Natalia Menéndez. Foto: Sergio Enríquez Nistal.
La directora del Festival de Almagro apuesta por una combinación de autores noveles y consagrados en la 36ª edición de la cita manchega, que arranca este jueves
La principal, como cada verano, es la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que se asienta la localidad ciudarrealeña para sacar a relucir sus mejores naipes de cada a la temporada próxima. En la jornada inaugural, en la que se premia en el Corral de Comedias a la compañía alemana Schaubühne (por ser "un pilar del teatro occidental"), la formación liderada por Helena Pimenta presenta en el Hospital de San Juan La verdad sospechosa, de Ruiz de Alarcón (la propia Pimenta dirige la adaptación firmada por Ignacio García May).
La CNTC llega este año con otras dos propuestas. Por un lado, El lindo don Diego, obra de Agustín de Moreto y dirigida por Carles Alfaro, que ya pudo verse en las tablas del Pavón al comienzo de año (del 18 al 28 de julio en el Hospital de San Juan). Y el tercer montaje corre a cargo de la recientemente fundada versión juvenil de la compañía: es La noche toledana, de Lope de Vega (dirigida por Carlos Marchena), en la antigua universidad renancentista (del 18 al 27).
Es difícil superar el éxito que el año pasado alcanzó La vida es sueño, estrenada en Almagro y con un recorrido triunfal posterior que encumbró a Blanca Portillo con el Premio Nacional de Teatro. La opción para acercarse a aquel logro es Tomás Moro, una utopía, producción de la Universidad Internacional de La Rioja, con ingredientes para atraer al gran público. Dirigida Tamzin Townsend (El método Gronholm, se estrena el viernes en el Corral de Comedias y habrá otras dos funciones el sábado y el domingo. García May, figura clave en esta edición, ha intentado estabilizar en un texto uniforme las distintas autorías que participaron en la composición del texto original. Shakespeare es uno de los cinco padres de la obra, que intenta ensalzar los valores morales del pensador inglés.
Pero Natalia Menéndez quiere dejar claro que el atractivo del festival no sólo se halla en estos títulos que le dan empaque a la programación. "Los jóvenes tienen por supuesto su hueco. Ahí están la versión de El buscón de Daniel Pérez, o El mercader de Venecia del Dresden State Theatre, o La hostería de la posta de Venezia Teatro...". Son algunos de los ejemplos que cita para dar cuenta de la vocación de la cita manchega de acoger a las nuevas generaciones de la escena.
El mercader de Venecia, versión del Dresden State Theater
Natalia Menéndez niega que este certamen haya cobrado protagonismo por los recortes. Este año cuenta con un presupuesto de 1.246.543 euros, un 45% menos que cuando llegó a la dirección en 2010. "Para nosotros es una prioridad, al margen de la circunstancias ecónomicas. No debemos permanecer de espalda a estas nuevas corrientes". Y recuerda que está sección es un concurso donde se aspira a un galardón, para diferenciarlo del off de Aviñón, un entramado de espectáculos que ha ido creciendo al margen de la propia organización. "Los recortes los vamos capeando como podemos. Hay que agradecer a las compañías el enorme esfuerzo que están haciendo. La mayoría han bajado sus cachés y sus exigencias. Además, hemos firmado convenios con embajadas y otras instituciones". La organización ha decidido también no repercutir la subida del IVA a los precios de las entradas (entre 27 y 4 euros) y aplicar un 40% de descuento a los desempleados.
Natalia Menéndez también añade que esta edición es la que más exposiciones ha organizado en toda la historia del festival. La Iglesia de San Agustín acoge tres: Arquitectura de los sueños: colección de maquetas y teatrines del Museo Nacional del Teatro; Una vuelta al mundo de la linterna mágica; y El cinefluo: navegación simulada de Giorgio Busato. En el Museo del Encaje y la Blonda se exhibirá una muestra dedicada a Ángel Fernández Montesinos.