Lo gritaron al unísono, el ganador y su esposa: “¡No me lo puedo creer!” Y es que, tras cuatro nominaciones, Carlos Hipólito se hizo ayer, por fin, con el prestigioso Premio Valle-Inclán de Teatro, el mejor dotado de la escena española, con 50.000 euros y una escultura de Víctor Ochoa. El actor madrileño obtuvo este galardón, concedido por El Cultural de El Mundo y patrocinado por Coca-Cola, gracias a su interpretación en El crédito, una obra de Jordi Galcerán, quien también optaba al premio.
“Un clásico de nuestro teatro -dijo Hipólito, sobre el autor de la obra-, un verdadero maestro del humor inteligente y un mago de la arquitectura teatral”. El actor tuvo grandes palabras de agradecimiento para el director de la versión madrileña de la obra, Gerardo Vera -que también competía por el premio por la dirección de El cojo de Inishmaan- y para su compañero de escena, Luis Merlo, a quienes atribuyó, al menos, la mitad de su éxito.
Hipólito, candidato en años anteriores por obras de la talla de Follies o Todos eran mis hijos, había llamado este año la atención de crítica y público por este último papel, particularmente complejo y que él mismo definió ayer como un “trabajo lleno de matices y luces y sombras”. Según Hipólito, el texto de Galcerán “es un regalo para los actores”, y también, claro, para los espectadores, “que en cada una de sus obras, como ya hizo, por ejemplo, con El Método Grönholm, pueden ver un reflejo muy fiel de lo que pasa en la calle”. Esta vez, Galcerán se centró en nuestro sistema económico, si bien es cierto que, como dijo él mismo, nunca trató de hacer crítica social: “En esta pieza -explicó en su día- los personajes opinan sobre nuestro sistema económico en algún momento, pero son ellos y no yo quienes lo hacen”.
Hipólito no escatimó en agradecimientos, como si el premio, de algún modo, se lo hubieran dado también al resto. Quiso agradecer el apoyo a todos sus compañeros y colegas de profesión, y tuvo, ya después de subir a la tribuna, un recuerdo especial para el otro finalista, Gerardo Vera, que por entonces mantenía la compostura, con la mano en la boca, silente y agarrado a Maribel Verdú, quien, junto a Pedro Larrañaga (productor de la obra premiada), compartió mesa en la velada con ambos finalistas. A Larrañaga se refirió el ganador del premio como “un productor modelo, alguien capaz de hacer realidad un teatro que funde calidad y comercialidad”.
A continuación del ganador, tomó la palabra la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que, tras decir que Carlos Hipólito era de sus “actores favoritos”, ensalzó el teatro de la capital, según ella “un termómetro que marca la temperatura cultural de nuestra ciudad y de España”. Durante su intervención, si bien fueron anecdóticos, se oyeron algunos pitos que la propia Botella atajó, con buen humor, pidiendo tranquilidad a los presentes, al menos hasta el fin de su discurso.
En la gala, como cada año, se habían ido aflojando las corbatas de los participantes a medida que estos iban quedando fuera de la batalla por el llamado método Goncourt, que va eliminando candidatos y provocando así enfrentamientos directos, inesperados. La presentadora, Julia de Castro, que llevaba una gran peineta y vestía un llamativo traje blanco hasta los pies, se encargó de salir, entre plato y plato, a anunciar los nombres de quienes iban quedando eliminados. De los doce nominados, los primeros en caer fueron Sergi López, que optaba al galardón por 30/40 Livingstone, y Santiago Sánchez y Carlos Martín, que lo hacían por Transición. Después, por turnos, cayeron Asier Etxeandía (El intérprete) y Jordi Galcerán (El crédito), Magüi Mira (Kathie y el hipopótamo) y Terele Pávez (El cojo de Inishmaan), Celia Freijeiro (Los Cenci) y Ernesto Caballero (Montenegro), Aitana Sánchez-Gijón (La chunga) y, por último, en el enfrentamiento final, Gerardo Vera, también por El cojo de inishmaan.
El evento reunió a numerosas personalidades del mundo de la cultura, la política y la empresa. Así, pudimos ver desfilar por el Teatro Real de Madrid a la exministra Ángeles González Sinde, a la alcaldesa Ana Botella o a Juan José Litrán, de la Fundación Coca-Cola, quienes compartieron mesa con el director de El Mundo, Casimiro García-Abadillo, y con el director de la RAE, José Manuel Blecua. Dentro del ámbito periodístico destacó la presencia del académico y presidente de El Cultural, Luis María Anson, y de la directora de El Cultural, Blanca Berasátegui, además de otros periodistas como Pedro García Cuartango, adjunto al director para EM2/Cultura de El Mundo o Manuel Llorente, ambos también miembros del jurado. Además de los nominados, muchas otras personalidades del mundo de la escena se dejaron ver por la última planta del Teatro Real, como Miguel Ángel Recio, del INAEM, Natalio Grueso, Miguel del Arco, Irene Escolar, Robert Muro, Pedro Larrañaga, Juan Margallo, Pepe Martín, Paloma Pedrero o Blanca Marsillach, entre otros.
El jurado estuvo presidido por la actriz Nuria Espert, que fue la encargada de leer el fallo. Además, la acompañaban Luis María Anson; la actriz Carmen Machi; el autor Juan Mayorga; el actor Juan Echanove; el jurista y dramaturgo Antonio Garrigues Walker; los periodistas Pedro García-Cuartango y Manuel Llorente; el crítico teatral Javier Villán; el presidente de Coca-Cola España, Marcos de Quinto; el subdirector de programación cultural de la Comunidad de Madrid, Ruperto Merino; el abogado y periodista José María García-Luján; la periodista de RNE, Paloma Zuriaga; el productor de teatro Mariano Torralba; la periodista colaboradora de El Cultural y editora Liz Perales; el crítico y poeta José María Siles y el profesor Eduardo Pérez Rasilla.