Plácido, afán de perfección
Celebramos el 75 cumpleaños del cantante con estas diez felicitaciones y recuerdos de sus colegas y admiradores que aprovechan la efeméride para loar y agradecer, una vez más, a la que sin duda es ya la voz más potente de la lírica contemporánea.
El tiempo no doblega a Plácido Domingo. Cumple 75 años y sigue campeando en los escenarios con el empuje de un meritorio del canto lírico. Pocos récords le quedan por pulverizar. Ha encarnado más de 150 personajes, logro que, juzgado sólo en términos memorísticos, asombra. Ha cantado en cerca de 4.000 funciones. Ha empuñado la batuta en alrededor de 600. Y ha grabado más de 100 discos. ¿Quién da más? Lo alucinante es que no son hitos estáticos, fijados definitivamente para la leyenda. Todavía siguen creciendo porque el cantante madrileño no ralentiza el ritmo de su carrera. Desde hace tiempo esgrime un lema existencial que toma prestado del inglés y al que nunca falta: If I rest, I rust (Si descanso, me oxido). Sus presuntos sucesores no lo van a tener fácil para superarlo. Con su tan debatida mutación vocal, pasando de tenor a barítono (o, según su propia definición, ‘baritenor'), se ha otorgado una prorroga de incierto término. Veremos hasta dónde aguanta, cuándo cede el pulso frente al dios Cronos. De momento, hoy lo que toca es felicitarle.
Joan Matabosch
No me cabe ninguna duda de que Plácido Domingo es la personalidad más deslumbrante de la historia de la ópera y uno de los artistas más grandes de nuestro tiempo. Nadie ha logrado una carrera tan longeva y, al mismo tiempo, exigente en lo artístico y enormemente popular. Cualquier amante de la ópera guarda sus interpretaciones entre sus recuerdos más preciados. Pero detrás del cantante, del músico y de la personalidad excepcional, hay otro Plácido Domingo que me parece tan conmovedor como el primero. Me refiero a ese Plácido que siente como una responsabilidad propia descubrir jóvenes cantantes con talento, contribuir a su formación y arroparlos en los primeros pasos de sus carreras. Todo ello con una entrega generosa hacia el arte de la ópera, a la que parece querer devolver algo de lo que le ha dado y garantizar una magnífica continuidad.
Pablo Heras-Casado
Será una gozada cerrar la temporada del Real con él. Me quedé con las ganas de dirigirlo en Il Postino, pero se vio obligado a cancelar por un problema de salud. Esta será la primera vez que trabajemos juntos 'en directo', con un Verdi de la primera hora como I due Foscari. Plácido es como un mensajero de Verdi en la tierra, no creo que haya nadie que lo haya cantado tanto, que sume tantas funciones verdianas y que conozca tan a fondo su estilo. Aun así mantiene una actitud fresca y curiosa al interpretarlo. No es monolítico o terminante, comparte contigo impresiones y escucha sugerencias. Su decisión de cambiar de tesitura me parece lógica e inteligente. Puede cantar en el registro que le dé la gana porque sonará convincente. Cuando hablamos de tesituras parece que habláramos de vinos: que si tinto, que si blanco, que si rosado... Él es bueno y ya está. Su voz sigue fresca y potente. La ha sabido adaptar a las necesidades de cada tesitura y al carácter de los nuevos papeles, para darles la potencia dramática que requieren. Eso es muy difícil.
Tomás Marco
En Plácido Domingo podemos admirar la gran voz y asombrarnos ante su capacidad física, expresiva y musical. Sin duda sus cualidades de cantante son únicas en toda la historia. Pero lo que más llama la atención a un músico es su honda cualidad de músico, su capacidad de lectura y comprensión, su facilidad para adaptarse a estilos y técnicas absolutamente contrapuestas. Admiro sin ninguna duda al gran cantante pero me rindo aún más ante el grandísimo músico que es.
Davide Livermore
Hay una palabra en español perfecta para definir a Plácido Domingo, que tendría que aparecer con su foto en el diccionario: Señor. Plácido es un señor, como se dice aquí, de los pies a la cabeza. Plácido es un señor en la escena, en el foso, entre bambalinas, con su público… Probablemente no habrá artista más grande que Plácido, pero lo que me fascina y me alegra de poder felicitarle en su 75 cumpleaños es disfrutar de su generosidad, sabiduría y grandeza. Muchas gracias, Plácido.
