Albert Boadella, esteta conservador y bufón irreverente
La asociación Libres e Iguales homenajea al fundador de Joglars en el Teatro Muñoz Seca de Madrid
15 diciembre, 2015 01:00Albert Boadella. Foto: Olmo Calvo
Mientras Albert (el vejete simpático) se regodeaba con el aluvión de elogios, a Boadella (el vejete cascarrabias) le reconcomía el zafarrancho panegirista. Dos talantes para desgustar/soportar un homenaje, el que le brindó anoche la asociación Libres e Iguales en el Teatro Muñoz Seca de Madrid y al que concurrieron representantes de las letras, el toreo, la política y el periodismo: Vargas Llosa, Marta Rivera de la Cruz, Enrique Ponce, Esperanza Aguirre, Rosa Díez, Toni Cantó, Luis María Anson, Carmen Iglesias, Hermann Tertsch, Emilia Landaluce, Rosa Belmonte ... El director barcelonés, fundador de Joglars, desplegó su doble personalidad. Por un lado agradeció a los amigos presentes el gesto y, por otro, les afeó la decisión de agasajarle, receloso de que le estuvieran empujando hacia la jubilación.Oficiaron sobre el escenario Arcadi Espada, Ramón Fontseré, Dolors Caminals (su esposa) y Cayetana Álvarez de Toledo. Esta última arrancó los parlamentos. Dio testimonio del odio que inspira hoy día en su tierra natal Boadella. Compiló una serie de invectivas procedentes en su mayor parte del nacionalismo catalán, frente al que siempre ha mostrado su irreverencia y desprecio. "Nueva estrella del vodevil de la Brunete mediática" (Pilar Rahola). "El tipo en cuestión me produce una fuerte urticaria y el médico me tiene prohibido acercarme a él. Sólo les diré que se trata de un conocido hombre de teatro" (Joan de Segarra). "Quiere ser el Bertold Brecht de Intereconomía pero dudo que nadie conozca ninguna de sus obras" (Antonio Baños). "Es una amalgama ridícula de falangista provinciano y de militar melillense" (Osona). Y en ese plan.
Una verbosidad ofensiva que Boadella ha capeado con la ironía y el humor. Así lo confesaba su hija en el breve documental que se exhibió. "Si supieran todo lo que nos hemos reído de ellos, se cabrearían mucho más". En la grabación ensalzaban su valentía artística personalidades como Tamara Rojo, Iciar Bollaín, Alfonso Guerra, José María Aznar, David Jiménez, Antonio Caño, Maite Pagazartundua, Juan Carlos Pérez de la Fuente...
Esa valentía, y su actitud insumisa a contracorriente, la glosó por extenso Arcadi Espada al término de la proyección. Recordó el columnista de El Mundo cómo trastocó los planes del primer Lliure, un teatro concebido, según sus palabras, como precedente del Teatro Nacional de Cataluña que se instauraría después. Y determinado a proveer al público catalán de una programación "neoclásica": Shakespeare, Ibsen, Chejov, Brecht... Hablamos de principios de los 80. "Es en ese contexto que le proponen a Boadella que monte Ubú Rey, la farsa dadá de Alfred Jarry. Hace semanas, solo semanas, que Pujol ha sido elegido presidente de la Generalitat. Boadella decide convertirlo en Ubú. O sea que le retuerce el pescuezo al neoclásico e incluso entre las cariátides del Lliure sigue haciendo teatro con su tiempo".
La tribu nacionalista sentenció a Boadella, cuya visión del prócer catalán ha revelado su puntería profética. "Ahora, cuando todo ha caído, se celebra que Boadella sacara en Ubú presidente a Pujol y sus hijos transportando maletines. Según confesión propia, Jordi Pujol empezó a estafar a los catalanes con el Ubú en cartelera", explicó Arcadi Espada. "No hay gran arte sin profecía", sentenció.
Pero la batalla contra el poder no le ha salido gratis. Dolors Caminals recordó el consejo militar que le llevó a la cárcel por La torna. De la prisión consiguió escapar de la forma más lógica en que lo podría hacer un cómico: disfrazado. Detrás de esa fuga estaba el impulso de encontrarse con ella. Escapó por su ansia de libertad, claro, pero sobre todo por amor. Recordó Caminals el periodo que vivieron exiliados en París y las reflexiones de Boadella entonces. Dijo que no le vio dudar pero que tomó conciencia de que, si quería ser coherente consigo mismo, debía armarse de valor para continuar su carrera. Ya no bastaba la bufonería y el talento.
Boadella reconoció que todo aquello fue un malentendido. Que entonces le tomó como líder una multitud de la que él, burgués confeso, practicante y sin complejos, renegaba. La escena de Chaplin esgrimiendo un pañuelo rojo que encuentra en el suelo y, por equivocación, es visto como un gurú revolucionario le retrató entonces. Hoy, aclarada la confusión, sigue ampliando su trayectoria artística, volcada sobre todo en el género lírico. Lo dejó claro anoche: que nadie piense que estos homenajes van a desactivarle.
@albertoojeda77