Pat Metheny.
Pat Metheny (Missouri, EEUU, 1954) siempre ha ido por delante. Por delante de su tiempo y por delante de sí mismo. Siempre está pensando en lo siguiente, desbrozando caminos inexplorados y arrasando fronteras entre géneros. El guitarrista se inició en el instrumento que le ha hecho dar la vuelta al mundo relativamente tarde para lo normal en un virtuoso, con 12 años. Pero a los 14 ya se subía a los escenarios con músicos profesionales y con sólo 19 ya era, por increíble que parezca, profesor de la prestigiosa Berklee College of Music de Boston. "Aquella experiencia me sirvió para aprender cómo explicar con palabras lo que para mí habían sido hasta ese momento solo abstracciones". Así, con la humildad de los grandes genios, resume a El Cultural su etapa de docente en la universidad privada de música más importante del mundo siendo aún un adolescente.Con 20 premios Grammy y casi 50 discos a sus espaldas -como solista, con su banda habitual, la Pat Metheny Group, en formato trío, cuarteto, como side-man o como compositor de bandas sonoras-, este coloso de la música llega este sábado 28 de junio a Madgarden, un festival que se celebra en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid por el que pasarán también, hasta el 26 de julio, otros solistas y bandas de la talla de Joe Satriani, Jethro Tull, Boby McFerrin, The Skatalites y The Beach Boys. Metheny presentará KIN, su segundo disco con la Pat Metheny Unity Group, su actual banda, formada por el saxofonista Chris Potter, el baterista Antonio Sánchez, el contrabajista Ben Williams y la reciente incorporación del multiinstrumentista Giulio Carmassi. "Este es grupo muy especial. Desde las primeras notas que tocamos juntos, en 2012, hubo una conexión instantánea entre todos nosotros, así como en el primer disco que hicimos juntos y la gira posterior. Mi instinto me decía que teníamos que expandir esa sensación y este nuevo disco es el resultado de ello."
Tanto el título del nuevo disco de Metheny ("kin" significa parentesco) como el nombre de su banda, apelan a la unidad, al encuentro: "Todo tiene que ver con mi objetivo musical: crear conexiones, encontrar la inclusión una manera de pensar no sólo en cómo los músicos deben conectarse entre sí, sino cómo mi música conecta con todas las músicas que amo".
A Metheny le gusta la guitarra "porque es indefinida. Si le dices la palabra ‘guitarra' a 50 personas, te dirán 50 definiciones distintas de la imagen que ellos tienen de lo que significa este instrumento", asegura el autor de Bright Size Life, el primer disco que publicó en solitario, allá por 1976, aunque ya había pisado un estudio dos años antes para colaborar en el disco de debut de otro gigante: el bajista Jaco Pastorius.
En realidad, Metheny aprendió a tocar la trompeta antes de pasarse a la guitarra, y confiesa que aún piensa "en trompeta", escribe "en piano" y luego lo traduce a la guitarra: "Da igual el instrumento. Yo trabajo con conceptos e ideas primero, la manera en que serán convertidas en sonido la decido mucho después", asegura.
La orquesta robótica
Una de las obsesiones de Metheny, para quien la música es "la combinación perfecta de ideas y alma", ha sido siempre el aprovechamiento de las nuevas tecnologías para explorar y ensanchar tanto los límites de sus capacidades como las posibilidades artísticas de la música tal y como la conocemos. Fue uno de los primeros en usar un secuenciador antes de la invención del MIDI, el Synclavier; adoptó el uso del sintetizador de guitarra -el GR-300 de Roland-; y participó en el diseño de la Pikasso, una guitarra de 42 cuerdas que a menudo toca en sus conciertos.Pero todos los dispositivos anteriores no parecen nada del otro mundo en comparación con el Orchestrion, una espectacular orquesta automática que ideó en colaboración con un reputado luthier. "Esta idea viene de la pianola que había en el sótano de mis abuelos y estuve pensando en ella durante años. He intentado explicar cómo funciona durante años sin éxito. Digamos simplemente que es muy complicado", bromea Metheny, director y único músico humano de esta orquesta robótica que controla desde su guitarra gracias a unos sofisticados solenoides.
Este sábado, no obstante, la actuación del quinteto de Metheny tendrá más que ver con el jazz convencional que con los experimentos futuristas del músico, por mucho que rechace cualquier etiqueta de género o estilo: "Para mí la música es un único y gran arte universal. Las palabras que se usan para describirla y las subcategorías en las que se clasifica no son más que una cuestión cultural o política. Los músicos que más he admirado son los que tienen un profundo conocimiento no sólo de música, sino de la vida en general, y son capaces de iluminar las cosas que aman con sonidos".