Antón García Abril
Placido Domingo representa la culminación de la interpretación lírica de todos los tiempos. Embajador permanente de España. Sus memorables éxitos internacionales, han significado para nuestra cultura, una promoción de valor incalculable. Su protagonismo en mi ópera Divinas palabras, supuso para todos los que participamos en su estreno, un gran ejemplo de profesionalidad, humanidad, generosidad y grandeza.
José Luis Temes
Las nueve sesiones de grabación que hasta el momento he realizado con Plácido Domingo constituyeron once lecciones magistrales que me marcaron creo que para siempre. Temo que la imagen que tenemos de Domingo se autotraicione a veces por su propia popularidad, por su aparición constante en las revistas para leer en la peluquería, por las, a mi entender, excesivas concesiones al mero espectáculo. El contacto inmediato con ese afán de perfección, con la naturalidad más absoluta, con un dominio apabullante del oficio, junto -tampoco puede negarse- con su carisma personal y su simpatía, me dejaron más que abrumado, casi conmovido. No exagero si afirmo que aquella etapa -julio a septiembre de 1999- marcó un final y un comienzo en algunos aspectos de mi relación con la música.
Paco Azorín
A Plácido Domingo y a mí nos separan dos generaciones. Esa ha sido la causa de que, desgraciadamente para mí, no hayamos podido coincidir sobre el escenario. Sin embargo nos unen muchas otras cosas, entre ellas el amor por el patrimonio musical español, que Plácido ha defendido y difundido con pasión, con especial atención a la zarzuela, género que ha dado a conocer por todo el mundo sin tópicos y, lo que es más importante, sin complejos. Plácido es un artista integral, cuya definición rehúye el simple adjetivo de 'tenor'. Si tuviera que elegir un calificativo para él sería 'inconmensurable'. También nos unen algunos buenos amigos en común, uno de los cuales me explicaba hace poco cómo Plácido Domingo, en el año 2000, propuso a Pavarotti y Carreras celebrar la llegada del nuevo milenio con un concierto en Sidney, coger inmediatamente el Concorde hasta París, celebrarlo de nuevamente allí y volver a coger el Condorde hasta Nueva York para celebrar la entrada de milenio en tres ciudades tan simbólicas: sí, Plácido Domingo es inconmensurable y, me temo, irrepetible.
Àlex Ollé
Es cierto que no puedo decir que conozca personalmente a Plácido Domingo, pero sí puedo decir que suele estar involucrado -si bien sólo de forma accidental- en mis procesos de trabajo. El hecho es que siempre que abordo el estudio de una ópera de repertorio con la intención de inventar una nueva puesta en escena de
la misma y decido ir en busca de una filmación de ese título, es rara la vez en que no me encuentre con una versión en la que Plácido Domingo encarna a alguno de sus protagonistas. Francamente, me impresiona
comprobar la enorme cantidad de títulos que ha interpertado, de teatros que ha pisado. Y, aunque no partamos de los mismos presupuestos estéticos, lo cierto es que siento una admiración infinita por su extensísima trayectoria y por su capacidad de reinventarse como cantante, compositor, director de orquesta... En realidad, cada vez que veo su rostro en la pantalla de mi ordenador de trabajo, siento, de alguna manera, que estoy visitando a un amigo.
Josep Pons
Plácido Donimgo ha sido y es un grande entre los grandes, tanto por su vocalidad: cálida, rica en matices y siempre de un color subyugante, como por sus interpretaciones. Por suerte tenemos muchas grabaciones de él que nos permitirán seguir disfrutándolo durante muchos años. Feliz aniversario.
Juanjo Mena
Tengo que hablar de un intérprete único en el mundo, un talento inmenso puesto al servicio de la música como un arte de expresión total. Y hablo al servicio de la Música y no de la voz porque lo que realmente me maravilla de él, su seña de identidad en un escenario con respecto a otros cantantes, es que cuando llega el momento musical no piensa en la voz o la técnica, porque su dominio de ambas de una forma natural le lleva a olvidarlas y ponerlas al servicio de la frase musical, de la expresión, del Arte... Él no canta, él crea un instante musical único e irrepetible.