Continúa la Fundación March su benemérita campaña de recuperación de melodramas. En este cuarto año se presentan obras de Sibelius y de Grieg. Del 2 al 5 de junio tendremos oportunidad de ver y oír, en casi todos los casos como primicia absoluta en nuestro país, una sola obra del músico noruego, Bergliot op. 42 (1985), para narrador y piano, y cuatro del finlandés: Una huella solitaria, JS 77 a, Oh, si hubieras visto JS 141, La nixe JS 138 (canción) y Noches de celos JS 125, las dos primeras para narrador y piano, las dos segundas para narrador, soprano y trío con piano.
Ernesto Caballero, actual director del Centro Dramático Nacional y responsable de la dirección escénica, juega, como él mismo explica, con la "idea de tránsito que palpita en estos poemas románticos", que cristaliza en una pasarela que cruza el escenario, que está a su vez cubierto de hojas caedizas, en referencia, apunta el artista, "a la caducidad e incesante restauración de la vida". "Es la oportunidad de hacer inmersión en un género híbrido que trata de recuperar la esencia primigenia del rito teatral: música, poesía y celebración. Y lo hace desde el atávico sobrecogimiento ante el misterio del gran organismo físico y espiritual de la Naturaleza, de donde emerge un individuo como portavoz de fuerzas primordiales; una voz anónima e inmemorial sobrecogida ante un mundo enigmático y abrumador”.
Planteamiento sutilmente poético que deja abiertas muchas puertas a la imaginación, potenciada por el empleo de efectos visuales que serán sin duda los más adecuados y que, una vez más, provienen de la estimulante fantasía de Paco Azorín, hace poco gran hacedor de Il finto sordo de García y en esta ocasión solamente autor de la escenografía, que cuenta con la ayuda del arquitecto y artista visual argentino Fer Muratori.
Las seis obritas vienen acompañadas en estas sesiones –que cierran la programación antes de la reforma de la sala de la Fundación– de algunas páginas para piano concordantes con el estilo y la estética de aquellas. Érase una vez (de las famosas Piezas líricas op. 71) en el caso del melodrama de Grieg; Vals triste (de Dos piezas de Kuolema op. 44), y dos Impromptus de la op. 5, el nº 5 en si menor y el número 6 en mi mayor. Un planteamiento de lo más inteligente para dar con la auténtica almendra expresiva y dramática de estas piezas híbridas, que realmente, como apunta el musicólogo Daniel M. Grimley, no eran, en última instancia, "un hilo central en la obra tanto de Grieg como de Sibelius, pero sí que brindaban una perspectiva única de la imaginación compositiva de ambos y de su entorno estético más amplio. La elección recurrente de temas –la evocación atmosférica de paisajes y estados mentales concretos– refleja una preocupación más amplia por la cultura nórdica de finales del siglo XIX, temas que siguen reapareciendo en la actualidad en el cine y el teatro escandinavos. Es esa personal combinación de atmósfera, percepción psicológica y paisaje que ha demostrado ser un punto de referencia muy poderoso, y que forma parte de los legados perdurables que nos ha dejado el Norte".
Hay dos actores muy notables, como María Adánez y Joaquín Notario, de reconocida profesionalidad e innegables dotes expresivas, un pianista, Eduardo Fernández, de probada sensibilidad, una soprano, Svetla Krasteva, de rotunda y maleable voz, y dos excelentes instrumentistas, Cecilia Bercovich, violín, y Fernando Arias, chelo. Cabezas visibles del espectáculo en el que participa un amplio equipo de profesionales.