Tenemos en esta edición número 36 –dirigida de nuevo, con buen tino, por Jorge Perdigón, que trata de recuperar antiguos esplendores con un presupuesto más limitado– un importante grupo de orquestas y de directores. Citemos en primer lugar a la Philharmonia de Londres, siempre caracterizada por su tan matizado espectro sonoro, lo que podrá ser resaltado en el convencional programa elegido (Quinta de Chaikovski y Primera de Sibelius) por la joven batuta del finlandés Santtu-Matias Rouvali, que tiene un gran futuro. El impulsivo pero sólido Andrés Orozco-Estrada estará al frente de la compacta Orquesta Sinfónica de la Radio de Frankfurt con un programa taquillero (Una noche en el Monte Pelado de Musorgski, Concierto para violín de Chaikovski, con un el nuevo talento Fumiaki Miura, y Sinfonía nº 5 de Shostakovich).
La Sinfónica Nacional Danesa con el conspicuo Juanjo Mena en el podio plantea dos programas bien diseñados (obertura In the Highlands de Gaden, Concierto para clarinete de Nielsen y Novena de Schubert; Obertura Mascarada y Sinfonía nº 4 de Nielsen y Concierto para chelo de Dvorák, con el imaginativo Jean Guihen Queyras). La siempre brillante Orquesta de París tendrá el mando –no siempre exacto– de quien fuera su titular hace años: Christoph Eschenbach (Concierto para violín de Mendelssohn, con otro joven valor, Daniel Lozakovich, y Sinfonía Fantástica de Berlioz). Y oportunidad para ver en acción, como directora y solista, al frente de la magnífica Mahler Chamber Orchestra, a la japonesa Mitsuko Uchida (Conciertos nº 13 K 415 y nº 22 K 482 de Mozart, versión para orquesta de cámara del Chorale Quartet de Jörg Widmann).
Junto a estas formaciones se sitúan las dos ‘de casa’, de indudable relieve, cada una en su estilo: la Filarmónica de Gran Canaria, dirigida por el muy veterano pero aún firme Eliahu Inbal (Sinfonía nº 4 de Bruckner, especialidad de la casa, más dos obras de Bruch: Kol Nidrei, con la chelista Amanda Forsyth, y Concierto para violín nº 1, con Pinchas Zukermann nada menos), y la Sinfónica de Tenerife que, con su brioso titular, Antonio Méndez, desarrollará el arreglo orquestal de la Tetralogía wagneriana realizado por Lorin Maazel, un reto nada fácil.
Aparte del gran sinfonismo –reservado, como es lógico (los traslados imponen), para las dos grandes capitales, Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife– hay campo para lo camerístico, proyectado por lo común en las demás islas, con o sin las grandes: Camerata de la Concertgebouw de Ámsterdam dirigida por el antiguo oboísta y prometedor director Lucas Macías, Orquesta de Cámara Rusa de San Petersburgo, con Juri Gilbo a su frente, que incorporan el estreno de una obra encargo a Manuel Bonino, profesor en el Consevatorio de Las Palmas: Invocaciones. Debería haber más obras de nuevo cuño. Algo que se fomentaba en mayor medida hace años.
Importante el recital pianista de Arcadi Volodos (Tres Sonetos de Petrarca, La lúgubre góndola, San Francisco de Asís: Predicación a los pájaros, y Balada nº 2 de Liszt; Marcha y Música vespertina de Bunte Blätter y Humoreske de Schumann) y varios conciertos dedicados a Beethoven, de cuyo nacimiento se cumplen 250 años, a cargo del Cuarteto Ornati que visitará las demás islas (Cuartetos nº 4, 8, 10 y 13). A ellas acudirán también el Ensemble de la Sinfónica de Las Palmas con el Coro de Cámara Ainur a las órdenes de José Brito (Requiem de Fauré) y el Dúo Cassadó, de chelo y piano (obras de Cassadó, Falla, Ernesto Halffter y Piazzolla).