Vista de la exposición Agón

CaixaForum Madrid reúne en Agón. La competición en la Antigua Grecia 172 objetos que, provenientes en su totalidad del British Museum de Londres, exploran el espíritu competitivo de la sociedad griega.

En los Juegos Panatenaicos de la Antigua Grecia el ganador, tan solo el vencedor, obtenía un premio. El resto de participantes caían en el olvido inmediatamente después. El galardón no era cualquier cosa sino alrededor de 40 ánforas de cerámica que en su interior podían llegar a albergar hasta 45 litros de aceite de oliva. Hoy quizá resulte un premio extraño pero en su época también se ungían el cuerpo con él. Las tinajas, por otro lado, siempre estaban decoradas y, a pesar de que muchas de las tapas no han sobrevivido al paso del tiempo, el British Museum cuenta con una amplia colección de este tipo de obras. En ellas las protagonistas son, con diferentes colores y representaciones, escenas de esos campeonatos, esos deportes con los que los griegos estaban obsesionados. La competición es, por tanto, el hilo conductor de Agón. La competición en la Antigua Grecia, la segunda muestra que llega a CaixaForum tras el acuerdo con el Museo Británico.



"La competición es inherente a la naturaleza humana, representa la personalidad colectiva y supone un factor de cohesión social", apunta Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación "la Caixa". De las 172 obras que vienen de Londres tan solo una ha sido vista antes y la mayoría, cerca del 90%, nunca ha salido de la capital británica, como el friso de Halicarnaso, que es Patrimonio de la Humanidad. Entre las obras se pueden ver bolas y dados con los que jugaban los niños de hace 2.200 años, esculturas, bustos, frisos, puntas de lanza y estelas funerarias que demuestran que para los griegos la significación social no solo gozaba de importancia en vida.



Kylix de cerámica ática de figuras rojas realizada en Atenas hacia 500-490

Todos estos objetos cuentan que el carácter competitivo de esta civilización no solo formaba parte de la guerra o del deporte sino que también inundó las artes, como muestran la variedad de concursos musicales, teatrales y poéticos en los que participaron escritores como Esquilo, Eurípides, Sófocles o Aristófanes. Esto también pone de manifiesto, por otro lado, que la civilización griega buscaba la excelencia en la combinación del cuerpo y el espíritu. "Esta exposición no es sobre la lucha sino sobre la naturaleza humana y muestra los logros y las aspiraciones de la civilización griega, que son aspiraciones similares a las actuales", comenta Peter Higgs, comisario de la exposición. Claro que la competición debe tener criterios como una sede para que los concursos se lleven a cabo, un público y unas normas y regulaciones.



Agón, por lo tanto, examina las facetas de la rivalidad de una sociedad obsesionada con el deporte y se divide en seis ámbitos. A pesar de que estos juegos estaban, en su gran mayoría, dirigidos a los hombres, quien abre paso es Niké, la diosa de la victoria, que "parece bajar del Olimpo con las alas desplegadas", señala Higgs. En El juego en la infancia se muestran los inicios a la competición de los más jóvenes que se fomentaba a través de juegos que "no eran de equipo" sino individuales. Lo que se puede ver en una de las ánforas, sin embargo, es a un grupo de chavales jugando en conjunto pero que más bien funcionaba como "entrenamiento para lograr la coordinación", dice Higgs, mientras que en una pequeña escultura se representan a dos mujeres "concentradas en su juego de dados y canicas".



Ifigenia, tragedia premiada pintada en un vaso y, a la derecha, Atletas célebres entrenando

A su lado se da paso a Competiciones deportivas, liderada por un busto de Zeus. Los antiguos griegos desarrollaron una adicción a los deportes y a sus competiciones asistían miles de personas de todas partes del país. En tiempos de paz era motivo de celebración y, en cambio, en épocas de guerra, se detenían los combates para permitir que se celebraran. Los ganadores o bien adquirían fama y reconocimiento de por vida o premios con los que podían vivir. Pero en ambos casos los ganadores se convertían en auténticos héroes. En esta sección se puede ver un busto de bronce y varias ánforas "que representan -apunta Higgs- al ganador de la competición y las marcas de los otros competidores" y escenas de entrenamiento y música.



El tercer ámbito se centra en la parte más intelectual del mundo griego con Las competiciones teatrales y musicales que formaban parte de los festivales religiosos celebrados en honor del dios Dionisio. Muchos de los grandes poetas y escritores de la época participaron y ganaron los concursos de teatro y poesía en los que podían ahondar en temas políticos, sociales y religiosos. La música, la danza y la poesía, los elementos básicos de la educación ciudadana de la época, también tenían sus concursos con un premio que se otorgaba a quien mejor tocara la cítara, aunque también existían los concursos de canto coral y baile. En esta sección se pueden ver bustos de Dionisio, Apolo y otros sin inscripción. "En música al ganador se le podía otorgar 40 diademas de oro mientras que al segundo nada", explica Higgs antes de dar paso a La guerra: el enfrentamiento supremo, el aspecto más negativo de la rivalidad.



Vista de la última sala de la exposición dedicada a la significación después de la muerte

Héroes y mitos, la última sección, cuenta con una gran escultura de Heracles, hijo de Zeus y Alcmea y protagonista de varias leyendas. "Se convirtió en un héroe a pesar de que no era demasiado inteligente", dice Higgs. A su lado se suceden objetos que muestran representaciones de la guerra de Troya como el momento en el que "Menelao acusa a Helena de la contienda y alza la espada para matarla pero Afrodita aparece para hacer que se vuelva a enamorar de ella", relata el comisario. Para poner fin a la exposición la rivalidad social en la vida y en la muerte toma las paredes de CaixaForum. Quizá fuera esta última faceta el terreno más sutil para la competición porque una vez enterrado su valía o reconocimiento se mostraba a través de sus santuarios, donde sobresale la gigantesca tumba del rey Mausolo de Caria, el mayor símbolo santuario de la época.



"El 20% de las piezas de la muestra provienen de nuestras colecciones permanentes y el 80% restante de las salas de almacenaje", señala Hartwig Fischer, director del British Museum. Asegura, por otro lado, que su pinacoteca sea quizá la que "más obras cede porque nuestra misión es mostrarla al mundo". Su colección, además, "permite encontrarnos con otras culturas y ver cómo nos retroalimentamos", concluye.



@scamarzana