Roma, A Chorus Line... Cabe pensar que algunos de ellos perdurarán un tiempo en la cartelera, para amortizar la inversión. Aunque ya hay algunos en gestación que van pidiendo paso, como Matilda.
10. Danza visible
La danza llegó a estar casi moribunda. Los anuarios de la SGAE reflejaban el estado crítico de esta disciplina. Ha remontado el vuelo. Aparte de insertarse fecundamente en montajes teatrales, se ha hecho un hueco más amplio en teatros como el Canal (Blanca Li mediante) o el Español. No es oro todo lo que reluce, porque el tiempo de exhibición es mínimo y ha perdido espacio en grandes recintos como el Real y el Liceo.