Natalie Dessay.
Hace dos años que la soprano francesa Natalie Dessay anunció su retirada de los escenarios. Parece que ahora la cosa va en serio, aunque continúa interviniendo en recitales. Uno de ellos se va a celebrar en el Liceo de Barcelona este sábado y otro, al menos que sepamos, en marzo de 2015 en La Coruña. El primero es el que nos interesa aquí. En él la cantante se va a enfrentar, junto con el excelente contratenor Christophe Dumaux, a una serie de arias y dúos de Giulio Cesare de Haendel.Buena oportunidad para seguir calibrando el arte todavía fresco de Dessay, pese a que le faltan sólo dos años para cumplir los cincuenta. Es pequeña, menuda, de extrema delgadez, cabeza grande y pierna corta. Antes de que empiece a cantar no piensa uno que de tal cuerpecito puedan salir luego sonidos bien timbrados, de cierto volumen y excelentemente articulados; con un temperamento insospechado y una emoción finamente controlada, eso sí, que llega a los entresijos del alma tras exprimir el sentido melodramático de la música. La voz no es realmente extraordinaria: su timbre, ligeramente gutural, no es bello, no es radiante, no tiene la tersura satinada ideal. Es el de una lírico-ligera, ligera en origen, ahora más próxima a lo lírico puro, que ha crecido y que ha ganado discreta y en todo caso suficiente potencia. La extensión es más que notable, hasta las alturas de un mi bemol sobreagudo, no sin sudores. En el grave el sonido se pierde a veces y carece del apoyo y del relieve necesarios.
Pero con esas cualidades, si se quiere algo limitadas, la artista hace música y crea belleza, emociona y contagia la verdad que anida en las criaturas que sirve en escena o en recital. No hay duda de que en esta ocasión podrá tocarnos el cuore con sus arias de Cleopatra, en especial Piangerò la sorte mia. Cuenta con el de seguro buen acompañamiento del conjunto Le Concert d'Astrée, que dirige la competente Emmanuelle Haïm; y con la colaboración del citado Dumaux, un Giulio Cesare de garantías.