Rubén Blades
El polifacético músico, actor y político se despide de las giras internacionales con cinco conciertos en España para dedicarse a otros proyectos. Entre ellos, las elecciones de Panamá en 2019.
Blades, el "intelectual de la salsa", está en España para despedirse con cinco conciertos que ha presentado este viernes en la Casa de América de Madrid, sentado en una butaca, traje negro y su habitual sombrero negro en la mano. Adiós a las giras de salsa, pero no por ganas de jubilarse, sino porque tiene tantos proyectos en las manos, en la mente y en el corazón que el tiempo no le da para recorrer el mundo con la orquesta que le acompaña desde hace ocho años, la de Roberto Delgado, con la que acaba de grabar el disco Salsa Big Band. "Llega un momento en el que uno tiene más pasado que futuro y debe empezar a organizar el tiempo que le queda".
El primer concierto de despedida en España lo dará este sábado, 15 de julio, en el Festival de Jazz de Vitoria. No es la primera vez que actúa allí, y destaca -para callar a los puristas, si es que queda alguno- las constantes conexiones entre el jazz y la salsa, que se remontan a los tiempos de Charlie Parker con Machito. "Yo he visto a Miles Davis y a Dizzy Gillespie bailando en una esquina en uno de mis conciertos", asegura el panameño. "El jazz no pertenece a ningún país, es una actitud, como el rock. Y también la salsa, ya hay orquestas en Israel y en Letonia". Después de Vitoria, actuará el lunes 17 en el Festival Noches del Botánico de Madrid, con dos viejos amigos como invitados: Jorge Drexler y Coque Malla. Luego pasará por Barcelona, el 19 de julio, antes de poner rumbo a las Canarias. Allí actuará el 21 en Tenerife y el 22 en Las Palmas.
Los planes más inmediatos de Blades cuando acabe la gira incluyen otros proyectos musicales: un disco con un grupo vocal brasileño Boca Livre, otro en el que asumirá la personalidad de su alter ego, el cantante cubano Medoro Madera; y un disco con el trío Editus, que iba a hacer con Paco de Lucía. "La gran pena que tengo es que no nos diera tiempo a grabarlo. Estoy pensando en invitar a Wayne Shorter, pero no buscaré a otro guitarrista. Para mí guitarrista era Paco y nadie más".
Aparte de eso, le gustaría dedicarle más tiempo a la pintura, a la arqueología, a la paleontología y a la sociología, "aficiones que nadie sabe que tengo pero las tengo". También pretende producir y dirigir documentales. Recordemos que Blades también es actor, ha participado en 35 películas y actualmente interpreta el personaje Daniel Salazar en la serie estadounidense Fear the Walking Dead, de la AMC. Precisamente este trabajo, que absorbe toda su agenda durante varios meses al año, le ha impedido hacer una gira de despedida más larga, como él habría deseado.
Regreso a la política
Pero entre los proyectos futuros de Blades, el más importante de todos (no lo asegura pero vuelve sobre el tema varias veces) es el de presentarse como candidato a la presidencia de Panamá en las próximas elecciones de 2019. Ya lo hizo en las de 1994 y quedó tercero con el partido que fundó dos años antes, Papa Egoró. "Aquello demostró que se puede entrar en política sin tener que pertenecer a un partido tradicional". Más recientemente, entre 2004 y 2009, fue Ministro de Turismo del país centroamericano. "En esos cinco años de servicio público comprobé que realmente se pueden resolver los problemas desde las instituciones". Ahora está volcado con un proyecto de viviendas sociales que, asegura, es exportable y modificable según las necesidades de cada país. "En toda Latinoamérica tenemos problemas similares. No hay que inventar el agua; las respuestas existen, pero no la voluntad", asegura Blades, que ya cantaba por una América Latina unida en su éxito "Plástico", de 1978.Antes de presentarse como candidato presidencial, tiene que perfilar su programa y sondear con qué apoyos contaría. "Queremos acabar con el clientelismo y que los votantes no piensen en su satisfacción inmediata, sino en una apuesta nacional a largo plazo", explica Blades, que quiere proponer "un paradigma nuevo de administración pública apoyado por una proceso constituyente".
La implicación política de Blades hunde sus raíces en los hechos ocurridos en 1964 en su país, cuando una revuelta estudiantil exigió que se izara la bandera panameña junto a la estadounidense en la zona del canal y el ejército del país extranjero abrió fuego, dejando más de una veintena de muertos. Hasta entonces Blades había sido "pro-yanqui", especialmente en cuanto a gustos culturales, pero aquel suceso despertó su conciencia social y política.
Esto se vio agravado por el hecho de que su familia tuvo que exiliarse de Panamá en 1973. Su padre pertenecía al cuerpo de detectives del estado y el general Manuel Antonio Noriega, aliado de la CIA y futuro dictador del país, acusó a algunos de sus compañeros de querer asesinar al general y a la sazón dictador de facto Omar Torrijos Herrera. El joven Rubén Blades había empezado su carrera musical en Nueva York en 1968 aunque seguía estudiando en Panamá para abogado, pero no tenía sentido ejercer la profesión bajo una dictadura, así que se graduó y también se marchó del país en 1974. Dice que si nunca hubiese salido de Panamá no habría sido músico, pero "la vida te da sorpresas", como dice el borracho en su canción "Pedro Navaja" -aquella magnífica adaptación del "Mackie Messer" de Kurt Weill y Bertolt Brecht- cuando se encuentra el dinero y los dos cadáveres.
Al contrario que otros artistas, Blades siempre se moja políticamente, dentro y fuera de sus canciones. "Gabo me decía que yo era un cronista, que escribía cuentos en términos musicales". Siempre hizo lo que este y Carlos Fuentes le aconsejaban: "Escribe de lo que sepas". Así lo hizo: "Siempre he escrito sobre aquello de lo que he sido protagonista o testigo. Empecé en la esquina, de la esquina a la ciudad, de la ciudad al país, y del país al mundo".
Al final de su comparecencia, Blades insiste en que visitemos su página web para leer sus artículos de opinión. Allí y en las redes sociales (con un millón de seguidores en Facebook y casi tantos en Twitter) despacha sobre los asuntos que afectan a Latinoamérica, entre ellos la situación política venezolana. "Mi intercambio epistolar con Maduro a través de las redes tuvo millones de seguidores, mucho más que la difusión que tienen los periódicos de mi país", dice quien hace siete años irrumpió en Internet por consejo de dos amigos. "¿Para qué quiero yo una página web?", decía entonces. Hoy bendice las herramientas digitales que le permiten controlar su relación con el público y también difundir sus opiniones a los cuatro vientos.
Aunque todo esto tiene una contrapartida (Spotify, la piratería...): "Antes te explotaban las disqueras. Ahora te explota todo el mundo", dice, pero encaja deportivamente que "hoy uno no hace un disco para ganar dinero, sino como tarjeta de presentación". "La gente se cree que tengo los bancos doblados de tanto dinero que tengo, pero no es así. Nunca gané nada y hoy todavía juego a la lotería. Pero tengo la esperanza invencible de quien fue perdedor".
Antes de despedirse, lanza con el dedo un último consejo: "Vengan a ver los shows, que esto no es un cuento: será la última vez. No volveré dentro de unos años, como hacen otros".
@FDQuijano